1. INTRODUCCIÓN
2 de Septiembre del año 31 a.C., el final de la republica
romana está llegando, comienza el Imperio y con él una nueva
forma de gobernar, de imponer la autoridad de Roma, pero
primero es necesario acabar con las luchas intestinas de
poder.
Marco Antonio y Octavio, deudores ambos de Cayo Julio César,
aliados primero y enemigos después, solo hay sitio para uno.
2. LOS ANTECEDENTES
Desaparecida la figura de Julio César y eliminados sus
asesinos por Octavio y Marco Antonio, llega la hora de
repartirse las provincias bajo dominación romana, para ello
se constituye el Segundo Triunvirato, con Lépido, general de
los ejércitos de César, como tercer socio.
África queda para Lépido, la parte occidental del
Mediterráneo se la adjudica Octavio, legítimo heredero de
Julio César , la parte oriental, por último, se la adjudica
Marco Antonio.
Tras la distribución territorial, ninguno quedo contento y
se dedicaron a dos tareas básicas, una consolidar su poder y
otra socavar el de los otros.
Marco Antonio se asienta en Alejandría donde junto a
Cleopatra dedica estos años a una vida de lujo y placer.
3. EL ESCENARIO
El golfo de Ambracia es el lugar en que quedaron atrapadas
las naves de Marco Antonio, frente a él Marco Antonio
aguardaba el encuentro definitivo.
4. LOS PROTAGONISTAS
- Cayo Julio César Octavio Augusto:
Nacido en Roma el 23 de Septiembre del año 63 a.C., murió en
Nola el 19 de Agosto del año 14 d.c. es, por derecho propio,
el primer y más importante emperador romano, conocido como
Octavio, mantuvo la ilusión de la República, mediante la
continuidad de sus instituciones, pero su gobierno fue
autocrático y durante los más de 40 años que reinó, se
dedicó con éxito a consolidar el nuevo modelo del régimen,
procurando además, acabar con las guerras civiles,
inaugurando una nueva era de prosperidad calificada como Pax
Romana.
Con su nuevo poder y una enorme fortuna, se dedicó con
ahínco a perseguir a los asesinos de Cesar, asociado con
Marco Antonio, empeñados ambos en la misma labor.
Su inexperiencia militar y su juventud la compensó con su
fiel amigo y general Agripa.
- Marco Antonio:
acido en Roma, 14 de Enero del año 83 a.C., murió en
Alejandría el 1 de Agosto del año 30 a.C. Era familiar
lejano de César y uno de sus colaboradores más estrechos,
ambos abordaron con éxito las campañas de las Galias,
demostrando talento y valor como comandante de la
caballería. Su lealtad se demostró inquebrantable a Julio
Cesar.
Cuando este fue nombrado Dictador, Marco Antonio fue aupado
a Magister Equitum, ejerciendo como lugarteniente de César,
quedando en la capital mientras su mentor acababa con los
últimos reductos de resistencia pompeyana.
Cuando desapareció la figura de Julio César, él se consideró
su legitimo sucesor, por lo que al comprobar que no era su
heredero sufrió un duro golpe, máxime cuando el elegido era
un joven sin experiencia y desconocido.
La disolución del Segundo Triunvirato el 33 a.C., fue el
principio de una nueva guerra civil que los enfrentaría por
el poder absoluto.
La batalla de Accio fue el principio de su fin y de su
aliada y amante Cleopatra.
5. LAS ARMAS
Estamos ante una batalla naval de la antiguedad, donde las
embarcaciones son el arma de guerra por excelencia.
El tipo de embarcación militar que dominaba el mediterráneo
era la galera, se clasificaban en función del número de
filas de hombres que tuviesen en cada lado, y no como
comúnmente parece entenderse, referida al número de remos.
La mayor y más pesada era la quinquerreme, que poseía cinco,
aunque también existían birremes, trirremes y cuatrirremes,
que tenían dos, tres y cuatro filas de remeros,
respectivamente. En general estas filas se disponían en tres
niveles protegidos de los impactos enemigos.
Un espolón en su proa servía para embestir a la nave
enemiga.
Como armamento, llevaban scorpios (pequeñas máquinas que
podían lanzar dardos o piedras), y torres a proa y popa,
donde se apostaban arqueros para tener una mejor visión y
posición de tiro. Su fuerza motriz principal eran los remos
aunque disponían de una vela cuadrada que recogían durante
la batalla, por lo que todos los movimientos debían hacerse
a fuerza de remos. El timón típico lo constituían dos remos
situados en la popa, desde donde se gobernaba la nave.
