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OPINIÓN - MARTES, 27 DE AGOSTO DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

Los tontos como Guillermo Collarte
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Los tontos ni son ni buenos ni agradecidos. Aunque los hay que se mantienen entre bastidores y apenas dan que hablar, mientras otros, ávidos de darse a conocer, dicen paridas que causan un revuelo enorme y ponen en entredicho a quienes hicieron posible que tuviera altavoz para que sus meteduras de pata alcanzaran mucha resonancia.

El tonto, en esta ocasión –ingeniero, y otrora directivo de Isolux Corsán-, se llama Guillermo Collarte, y todavía es diputado del PP y concejal del Ayuntamiento de Orense. Lo cual sirve como ejemplo indiscutible de que los títulos y los cargos no impiden que la estulticia aflore plenamente en quien es necio porque sí. Es decir, por ser mentecato de nacimiento. Y es que “lo que la naturaleza no da, Salamanca no lo presta”.

Con la que está cayendo y la que nos espera a partir de septiembre, el político gallego, menos mal que a este no le ha dado por opinar sobre Ceuta, se ha entretenido en quejarse públicamente, el domingo pasado: “Gano unos 5.100 euros y las paso canutas”. Y, como no podía ser de otra manera, al Fulano le han dicho de todo.

Sí, ya se que el tal Collarte ha pedido disculpas, ante la avalancha de improperios que está recibiendo, merecidamente, aunque sigue en sus trece: acordándose de que sus ingresos anteriores a entrar en la política activa eran mayores. Lo dicho: los tontos ni son buenos ni agradecidos. Y mucho menos cuando asegura lo siguiente: “los diputados del grupo del gobierno solo vamos a levantar la mano, pero es que es así. El papel del diputado lleva mucho de ser bien mandado, pero esto está configurado así”.

Como verán ustedes, lo que dice Guillermo Collarte es algo bien sabido; o sea que los parlamentarios no tienen ni voz ni voto y sus intervenciones se limitan a decir sí, no, sí, no, por medio de un timbre que ponen a su alcance en la bancada del Congreso de los Diputados. Y aun así, suelen equivocarse o dormirse o ausentarse del hemiciclo. Y hasta alegan indisposición para quedarse en el piso madrileño en buena compañía. Tan verdad como es que el diputado gallego le ha hecho un flaco favor a la política, a sus compañeros y al partido que le ha dado la oportunidad de dejar una profesión liberal, en la cual ganaba mucho dinero, según él, para pasarlas canutas con los más de cinco mil que cobra del ala. Insisto: los tontos ni son buenos ni agradecidos.

En Ceuta, conviene recordar que ha habido políticos que, ante las críticas recibidas, también salieron poniendo el grito en el cielo y aduciendo que ellos ganaban más dinero como funcionarios o bien con otros empleos. Con el fin de convencernos de que si estaban ejerciendo la política activa era por amor a la ciudad y a sus convecinos.

Por amor a la ciudad y a sus convecinos, pues, sepan ustedes que están todos nuestros gobernantes. Sacrificándose por nosotros. Aunque en el empeño pierdan mucho dinero. Pero no sólo los parlamentarios nacionales y los diputados de la Ciudad, sino también los asesores y los asesores de los asesores. Podría enumerarlos a todos y a todas -ya que la indistinción de los géneros está muy mal vista-, pero prefiero que sean ustedes los que les pongan nombres y apellidos a los benefactores y benefactoras. Y propongo que sean todos y todas homenajeados en el ‘Día de Ceuta’. Una idea para Salvador Jaramillo: subdirector de festejos.
 

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