Hacía treinta años para algunos. ‘Esa soy yo’, ‘Mira, ese es
Fernando’, ‘¡Y Villanueva!’, ‘Con el cuatro bollos... y en
la tienda’... Esos eran sólo algunos de los vítores que
daban mientras señalaban exaltados las fotografías que se
pasaban por la pantalla. Varias décadas después, más barriga
y menos inocencia. Pero ayer recuperaron sus sonrisas de
niños y adolescentes y desempolvaron del cajón sus viejas
pañoletas. Siempre listos, como dice el lema Scout. Casi
cincuenta personas se dieron cita ayer para rememorar un
pasado en común: en algún momento de sus vidas pertenecieron
a alguno de los diferentes grupos scout que ha habido en
Ceuta.
Jesús Martín, presidente de la asociación Scout de Ceuta y
jefe del único grupo que permanece, el ‘Omaha 238’, se
encargó de organizar el encuentro bajo el nombre ‘Scouts de
Ceuta de todos los tiempos’. Unos corrieron la voz, otros
escanearon viejas fotografías guardadas en un álbum. Un
pequeño impulso, un encuentro, varias generaciones y todos
tenían algo que contar, muchos recuerdos que compartir.
Como María del Carmen Martín y Fernando Román, madre e hijo
que pertenecieron al grupo ‘Abyla’. Una era jefe de grupo
-está pensando en volver, un scout siempre es scout-; el
hijo, un ‘lobato’ de siete años. María del Carmen se pasó
noches enteras cosiendo pañoletas. El día que hizo su
promesa fue uno de los más bonitos. Ese momento no se
olvida, por muchas lunas que pasen.
Como las primeras responsabilidades. Antonio Díaz fue el
primer ‘Akela’ de las ‘lobatas’, es decir, un adolescente de
17 años que debía hacerse cargo de un grupo de niñas de
entre siete y once años. “Ahora me parece una locura, pero
entonces era más seguro, pedíamos en la Delegación permiso
de acampada, de fuego y de arma blanca para cocinar y nos
íbamos al campo”. Un monte que estaba cerca y al que siempre
estaban prestos a subir a pie. Nos les hacía falta coche,
recuerdan, tenían todas las ganas de disfrutar del mundo, y
pasar una noche en la tienda de campaña en mitad de García
Aldave era emocionante. Mery Rodríguez también lo recuerda
así y del mismo modo lo ha inculcado. Es frecuente que quien
ha sido Scout, le ceda el testigo a su ‘prole’.
Diego Cobos, Julio del Valle y Eladio Merollo llegaron al
encuentro en representación de la Federal y del Museo Scout.
“Importa el pasado, pero sobre todo el presente”, apuntaron
animando a que la vinculación con el movimiento scout
continúe a pesar de que las obligaciones de la vida diaria
dificulten una participación activa. “Siempre se puede
colaborar”, agregan. Y así, la vieja pañoleta nunca se deja
de lucir.
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