Destaca el uso del llamado corvus, que se comenzó a utilizar
durante la Primera Guerra Púnica, se trataba de una
plataforma vertical móvil dotada de un gancho que, durante
el abordaje, se hacía caer sobre la embarcación enemiga
evitando que huyera, esta pasarela permitía el abordaje
convirtiendo una batalla marítima en lo más parecido a una
terrestre.
La flota era comandada por un prefecto y cada nave estaba al
mando de un capitán, la dotación de cada embarcación era 300
marinos para un quinquerreme, en tanto que la de un trirreme
era de 200 marinos.
6. LA BATALLA
Aunque las fuentes no se ponen de acuerdo, parece que Marco
Antonio contaba con superioridad numérica, 600 naves en su
mayoría quinquerremes, por su parte Octavio disponía de algo
más de la mitad compuesta sobre todo de trirremes y algunos
birremes.
El primero dominaba en número y tamaño, el segundo en
maniobrabilidad y rapidez.
Las naves de Marco Antonio, estacionadas en le golfo de
Ambracia junto con las egipcias, salieron a mar abierto para
iniciar la batalla. No resulta difícil imaginar la escena,
cientos de naves avanzando en apretadas líneas, imparables.
Las de Marco Antonio en vanguardia, las de Cleopatra en
retaguardia.
Para Octavio enfrentarse directamente era un suicidio, así
que en principio optó por dejarlas pasar y atacar por
detrás, pero cabía la posibilidad de que con todo el trapo
desplegado fueran imposibles de alcanzar y escaparan,
evitando la batalla para posteriormente reagruparse en otro
lugar, con lo que no habría batalla. Agripa, cuando las tuvo
encima maniobró haciendo creer que se replegaba dejando que
se confiaran, bruscamente giró sobre si mismo y dividiendo
sus efectivos atacó sus costados. Marco Antonio al ver sus
flancos en peligro, inició la batalla.
La maniobra de Octavio y sus generales buscaba romper los
remos de los poderosos quinquerremes, acosándolos sin cesar
lanzando flechas y proyectiles. Las naves de Marco Antonio
por su parte lanzaban sus garfios buscando atrapar a las
pequeñas trirremes y amarrarlas junto a ellas. Cuando lo
conseguían, se producía el abordaje y un duro combate cuerpo
a cuerpo.
Los barcos de Cleopatra se mantenían a la expectativa,
observando desde lejos el desarrollo de la contienda. Estaba
claro que se trataba de una batalla que acabaría decidiendo
su futuro, ambos bandos estaban inmersos en una lucha sin
cuartel, ya no sería posible la huida, así que, sin previo
aviso, Cleopatra optó por salir de allí, a toda vela, en el
momento en que el viento roló a una dirección favorable,
atravesó las líneas en combate seguida por sus naves de
escolta. Los hombres de ambos bandos observaron la maniobra,
pero Marco Antonio, cuando se dio cuenta, no lo dudó,
abandonó su nave trasbordando a una pequeña y rápida
embarcación y salió en pos de su amada.
Los romanos que luchaban a su lado quedaron atónitos viendo
como su general huía del combate, abandonando a sus hombres
a su suerte.
A partir de este momento, la balanza se inclinó
definitivamente del lado de Octavio que, una a una destruyó
la flota de su enemigo.
Los relatos de los historiadores concluyen que la batalla
duró algo menos de cinco horas, pero también afirman que los
quinquerremes permanecieron a flote y en llamas durante gran
parte de la noche.
Por su parte Marco Antonio alcanzó la nave de la reina
egipcia y, según Plutarco, permaneció todo el tiempo que
duró la travesía en la proa con las manos en la cabeza y sin
pronunciar palabra. A la altura del cabo Tenaro se
detuvieron para aguardar a los barcos rezagados.
El desastre se había consumado, en una sola batalla lo había
perdido todo, incluso sus tropas terrestres que se pasaron
en bloque al, hasta entonces su enemigo, Octavio las trató
con clemencia.
7. LAS CONSECUENCIAS
Octavio resultó vencedor absoluto. Como homenaje fundó la
ciudad de Nicópolis, donde había estado instalado su
campamento.
