Ya sé que debería haberlo escrito
entrecomillado, “atentado”, pero claro entonces no tendría
la misma fuerza expresiva. Matizando pues que es gerundio.
Si hay crímenes sin sangre que no están en el código, éste
es uno de ellos: el brutal impacto ecológico, un atentado
ambiental sin duda, de la mole hotelera en avanzado estado
de construcción que ocupa y desplaza la dorada arena de Cala
Quemado, en Alhucemas, salta a la vista. De poco sirven las
cuidadas terrazas escalonadas de geranios, ni las fuentes
multicolores que ambientan, en la remozada plaza Mohamed VI
sita más arriba, el paisaje urbano. Después del terremoto
que sacudió esta agreste y bella tierra algo ha ido
cambiando, modernizándose la comarca, por lo que atentados
ecológicos como el citado, este monstruoso hotel que
destroza la cala y su playa son a estas alturas
incomprensibles. Desde Melilla y por la Rocade Mediterránea,
venir hasta Alhucemas es hoy un bello paseo, atrás quedan
los tiempos de la tortuosa carretera por Casita; y desde
Tetuán, a través de la nueva vía a través de Oued Laou,
Targha, M´ter, Yebha (antiguo Puerto Capaz), Punta
Pescadores y Badis (antigua Torres de Alcalá), son solo tres
horas si no se entretiene uno. Todo cambia y nada permanece.
Hasta la tradicional cajetilla de cigarros “Marquise” ha
suprimido su popular “Carpe dien” (Vive al día) por la
conocida advertencia “Fumer tue” (Fumar mata).
Y en la luminosa tierra de la lavanda, en plena bahía de
Alhucemas, el Peñón flameando la bandera roja y gualda. Ayer
sábado la playa de Sfiha, sita a su frente, amanecía entre
la calima desierta y tranquila. Después del último intento
de entrada masiva de subsaharianos de este verano se han
reforzado los puesto de vigilancia: España ha destacado un
pequeño pelotón en la Isla de Tierra, al abrigo de una
tienda de campaña camuflada en la misma, mientras que
Marruecos ha ampliado las dotaciones de la Gendarmería y la
Marina Real (hay dos puestos en la playa) en el acceso,
además de al menos una zodiac patrullando las aguas. El
acoso subsahariano no debería de habernos pillado de
sorpresa: ya hace unos meses, un grupo de ellos abandonaron
la “patera” y apoyados en rústicos flotadores (botellas de
plástico llenas de aire envueltas en bolsas) lograron
acceder al mismo Peñón, siendo trasladados posteriormente a
Melilla.
Un ocupado fin de semana en pleno corazón del Rif, la
verdad. Comentando la sorpresa que me produjo el comprobar
que la famosa tribu de los Beni Urriaguel no alumbraron solo
reputados guerreros como Mohamed Ben Abdelkim el Jatabi,
sino alimañas ideológicas como el presunto jeque Hamdouchi,
uno de los padres del islamismo yihadista y que logró
camuflarse para, antes del verano como les comenté en su
momento, pronunciar la “jotba” de los viernes en una
mezquita de Ceuta. Manda huevos. Sí, del cáncer del
islamismo radical también hablé, el viernes en Alhucemas y
en una amena conversación de varias horas, con el populista
político Yahya Yahya, senador, alcalde de Beni Ensar y
Farhana, además de mentor y cabeza visible del Comité de
Coordinación para la Liberación de Ceuta, Melilla y los
Peñones. Yahya Yahya, a lo largo de una entrevista franca y
densa (“la primera vez que recibo en persona y tanto tiempo
a alguien de la prensa”, me señala) afirma continuidad en
sus acciones reivindicativas, “siempre de forma responsable
y pacífica, hay unos límites. Por eso nuestra gente,
voluntarios todos y mayores de edad, fueron de día y en
bañador, para que la guarnición de Vélez de la Gomera viera
que no llevaban armas. No buscamos ninguna desgracia
personal, solo reivindicar cada vez con más fuerza los
territorios ocupados por España”. Justo todo poco antes de
la Reunión de Alto Nivel (RAN). ¿Casualidad o causalidad…?.
Ustedes mismos. Visto.
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