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OPINIÓN - MARTES, 4 DE SEPTIEMBRE DE 2012

 
OPINIÓN / CARTAS AL DIRECTOR

Adiós Francisco Martínez Herrera

Por Damián


Desde las 04:00 horas de la madrugada del sábado al domingo este pasado, los sms, los whatsapps, facebook y otras redes sociales nos informaban que D. Francisco Martínez Herrera acababa de fallecer. Era Francisco Martínez Herrera una persona amiga de sus amigos y sin duda algunos pocos, por no decir poquísimos, no eran sus amigos. Militar de empleo en el mando de subteniente, siempre defendía que era un legionario de los de la leche de pantera, de los de relacionarse con la tropa, iba con el emblema de la Legión a donde fuera, aún recuerdo las aventuras que nos contaba cuando estaba destinado en el Sahara español. También recuerdo su imagen con la heroica Bandera del Tercio portada en los sábados legionarios e inclusive cuando era el Tercio Duque de Alba II de la Legión quien tenía el honor de procesionar en Málaga con su Cristo de Mena, muchísimos amigos malagueños admiraban a Paco, porque para nosotros era nuestro Paco.

En un principio lo conocía de vista bajo este paradigma precisamente, era imagen representativa de todo un caballero legionario, ahí en la puerta del Museo de la Legión, o por dónde fuera. Más tarde, y siendo Pedro Mariscal Rojas el Hermano Mayor de La Encrucijada, tuve el honor de pertenecer con Paco a esa junta de gobierno. Tenía carácter la verdad, aún guardo en la memoria cómo me lanzaba de una punta a otra de la mesa con un encendedor por defender a quienes, según él, eran mis niños; no duraba el enfado más de un rato ya que salíamos al perdón de uno y otro.

Pero volviendo a su persona, he de decir que era un cristiano creyente y esta fe era la que lo mantuvo luchando hasta las tantas de esa madrugada. A lo largo de la vida luchó con la enfermedad de su mujer, madre de sus dos hijas, sumándose con ella en el día a día con la dolencia de ésta que, impedida por su mal, la mantenía en una silla de ruedas. Al quedarse viudo se comprometió en diferentes pastorales parroquiales: cofradías, cáritas, coro parroquial, y así fue como de nuevo Paco disfrutaba de la vida compaginándola con su profesión de militar y el resto de su familia, sus hijas, yernos y nietos.

En la Encrucijada tuvo el honor de formar parte de la comisión que se trasladó hasta Málaga para ver y entrevistar a D. Enrique María Huelin Vallejo, el padre Huelin, génesis de la Encrucijada con aquel gesto de mandar posar al Cristo en el suelo durante un vía crucis. Fue también gracias a él cuando un Martes Santo que llovía muchísimo e impedía que la Legión procesionara con el Nazareno que, consecuente con ello y tras su intervención y muchas gestiones, logró que acompañara la banda de guerra del Tercio a la Encrucijada el Jueves Santo de aquel año.

Con el mundo cofrade, en general, también quiso colaborar y fue otro de los agentes cofrades ceutíes que se trasladaron hasta la localidad vallisoletana de Medina del Campo para traerse la candidatura de Ceuta como sede del próximo Congreso Nacional de Hermandades y Cofradías.

Desde hace un par de años que se le diagnosticó una de las más crueles enfermedades (un cáncer en el hígado,) dejó al margen su participación con el resto de la sociedad ceutí para dedicarse a su persona y precisamente en este periodo conoció a una nueva mujer, a Mariajosé, quien durante este tiempo ha estado a su lado. En marzo de este año nos juntamos un grupo de amigos y decidimos homenajearle y darle las gracias por tenerle como un gran amigo. Ya la enfermedad le había fijado tal gravedad que nos hacía saber que su recuperación no iba a ser posible.

Desde estas líneas me gustaría, de nuevo, homenajearle y pedir a quien/quienes se sientan aludidos que respondan también ellos y no caigan en la indiferencia que muchas veces nos caracteriza. Estuvo inmerso en su vida profesional como Caballero Legionario, y de qué manera, y muchísimos legionarios de los de la leche de pantera apenan su pérdida. Estuvo también implicado en el mundo cofrade ceutí y muchos cofrades ceutíes apenan su pérdida, y estuvo en diferentes grupos parroquiales donde él quiso estar y muchos parroquianos apenamos su pérdida.

Los gestos y detalles, evidentemente, si se hacen en vida gustan más, pero que no se caiga en dicha indiferencia, ya que no es ni será nunca virtud propia de un cristiano. Sobran las palabras.
 

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