Como el ‘capitán’ en ‘El club de los poetas muertos’. El
secretario general del PSOE, José Antonio Carracao, se
dirigió a sus muchachos -y muchachas- y les pidió apoyo y
motivación, la necesaria para sujetarlo si él se tambalea,
la suficiente como para cambiar el futuro.
“Todos los hombres y mujeres que estáis aquí y muchos otros
que nos acompañan en la ideología, en la certeza de la
necesidad del cambio, sabéis cuáles son los motivos por los
que lucharéis, en términos democráticos, contra lo que está
ocurriendo”, apuntó Carracao. El socialista les recordó que
el partido “no es la motivación, sino el instrumento“, el
que les lleva a sentirse “socialistas, progresistas y de
izquierdas”.
“Por eso, hoy no sólo busco motivaros en la causa, ni
recargaros de ilusión y compromiso a las puertas de un nuevo
curso político, sino que reflexionéis dónde estaréis en
estos tiempos de recortes, de clamor en la calle contra las
mentiras, de pérdida de derechos, de desprestigio de la
clase política, de desánimo, en estos tiempos donde se mide
con criterio de rentabilidad el poner en marcha o no una
guardería en el Hospital Universitario, en estos tiempos de
extraordinaria falta de sensibilidad social”, instó a su
gente el socialista. “No sé dónde estaréis pero sí dónde me
gustaría que estuviérais, a mi lado, para que al dejar de
mirar un segundo al frente durante la lucha, al girar la
mirada, poder veros a mis flancos, agarrándome del brazo si
pierdo pie un segundo y convencidos de que es nuestro
momento, que es momento de cambiar las cosas y que para esto
un día, tuvimos el impulso de afiliarnos al PSOE”, animó
Carracao en un implicado discurso.
Durante el discurso de inauguración del curso político,
Carracao se centró en convencer e implicar a sus compañeros
de partido. No estaban todos. Probablemente, a los que
faltaban era precisamente a los que también se dirigía.
Despertó con sus palabras los aplausos de los que sí
asistieron. Sus secretarios, los Pérez Triano, los Miaja,
los históricos del PSOE y los recién incorporados. Terminó
lanzándole a su ejecutiva la pregunta de si se iban a
comprometer. “¿Vais a esperar a que alguien lo haga por
vosotros?”.
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