La conjunción de dos contrarios, o al menos así es como lo
entendemos, pero ¿realmente es así? ¿existen dos formas de
entender el mundo en términos políticos? Veamos sus
definiciones:
El capitalismo es un orden social que resulta de la libertad
económica en la disposición y usufructo de la propiedad
privada sobre el capital como herramienta de producción.
El socialismo es el control por parte de la sociedad,
organizada como un entero, sobre todos sus elementos
integrantes, tanto los medios de producción como las
diferentes fuerzas de trabajo aplicadas en las mismas.
No es necesario buscar mucho, ambos conceptos se pueden
encontrar en la Wikipedia.
Tampoco parece que sean precisas muchas aclaraciones, aunque
es ineludible comprender de lo que estamos hablando puesto
que, en los tiempos que corren, se hace uso de ellas sin el
menor rubor y, en algunos casos, desde la más absoluta
ignorancia.
La cuestión que se plantea es si realmente existen
cualquiera de los dos, más allá de cualquier confrontación
teórica. El ejemplo de nuestro propio país, puede servir
como referencia de lo que en general ocurre en Europa,
aunque incluso el paradigma del capitalismo, Estados Unidos,
tampoco es absolutamente purista a la hora de aplicar el
concepto.
Pero volvamos a Europa y dentro de ella a España.
El modelo de democracia implantado supone de facto la
consagración del bipartidismo como sistema. Conviene
recordar aquí que la atomización de partidos durante las
etapas anteriores a la guerra civil, condujeron a un sistema
que hizo ingobernable al país.
El sistema actual hace que o socialistas, o capitalistas
sean los que gobiernen. Demasiado simple. Porque ni los
socialistas ni los capitalistas son tales. A la definición
me remito.
¿Entonces hablamos de social democracia? Al fin y al cabo
esta forma de entender el estado nace de las ideas
socialistas.
Aquí estamos más cerca de la realidad que nos rodea.
El socialismo supone progreso social y de derechos, el
capitalismo supone alienación del individuo para ir en pos
del beneficio individual.
Suena bien. No hay problema, casi todos somos socialistas.
Pero vivimos en un mundo que ya no es así, en tiempos era
más sencillo, las dificultades surgen con el desarrollo de
las clases medias. En cuyo caso la culpa es de esa vapuleada
clase media. Absurdo.
Es mejor dejarse de rodeos. El concepto de izquierda y
derecha, está trasnochado, los que todavía se tildan de
socialistas, son en realidad social demócratas, los que lo
hacen de capitalistas también.
Fijémonos en un detalle, cuando el fascismo acaparó el
poder, allá por años treinta del siglo pasado, lo hizo a
través de un control férreo del estado, acaparando los
medios de producción, igual que los comunistas.
Curioso. Aunque no tanto si se tiene en cuenta que las
ideologías totalitarias funcionan de manera parecida.
De eso ya estamos escarmentados. No está tan lejos en
nuestra memoria colectiva.
Ya no hacemos experimentos y para muestra solo hay que
observar nuestro pendular sistema de gobierno, si votamos
con el corazón nos hacemos de izquierdas, si por el
contrario es con el bolsillo nos volvemos de derechas.
Entonces ¿está ahí la diferencia? Corazón versus bolsillo.
Los recortes son de derechas, los derechos de izquierda. El
medio ambiente es patrimonio de la izquierda, las grandes
fortunas de la derecha. La inclusión de las minorías cosa de
izquierdas, la reducción del gasto social cosa de derechas.
Lugares comunes, nada más que eso, o por decirlo más claro,
mitos, solo mitos.
Todavía esta por ver la reforma agraria en Andalucía, o la
nacionalización de empresas cuando la izquierda ha ocupado
el poder, más bien hay ejemplos de lo contrario.
Aparecen conceptos nuevos como la sostenibilidad, que
parecen todavía poco desarrollados y que no son patrimonio
de una determinada idea.
Sencillamente todo sistema que se precie ha de ser
sostenible. No es posible atender todas las necesidades de
una sociedad como la actual con los recursos disponibles.
Eso es insostenible.
Está claro que el Estado debe asumir el papel de
redistribuidor de la riqueza y de garante del equilibrio
social y económico.
Y quizás ahí esta el fondo de la cuestión, cada día que pasa
vemos que importa menos el signo del partido que gobierna,
cada día es más importante que cuente con gestores que estén
a la altura de las circunstancias.
El denostado político tiene que profesionalizarse, tiene que
ser capaz de entender el mundo que le rodea y para ello debe
contar con una formación adecuada, con un nivel retributivo
acorde a sus responsabilidades y con un sentido de Estado
que evite posicionamientos que nos abocan a todos a sufrir
sus consecuencias.
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