La guerra residentes ceutíes-navieras ni es nueva ni parece
tener una fácil solución. En campaña electoral es bandera de
tantas formaciones políticas que, llegado el momento de
gobernar no hacen más que demostrar su propia incapacidad
como si se trata de la propia Teoría de Peter.
El último fin de semana el colapso “inesperado” según los
que habían de entender de días de máxima afluencia y de OPE,
no ha hecho mas que poner de manifiesto que cruzar el
Estrecho es una aventura que, a través de los tiempos, cada
vez es mas decimonónica y aberrante. Por mucho que la
tecnología avance, Ceuta-Algeciras y Algeciras-Ceuta es el
paradigma de la inutilidad más grande por parte de todos.
Embarcarse a uno y otro lado del Estrecho supone arriesgarse
a múltiples incidencias tan variopintas como imprevistas.
Siempre parece aguardarnos una novedad con la que
sorprendernos. Cuando no es una certificación de residencia
se trata de cualquier novedosa incidencia con repercusión
siempre en los residentes ceutíes que se ven obligados a
utilizar su única “autopista” y que una vez sí y otra
también, se ven sometidos a la dictadura de navieras
desaprensivas en cuestión de precios e irregularidades o
competencias desleales como la descubierta recientemente a
Balearia en Marruecos.
Estos censurables comportamientos hacen que a los ceutíes se
nos tomen por tontos y, encima, nos hagan pagar un
sobreprecio por el hecho de vivir aquí, en Ceuta. Hasta
ahora, parece que la única medida efectiva ha sido cruzar
los vehículos y decir “basta ya, de aquí no pasa nadie”. Con
estas decisiones a las bravas, la compañía Balearia ha
demostrado que sabe entrar en razón. Así ocurrió este fin de
semana y así sucederá en cualquier otro momento, ante la
impotencia del ceutí que ve pisoteados sus derechos una y
otra vez.
Provocar el colapso, decir hasta aquí hemos llegado, sí
parecen entenderlo pasando de no aceptar unos billetes a dar
salida con urgencia al embarque. El “no pasarán” tan
recordado de otros tiempos ha resultado en estas ocasiones a
las que aludimos un bálsamo para la sinrazón de la compañía
naviera.
De manera que, conocido el método, aplíquese ante atropellos
de derechos y tropelías de todo tipo. “Aquí no pasa nadie”,
parece ser la voz reivindicativa que hace entrar en razones
a quienes utilizan la sinrazón por sistema. Es lo que un
castizo diría: Ponerse a las bravas. Se demuestra que la
razón de la fuerza es superior a la fuerza de la razón. Y no
debería ser así, pero las circunstancias, a lo que se ve,
mandan. Y de qué manera.
Se ha demostrado que el coche atravesado es la última medida
de presión eficaz. Mientras, a seguir sufriendo con
resignación cristiana. Poniendo la otra mejilla o aceptando
las tropelías. Un modus vivendi con el que parece que
estamos acostumbrados a convivir.
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