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OPINIÓN - LUNES, 17 DE SEPTIEMBRE DE 2012

 

OPINIÓN / ANALISIS

Una medalla ganada a pulso y con valor


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Y al coraje, porque enfrentarse desarmado a un tipo pertrechado con un cuchillo es una acción que muchos calificamos cómo “heroica” y otros cómo “temeraria”. Doble valentía si se tiene en cuenta que el agente herido no es un “chavalillo” recién salido de la Academia y en pleno vigor físico de la juventud, sino un policía maduro que se enfrentó y luego se enfrentaron sus compañeros, a un individuo extremadamente violento y con acciones propias de una persona en el clímax de la agresividad y que está dispuesta a matar, porque quien asesta una puñalada en el cuello que es una zona mortal de necesidad, es con intención de causar la muerte y cuando se apuñala en las costillas se van buscando órganos vitales.

Arrojo y riguroso sentido del deber que obligaron a la víctima a intervenir para evitar que se cometiera un delito y huevos para dar y para regalar entre quienes se adentraron a detener al energúmeno dejando a su compañero apuñalado y dispuestos a cumplir con su obligación profesional, aún con riesgo de sus vidas, ya que el tipo iba armado y podía saltar en cualquier momento sobre cualquiera de ellos y rebanarles el pescuezo.

Toda la acción y cuantos participaron en ella merecen un público reconocimiento que recoja el agradecimiento ciudadano por el valor del que dieron muestra más que sobrada. Actuaciones de este tipo son las que hacen que se reafirme la confianza en nuestros Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado ya que el agresor, de haber conseguido sus turbios propósitos, hubiera provocado en todos los ciudadanos una sensación subjetiva de gran inseguridad, que es lo que se trata de evitar. Cuando la población se siente insegura “se retira” de las calles y se las deja a los delincuentes que es la tragedia de tantas calles de tantas ciudades españolas, no así de Ceuta, donde se cortan de raíz actuaciones delictivas y el criterio del Fiscal Jefe suele ser muy acertado a la hora de perseguir ese tipo de actos. Ahora bien, si la iniciativa de condecorar al herido con el ingreso en la Orden del Mérito Policial con distintivo rojo y a sus compañeros con distintivo blanco, prospera, que seguro que prosperará porque el Jefe Mélida es muy defensor y valedor de su gente, lo que sería de agradecer es que se publicitara en condiciones, que se celebrara el acto con pompa, boato y protocolo y que los ciudadanos que así lo decidan, puedan acudir para presenciar “in situ” cómo se condecora a sus héroes. La simple mención de las medallas en un Boletín Oficial, no satisface a nadie, porque el acto queda opacado por la formalidad de la letra impresa, satisfacción para los galardonados, eso sí y para sus familias, también, pero mucho más si se efectúa el reconocimiento en un acto en condiciones, las esposas o madres reciban ramos de flores y se le de ocasión al pueblo de expresar en vivo y en directo su íntima gratitud por la demostración palpable de que “podemos sentirnos” bien protegidos en cualquier circunstancia, que aquí las calles no son ni van a ser “territorio comanche” y que los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado son garantes absolutos y constitucionalistas de uno de los derechos que consagra nuestra Carta Magna: el derecho a la libertad.

Porque ¿Para qué queremos libertad si no tenemos seguridad? La seguridad objetiva y la sensación subjetiva que en la primera se fundamenta, de estar seguros, es requisito indispensables para ser libres. Así la hazaña de los policías que se esforzaron por detener a un tipo que iba con intenciones claras de matar y no de lesionar: cuando se quiere lesionar se punta a los brazos o al muslo, entra plenamente dentro del apartado “defensa de los derechos y libertades” y el agradecimiento es abrumador, colectivo y merecedor de ser expresado de forma pública y notoria. Porque se lo merecen, todos ellos, gratitud, reconocimiento y respeto, por profesionales y por valientes. Gracias.
 

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