La jornada dominguera de ayer amaneció con la ciudad
cubierta con una espesa niebla que el sol fue disipando
hasta quedar un día que podríamos definir más de primaveral
que de pre-otoñal. Así se puede afirmar que el buque de la
escuadra rusa que llenó de marineros y de tripulantes el
centro de Ceuta, se despidió de nuestra costa bajo un cielo
azul y soleado, condiciones climatológicas que parecen
constituir el denominador común de las diferentes visitas
que nos han venido haciendo a lo largo del último año.
¿Anécdota y curiosidad? Que desde las ocho de la mañana
comenzaban a tocar la trompeta y por la claridad del sonido
se intuía que sonaba a través de la megafonía del barco. Se
supone que era para llamar a los marineros a formación y
después a algún tipo de ejercicios porque el toque se
dilataba en el tiempo ¡Tirirí… tirirá…! Ayer no se les vio
antes de zarpar paseándose por el Paseo de las Palmeras ni
por el Revellín, en grandes grupos, pero en las fechas
anteriores han estado paseándose, haciendo muchas fotos de
los edificios ¡y comprando! ¿Cuántas bolsas de botellas se
han visto transportadas hacia el buque? Iban cargados de
cristal y de mucho avituallamiento de los supermercados, del
Supersol del Revellín salían bolsas y bolsas de golosinas,
chocolate y refrescos, amen de productos de higiene. Se ve
que con la crisis el economato del barco de la Armada rusa
no va excesivamente abastecido y también a los muchachos
(había marineros que parecían adolescentes) les gustan los
productos occidentales que en su país son mucho más caros.
¿Otra predilección? Detenerse ante los escaparates que
exhiben electrónica y móviles, que es un tipo de oferta de
nuestro comercio que resulta muy golosa para los visitantes,
con la ventaja de que no tienen demasiada dificultad a la
hora de preguntar y de informarse porque la mayoría hablan
inglés y son extremadamente educados, nada de pasarse con
las copas ni armar líos como suelen hacer en otros puertos
los marineros de otras nacionalidades. Estos chicos, además
de levantarse con la trompeta que suena y suena, se ven muy
disciplinados y van a lo suyo : consumir dentro de sus
posibilidades que tampoco son excesivas porque ya se sabe
que las pagas de los marineros no son para tirar cohetes
sino bastante modestas. Con todo y con eso es un tipo de
visitante que gasta, disfruta paseando y haciendo turismo,
cuando preguntan algo lo hacen con cortesía extrema y en
inglés, así que con esta tropa no es necesario “recordar”
que esta ciudad se ha distinguido siempre por ser my
hospitalaria, porque con unos visitantes así da gusto. Lo
dicho, el buque zarpó a las 11,22 y hoy el muelle aparece
mucho más vacío.
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