En pocas ocasiones van a ponerse
de acuerdo el PP y el PSOE al tratar un tema de verdadero
interés para toda la sociedad.
Y es que unos y otros han llegado a tal grado de indecencia
que lo que para unos es favorable, para los otros es
detestable. Así son estos jetas que se dedican a la
política, desde los ayuntamientos, que es donde más
desvergonzados hay, hasta las altas esferas, que es donde se
cuece todo lo que tiene arruinada a la sociedad.
En esta ocasión, y quedándonos en Andalucía, PP y PSOE
rechazaron en el Parlamento los asaltos del SAT.
Ya era hora de que, aunque fuera de boquilla, se reprobaran
las acciones del bandolero y líder jornalero, Juan Manuel
Sánchez Gordillo, alcalde de Marinaleda y, además, diputado
del Parlamento Andaluz por IU.
El Parlamento, por fin, aprobó el pasado jueves, con los
votos del PP y del PSOE, rechazar las ocupaciones y las
rapiñas de este verano por parte del sindicato Andaluz de
Trabajadores.
Esto está bien, no me cabe ninguna duda, pero es muy poco y
el paso definitivo tendría que haberse dado, llevando al
diputado Gordillo a donde nunca fue un diputado
anteriormente.
A nadie, fuera de la política, se le oculta que Juan Manuel
Sánchez Gordillo es un delincuente, un ladrón con todas las
de la ley y los políticos, en su apreciación, se han quedado
a medio camino.
La iniciativa que partió del Partido Popular quería, además,
reprobar al líder de los jornaleros, pero aquí llegó el
frenazo de los políticos y la Mesa de la Cámara no calificó
este punto, argumentando que los diputados nunca habían
merecido este tipo de condenas.
Es doloroso y además asqueroso que, una vez que entran en un
problema serio, se queden en “amagar pero no tocar”, algo
que se vio claramente en las intervenciones de una diputada
del PP, que quería llegar hasta el final, frente a otra del
PSOE, que no se acercó, ni de lejos, a valorar las fechorías
del sindicalista y de IU, Sánchez Gordillo.
Y ya es lamentable que un asunto que afecta a toda la
sociedad no fuera atacado frontalmente por la diputada
socialista, Cinta Castillo y que, en parte de su
intervención se enfrentara a la del PP, Esperanza Oña, como
si se tratara de asuntos de sus correspondientes partidos,
sin más.
Y cuando digo que todo se quedó en un “amagar y no dar” me
refiero a que el acuerdo entre el PP y el PSOE, que
naturalmente contó con el voto negativo de IU, malejos
delincuentes, ni siquiera evitó que ese debate llegara a ser
una auténtica bronca, enfrentando a Oña y a Castillo.
¿Para qué acuerdos, a medias, de este tipo?.¿Por qué, si
están de acuerdo en el fondo de rechazar todas las rapiñas
de Gordillo durante el verano que está concluyendo, a la
hora de la verdad terminan casi en un tono de reyerta
callejera?.
Algo lograron ya, pero fue tan poco que el nombre de
Andalucía sigue en entredicho al no abordar como es debido
los asaltos de ese sindicato y de su líder.
Se habló de un “silencio cómplice” por parte del presidente
de la Junta y de un “bandolerismo político” del Ejecutivo,
pero mientras tanto Gordillo sigue en la calle y dispuesto a
seguir con sus fechorías.
El bandolerismo de Sierra Morena no parece que haya
terminado aún, Sánchez Gordillo es su continuador, con
complicidad de ciertos grupos políticos.
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