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OPINIÓN - MARTES, 4 DE SEPTIEMBRE DE 2012

 
OPINIÓN

Del interés público al público interés

Por Juan Merino


La guerra residentes ceutíes-navieras ni es nueva ni parece tener una fácil solución. En campaña electoral es bandera de tantas formaciones políticas que, llegado el momento de gobernar no hacen más que demostrar su propia incapacidad como si se trata de la propia Teoría de Peter.

El último fin de semana el colapso “inesperado” según los que habían de entender de días de máxima afluencia y de OPE, no ha hecho mas que poner de manifiesto que cruzar el Estrecho es una aventura que, a través de los tiempos, cada vez es mas decimonónica y aberrante. Por mucho que la tecnología avance, Ceuta-Algeciras y Algeciras-Ceuta es el paradigma de la inutilidad más grande por parte de todos.

Embarcarse a uno y otro lado del Estrecho supone arriesgarse a múltiples incidencias tan variopintas como imprevistas. Siempre parece aguardarnos una novedad con la que sorprendernos. Cuando no es una certificación de residencia se trata de cualquier novedosa incidencia con repercusión siempre en los residentes ceutíes que se ven obligados a utilizar su única “autopista” y que una vez sí y otra también, se ven sometidos a la dictadura de navieras desaprensivas en cuestión de precios e irregularidades o competencias desleales como la descubierta recientemente a Balearia en Marruecos.

Estos censurables comportamientos hacen que a los ceutíes se nos tomen por tontos y, encima, nos hagan pagar un sobreprecio por el hecho de vivir aquí, en Ceuta. Hasta ahora, parece que la única medida efectiva ha sido cruzar los vehículos y decir “basta ya, de aquí no pasa nadie”. Con estas decisiones a las bravas, la compañía Balearia ha demostrado que sabe entrar en razón. Así ocurrió este fin de semana y así sucederá en cualquier otro momento, ante la impotencia del ceutí que ve pisoteados sus derechos una y otra vez.

Provocar el colapso, decir hasta aquí hemos llegado, sí parecen entenderlo pasando de no aceptar unos billetes a dar salida con urgencia al embarque. El “no pasarán” tan recordado de otros tiempos ha resultado en estas ocasiones a las que aludimos un bálsamo para la sinrazón de la compañía naviera.

De manera que, conocido el método, aplíquese ante atropellos de derechos y tropelías de todo tipo. “Aquí no pasa nadie”, parece ser la voz reivindicativa que hace entrar en razones a quienes utilizan la sinrazón por sistema. Es lo que un castizo diría: Ponerse a las bravas. Se demuestra que la razón de la fuerza es superior a la fuerza de la razón. Y no debería ser así, pero las circunstancias, a lo que se ve, mandan. Y de qué manera.

Se ha demostrado que el coche atravesado es la última medida de presión eficaz. Mientras, a seguir sufriendo con resignación cristiana. Poniendo la otra mejilla o aceptando las tropelías. Un modus vivendi con el que parece que estamos acostumbrados a convivir.
 

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