El local ‘La Sala’ retoma hoy su agenda cultural y lo hace
de la mano de Tamara García Castro, que expone por primera
vez su obra pictórica. Se trata de veinte cuadros que irán
reemplazándose cada quince días hasta exponer un total de
cincuenta, que se cambiarán a medida que se vayan vendiendo,
por precios que oscilan desde los noventa hasta los
cuatroscientos euros.
Una pintora -de afición, que no de profesión- autodidacta,
que ganaba los concursos de dibujo del colegio y que recrea,
sobre todo, rostros. “Dicen que es el espejo del alma,
¿no?”, bromea. “Además es lo que más expresa”, agrega. Se
quedó con las ganas de estudiar Bellas Artes, aunque acabó
de contable. Pese a ello reconoce que le encantaría dar un
paso más con la pintura y continuar con las exposiciones. Le
gustaría ofrecerle su muestra a la Consejería de Educación,
Cultura y Mujer y exponer en el Museo del Revellín.
También quiere adentrarse en pintar cuadros de mayor
formato. Hasta ahora se ha decantado por un tamaño medio de
40 o 50 centímetros, siendo el más grande de 80-90.
El título de la muestra es ‘Reinventarse’ y la idea surge
tras un viaje a Bali en el que le recomendaron la lectura de
un libro, de Mario Alonso Puig, con dicho título. “Habla de
cómo reencontrarte contigo mismo, de recordar pensamientos y
pautas que hemos olvidado y hemos dejado de lado... Cuando
llegué a Ceuta, yo pintaba de manera muy eventual, sólo para
mis amigos y un día mi jefe y mis compañeras vieron algunos
de los cuadros y me animaron a hacer la exposición; por eso
reinventarse es también el momento de retomar la pintura y
probar suerte”, explica García.
De este modo retomó su pasión. Después, su amiga y socia de
‘La Sala’, Esther Úbeda, le propuso la idea de exponer en su
local.
En pintar un cuadro puede tardar cinco horas, aunque depende
mucho del momento y de cada una de las obras. Su técnica
suele comenzar con el dibujo, que después perfila en
acrílico en negro para terminar coloreando y haciendo
sombras. Como materiales, no siempre utiliza el pincel de
brocha fina, sino que usa desde el de brocha gorda o un
tenedor hasta una esponja.
Ahora mismo está trabajando en un cuadro que pinta con las
yemas de los dedos y en el que recrea caballos de mar.
“Estoy innovando”, añade. También ha pintado varios cuadros
con tintes de Chaouen, lo que le ha dado colores muy
intensos. García reconoce, además, que la pintura le atrae
porque le permite desconectar y relajarse. “Desconecto del
trabajo, del día a día y es mi manera de liberar estrés”.
La pintora asegura estar “muy nerviosa”, aunque sabe que la
arroparán sus amigos. La cita es esta tarde, a partir de las
20 horas, en el local del Poblado Marinero. La muestra
estará mañana, tarde y noche.
|