Embutidos, caramelos, chocolate, especias, frutos secos,
maíz asado, sidra, magdalenas artesanas, pastas, quesos del
mundo, empanadas, cecina, licores, pan de pueblo, patatas
asadas, conservas, castañas, bollos preñados, queso de
cabra, pulpo... La gastronomía ha sido el mayor reclamo y el
principal foco de venta durante los tres días que ha durado
el Mercado Medieval, organizado por la Consejería de
Educación, Cultura y Mujer. La Feria, que durante todo el
fin de semana ha trasladado a los ceutíes al Medievo,
concluyó ayer a las once de la noche.
Atrás quedaron tres días de diversión. Estandartes,
antorchas, banderas, pendones, gallardetes, escudos
heráldicos, toldos arlequinados, aperos de labranza y el
heno han hecho posible que los ceutíes crean estar en la
Edad Media. El colorido de este Mercado Medieval lo han
protagonizado ochenta puestos que han vendido objetos
artesanales de todo tipo.
Se han llevado a cabo además talleres de exhibición en los
que los ceutíes han podido conocer oficios como el de
herrero, tallador de madera y soplador de vidrio, además de
un taller de cencerros.
La ambientación es uno de los puntos fuertes del Mercado
Medieval, por el que han desfilado personajes llegados de
tierras lejanas, mezclados con cómicos, magos y
malabaristas. La música, para que el viaje en el tiempo sea
completo, llegó de la mano del folk medieval de Wyrdamur, y
con la danza, baile sufí en este caso, que trajo desde
Egipto Emad Selim.
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