Los sábados suelo quedarme en
casa. Y no me pregunten el motivo por el cual no me apetece
darme un garbeo por el centro de la ciudad. Ya que me sería
imposible responder a esa pregunta. Este sábado, sin
embargo, he sentido la necesidad de callejear por sitios en
los cuales me suelo encontrar con personas conocidas.
A la una de la tarde, lo sé porque acababa de echarle una
mirada al reloj, estoy a cierta distancia de la Cafetería El
Puente y noto que hay alguien que llama mi atención. Pronto
caigo en la cuenta de que se trata de Quico Martell.
Nada más acercarme a la mesa en la que éste se encuentra, me
llevo una grata sorpresa: en ella está sentado Juan Lima;
magnífico jugador que formó parte de aquella Agrupación
Deportiva Ceuta en la que descollaron también jugadores como
Zacarizo, Alcalá, Esteban, Azurmendi y otros más que
ahora mismo no se me vienen a la memoria.
Mi amistad con Lima data de antiguo. De cuando él era
jugador de la AGC y yo vine a jugar con el Portuense un
partido que los locales ganaron por dos a uno en el Murube.
JL se acuerda de un futbolista extraordinario que fue mi
amigo del alma y que me ayudó a destacar como entrenador:
Manolín. Ambos, teniendo como testigo a Quico Martell,
coincidimos en que Manolín había sido una figura
indiscutible del fútbol de aquellos años setenta.
Metidos en conversación estábamos, cuando tenemos la suerte
de que se una a nosotros Nayim. Quien ha sido tan
buen futbolista como persona que sigue estando en posesión
de una educación destacada y de una cultura vasta.
Llegó Nayim acompañado de Mehdi, su segundo hijo, que
pronto da muestras de saber estar y que me gana con su
simpatía en un amén. Mientras que Moga, tan unido a
Nayim, disfruta de la forma como se comporta el hermano de
Yusef. Éste es el mayor de los hijos de Nayim y está
a punto de jugar un campeonato internacional de fútbol en
Villarreal. A Nayim, cuando habla de este hijo, se le
alegran las pajarillas.
La tertulia va adquiriendo interés porque van surgiendo
nombres de figuras del fútbol y hasta del toreo. Se habla
despaciosamente y sin que nadie quiera avasallar a nadie. Se
exponen datos y hechos concretos. Y pronto nos damos cuenta
de que mirar hacia atrás no tiene por qué ser motivo de
castigo bíblico: recuerden lo de la mujer de Lot.
Nos atrevemos a hacer comentarios sobre el reciente partido
jugado entre Barcelona y Madrid. Convencidos de que va a
imperar el sentido común. Por más que éste sea tenido por el
menos común de los sentidos. Elogiamos a Valdés. Y
hacemos votos porque siga jugando con los pies como lo ha
venido haciendo hasta ahora. Por más que en el empeño pueda
haber espacio para el yerro. Reconocemos que Pedro
estaba en fuera de juego cuando logró el gol del empate. Y
que Xabi Alonso está sobrevalorado.
Lima y Nayim, futbolistas que fueron extraordinarios, con
fortunas dispares, son tipos estupendo con los que compartir
tertulia es un placer. Tampoco hay que echar en saco roto la
manera de estar de Quico Martell (por cierto, me ha dicho
que su hermana, Nieves Martell, presidenta de la
Sociedad Española de Hipertensión, se encuentra en Ceuta).
En fin, que me ha merecido la pena darme un garbeo por el
centro de la ciudad. Y, por tanto, no me cabe sino contarlo.
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