La batalla fue decisiva, pero no supuso el final de la
guerra, Marco Antonio y Cleopatra habían conseguido
refugiarse en Alejandría. Aunque sin tropas, estas se habían
incorporado, tras la batalla, a la disciplina octaviana, su
resistencia en Alejandría no podía tener otro final que la
derrota.
Acorralados y vencidos, su final tiene el sabor de una
tragedia griega. Marco Antonio cree que su amada se ha
suicidado y, preso de dolor, se atraviesa con su propia
espada, Cleopatra hizo lo siguió al conocer la noticia, no
quería verse desfilando en la entrada triunfal de Augusto en
Roma.
La fecha de esta batalla se ha empleado para definir el
final de la República Romana y el comienzo del Imperio.
8. EL ANÁLISIS
Al margen de la publicidad romana, que hizo de Accio una
batalla gloriosa donde se enfrentaron no ya dos ejércitos,
sino dos formas de ver el mundo, por un lado la depravación
oriental, por otro la virtud romana, si evaluamos crudamente
la realidad observamos que tiene poco de gloriosa, Marco
Antonio desde el principio no quería plantear una batalla,
prefería claramente huir y buscar un mejor escenario.
Sabemos que con las velas desplegadas no se podía pelear,
así que su idea era clara, lo que ocurrió después es objeto
aun de controversia, para los historiadores antiguos la
culpa cae sobre Cleopatra, ella fue la que con su gesto
arrastró al romano que, por amor, olvidó sus deberes.
Lo realmente llamativo de todo este enfrentamiento es que a
priori Marco Antonio contaba con claras opciones para
derrotar a su enemigo, disponía de más tropas y
embarcaciones que su contrincante, contaba con experiencia
en el mando, disponía del apoyo de los reinos próximos…
¿Por qué no planteó una batalla terrestre?
¿Por qué no utilizó su supremacía marítima en número y
tamaño?
Las respuestas están en la precipitación, en la presión que
soportaba, en la íntima convicción de que iba a ser
derrotado, incluso en el hecho de que al final de todo,
Marco Antonio era un noble romano que estaba traicionando
toda la esencia de Roma.
¿Y si hubiera vencido?
Se abrían dos caminos, tras la destrucción de su enemigo
Octavio, habría quedado Roma a sus pies y podría optar bien
por castigar a la ciudad y a los nobles que le habían
traicionado, para a continuación nombrarse dictador de por
vida como Julio Cesar, instalándose en la capital del
imperio. O bien podría haber optado por olvidar Roma y
trasladarse a Alejandría que pasaría a ser el corazón de un
nuevo imperio gobernando junto a Cleopatra, como los
antiguos reyes Egipcios, fundando una nueva dinastía, el
mundo hubiera sido muy distinto del que conocemos.
Pero esto es historia ficción.
9. CEUTA EN EL CONTEXTO HISTÓRICO
En tanto que romanos contra romanos se enfrentaban en luchas
de poder decisivas, qué podemos decir de nuestra ciudad en
esa época.
Se puede afirmar que ni las fuentes clásicas, ni la
epigrafía han proporcionado ninguna información determinante
sobre el estatuto jurídico de Septem en época altoimperial.
El Itinerario Antonino alude a la statio Ad Septem Fratres y
a la Ad Abilem en la región ceutí. Se ha planteado, al
parecer sin fundamento, que Augusto le hubiera otorgado el
rango de colonia.
El Itinerario Antonino solamente cita a Septem Fratres como
estación costera, por tanto nada permite afirmar que la
statio citada pertenezca a una aglomeración de tipo urbano o
rural, ni si estaba dotada de alguno de los monumentos
representativos de una ciudad romana.
Las excavaciones arqueológicas han sacado a la luz varias
industrias de salazones cuyo inicio se data a finales del s.
I a.C., siendo uno de los principales recursos de la ciudad
en la antigüedad, junto con la pesca. La expansión en Septem
de las actividades salazoneras en este momento coincidió
también con el mismo fenómeno en la orilla hispana del
Estrecho.
En resumen se trataría una zona en la que predominaban las
industrias del salazón, acompañada de barcos pesqueros que
saldría a faenar a las aguas de estrecho, trayendo consigo
la materia prima que se transformaba en las fábricas y se
exportaba a través del mediterráneo.
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