La panificadora Nuestra Señora de África cerró ayer sus
puertas, después de más de cuarenta años de trabajo, por la
competencia desleal de los vendedores ambulantes de
Marruecos y las empresas ilegales. Su propietario, Juan José
García, recordaba ayer que desde el sector han denunciado
muchas veces una situación “insostenible” que ha llevado al
cierre a varios obradores en la última década.
En los últimos años han sido varias las panificadoras
ceutíes que han tenido que cerrar sus puertas por una falta
de ingresos motivada, entre otros motivos, por la
“competencia desleal de empresas ilegales o la venta
ambulante de pan de Marruecos” y así lo explica Juan José
García. Él es el propietario de la panificadora Nuestra
Señora de África, la última que se ha sumado a esta lista.
Ayer fue el último día de trabajo en este obrador que puso
en marcha Juan García Chicón. Ahora, su hijo se ha visto
obligado a cerrar por que ya no podían afrontar los gastos.
“Las ventas han bajado y sobre todo se ha notado en los
puestos del mercado en los que servimos pan. Los clientes
que compraban en ellos, ahora se van a otros donde el
producto es más barato”, lamentaba ayer García que recordaba
que desde el sector llevan años denunciando la pérdida de
beneficios por la venta de pan ambulante y las empresas que
tienen empleados ilegales para despachar un pan de menor
calidad y más barato.
“Hemos denunciado la situación a través de los sindicatos y
directamente a las autoridades”, señalaba García para
explicar que en 2007 la Ciudad Autónoma ya se comprometió a
perseguir la venta ambulante. “Hubo más vigilancia y
decomisos, pero ahora se sigue viendo cómo la gente entra de
Marruecos y venden a la puerta de los mercados o en
barriadas como Los Rosales”, constataba el propietario de
este obrador en el que trabajan siete personas. “El empleado
con menos antigüedad estaba con nosotros desde 2004 y el más
antiguo desde el el ‘78”, contaba García para destacar que
el trabajo del obrador es “duro y poco agradecido”. Ahora,
además, denuncia la irregularidad en la que algunas
panificadoras ilegales, ubicadas en pleno centro a pesar de
que la normativa lo prohibe, tienen a sus trabajadores.
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