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OPINIÓN - MARTES, 4 DE SEPTIEMBRE DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

Cuidado con los ismos
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

El Día de Ceuta, debido a que Esperanza Aguirre y María Dolores de Cospedal, invitadas de honor al acontecimiento, negaron su asistencia a última hora, saltándose a la torera lo que mandan las normas de buena educación y sentido del deber, quedó reducido a un acto en el cual primaron las actividades deportivas organizadas por distintas federaciones. Alguien ha dicho, quien no se consuela es porque no quiere, que de la necesidad se hizo virtud.

Primaron, como antesala del momento cumbre del Día de la Autonomía, las exhibiciones de varios deportes bases, porque nuestro alcalde decidió que los niños de Ceuta fueran los más felices del mundo. Y, sobre todo, hizo muy bien Juan Vivas en predicar con el ejemplo: “Dejar que los niños se acerquen a mí y disfruten de mi presencia en momentos donde muchos de ellos están sufriendo las carestías impuestas por la crisis en los hogares de los de siempre: los ciudadanos de a pie”.

Escena emocionante, de una ternura indiscutible, y publicada en todos los medios con enorme derroche fotográfico. Fotografías que tendrán, con el paso del tiempo, un valor incalculable. Así que me acordé con celeridad, impropia de mí, de Jhon F. Kennedy: quien detestaba hacer política con los niños. Parece mentira lo insensible que era aquel hombre.

En fin, que el sábado pasado, entre pasacalles, actividades deportivas y degustación gastronómica, nuestro alcalde estuvo muy ocupado, aunque quizá tuviera un momento para comentar a sus más allegados, que estaba pensando en no invitar nunca más a ningún compañero de partido al Día de Ceuta. Salvo a Javier Arenas y, sobre todo, a Teófila Martínez. Ya que ambos han demostrado siempre que están caídos de boca por Ceuta.

Por la noche, no me cabe la menor duda de que nuestro alcalde llegó a conmoverse ante lo que vio en el cine del Parque Marítimo del Mediterráneo: la impunidad del crimen en Ciudad Juárez. Y, desde luego, vivo en la certeza de que lo primero que hizo al día siguiente es enviar mensajes de condolencias a las autoridades mejicanas –sin x, con el debido respeto a los mejicanos-. Ahora bien, si desea viajar al lugar de los hechos, yo le aconsejaría que lo hiciera acompañado de Fernando Jover: quien, según me han dicho -algunos mejicanos- tiene los dídimos suficientes para pasearse por lugares donde la vida vale nada y menos.

Pero faltaba el acto principal, el del domingo, en el Auditorio del Revellín: el acto institucional. Con su entrega de medallas y el discurso tan esperado. El de un político que, según Aróstegui, habla más y mejor que Castelar. Una arenga que yo no me la hubiera perdido, por nada del mundo, de no haber sido porque jugaba el Madrid. Aunque lo primero que he hecho es leerme el discurso tres veces. Y de él, como no podía ser de otra manera, me quedo con dos palabras. Pero qué palabras…: patriotismo y particularismo; que, como todos los ismos, hay que ir con cuidado. Me parece que el amor a la patria sólo es posible con la alegría que produce ver comer a la familia y tener lo suficiente para sentirse digno. En cuanto al particularismo, existe en toda España, aunque entre vascos y catalanes haya tenido siempre un cariz agresivo. De cualquier manera, alcalde, le sugiero que lea a Ortega y Gasset. Para que la próxima vez que hable de particularismo y patriotismo, pueda rizar el rizo en asunto tan complejo.
 

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