Los tontos ni son ni buenos ni
agradecidos. Aunque los hay que se mantienen entre
bastidores y apenas dan que hablar, mientras otros, ávidos
de darse a conocer, dicen paridas que causan un revuelo
enorme y ponen en entredicho a quienes hicieron posible que
tuviera altavoz para que sus meteduras de pata alcanzaran
mucha resonancia.
El tonto, en esta ocasión –ingeniero, y otrora directivo de
Isolux Corsán-, se llama Guillermo Collarte, y
todavía es diputado del PP y concejal del Ayuntamiento de
Orense. Lo cual sirve como ejemplo indiscutible de que los
títulos y los cargos no impiden que la estulticia aflore
plenamente en quien es necio porque sí. Es decir, por ser
mentecato de nacimiento. Y es que “lo que la naturaleza no
da, Salamanca no lo presta”.
Con la que está cayendo y la que nos espera a partir de
septiembre, el político gallego, menos mal que a este no le
ha dado por opinar sobre Ceuta, se ha entretenido en
quejarse públicamente, el domingo pasado: “Gano unos 5.100
euros y las paso canutas”. Y, como no podía ser de otra
manera, al Fulano le han dicho de todo.
Sí, ya se que el tal Collarte ha pedido disculpas, ante la
avalancha de improperios que está recibiendo, merecidamente,
aunque sigue en sus trece: acordándose de que sus ingresos
anteriores a entrar en la política activa eran mayores. Lo
dicho: los tontos ni son buenos ni agradecidos. Y mucho
menos cuando asegura lo siguiente: “los diputados del grupo
del gobierno solo vamos a levantar la mano, pero es que es
así. El papel del diputado lleva mucho de ser bien mandado,
pero esto está configurado así”.
Como verán ustedes, lo que dice Guillermo Collarte es algo
bien sabido; o sea que los parlamentarios no tienen ni voz
ni voto y sus intervenciones se limitan a decir sí, no, sí,
no, por medio de un timbre que ponen a su alcance en la
bancada del Congreso de los Diputados. Y aun así, suelen
equivocarse o dormirse o ausentarse del hemiciclo. Y hasta
alegan indisposición para quedarse en el piso madrileño en
buena compañía. Tan verdad como es que el diputado gallego
le ha hecho un flaco favor a la política, a sus compañeros y
al partido que le ha dado la oportunidad de dejar una
profesión liberal, en la cual ganaba mucho dinero, según él,
para pasarlas canutas con los más de cinco mil que cobra del
ala. Insisto: los tontos ni son buenos ni agradecidos.
En Ceuta, conviene recordar que ha habido políticos que,
ante las críticas recibidas, también salieron poniendo el
grito en el cielo y aduciendo que ellos ganaban más dinero
como funcionarios o bien con otros empleos. Con el fin de
convencernos de que si estaban ejerciendo la política activa
era por amor a la ciudad y a sus convecinos.
Por amor a la ciudad y a sus convecinos, pues, sepan ustedes
que están todos nuestros gobernantes. Sacrificándose por
nosotros. Aunque en el empeño pierdan mucho dinero. Pero no
sólo los parlamentarios nacionales y los diputados de la
Ciudad, sino también los asesores y los asesores de los
asesores. Podría enumerarlos a todos y a todas -ya que la
indistinción de los géneros está muy mal vista-, pero
prefiero que sean ustedes los que les pongan nombres y
apellidos a los benefactores y benefactoras. Y propongo que
sean todos y todas homenajeados en el ‘Día de Ceuta’. Una
idea para Salvador Jaramillo: subdirector de
festejos.
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