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OPINIÓN - VIERNES, 24 DE AGOSTO DE 2012

 
OPINIÓN / LA DIANA

Socialismo versus capitalismo

Por JAUMA


La conjunción de dos contrarios, o al menos así es como lo entendemos, pero ¿realmente es así? ¿existen dos formas de entender el mundo en términos políticos? Veamos sus definiciones:

El capitalismo es un orden social que resulta de la libertad económica en la disposición y usufructo de la propiedad privada sobre el capital como herramienta de producción.

El socialismo es el control por parte de la sociedad, organizada como un entero, sobre todos sus elementos integrantes, tanto los medios de producción como las diferentes fuerzas de trabajo aplicadas en las mismas.

No es necesario buscar mucho, ambos conceptos se pueden encontrar en la Wikipedia.

Tampoco parece que sean precisas muchas aclaraciones, aunque es ineludible comprender de lo que estamos hablando puesto que, en los tiempos que corren, se hace uso de ellas sin el menor rubor y, en algunos casos, desde la más absoluta ignorancia.

La cuestión que se plantea es si realmente existen cualquiera de los dos, más allá de cualquier confrontación teórica. El ejemplo de nuestro propio país, puede servir como referencia de lo que en general ocurre en Europa, aunque incluso el paradigma del capitalismo, Estados Unidos, tampoco es absolutamente purista a la hora de aplicar el concepto.

Pero volvamos a Europa y dentro de ella a España.

El modelo de democracia implantado supone de facto la consagración del bipartidismo como sistema. Conviene recordar aquí que la atomización de partidos durante las etapas anteriores a la guerra civil, condujeron a un sistema que hizo ingobernable al país.

El sistema actual hace que o socialistas, o capitalistas sean los que gobiernen. Demasiado simple. Porque ni los socialistas ni los capitalistas son tales. A la definición me remito.

¿Entonces hablamos de social democracia? Al fin y al cabo esta forma de entender el estado nace de las ideas socialistas.

Aquí estamos más cerca de la realidad que nos rodea.

El socialismo supone progreso social y de derechos, el capitalismo supone alienación del individuo para ir en pos del beneficio individual.

Suena bien. No hay problema, casi todos somos socialistas.

Pero vivimos en un mundo que ya no es así, en tiempos era más sencillo, las dificultades surgen con el desarrollo de las clases medias. En cuyo caso la culpa es de esa vapuleada clase media. Absurdo.

Es mejor dejarse de rodeos. El concepto de izquierda y derecha, está trasnochado, los que todavía se tildan de socialistas, son en realidad social demócratas, los que lo hacen de capitalistas también.

Fijémonos en un detalle, cuando el fascismo acaparó el poder, allá por años treinta del siglo pasado, lo hizo a través de un control férreo del estado, acaparando los medios de producción, igual que los comunistas.

Curioso. Aunque no tanto si se tiene en cuenta que las ideologías totalitarias funcionan de manera parecida.

De eso ya estamos escarmentados. No está tan lejos en nuestra memoria colectiva.

Ya no hacemos experimentos y para muestra solo hay que observar nuestro pendular sistema de gobierno, si votamos con el corazón nos hacemos de izquierdas, si por el contrario es con el bolsillo nos volvemos de derechas.

Entonces ¿está ahí la diferencia? Corazón versus bolsillo.

Los recortes son de derechas, los derechos de izquierda. El medio ambiente es patrimonio de la izquierda, las grandes fortunas de la derecha. La inclusión de las minorías cosa de izquierdas, la reducción del gasto social cosa de derechas.

Lugares comunes, nada más que eso, o por decirlo más claro, mitos, solo mitos.

Todavía esta por ver la reforma agraria en Andalucía, o la nacionalización de empresas cuando la izquierda ha ocupado el poder, más bien hay ejemplos de lo contrario.

Aparecen conceptos nuevos como la sostenibilidad, que parecen todavía poco desarrollados y que no son patrimonio de una determinada idea.

Sencillamente todo sistema que se precie ha de ser sostenible. No es posible atender todas las necesidades de una sociedad como la actual con los recursos disponibles. Eso es insostenible.

Está claro que el Estado debe asumir el papel de redistribuidor de la riqueza y de garante del equilibrio social y económico.

Y quizás ahí esta el fondo de la cuestión, cada día que pasa vemos que importa menos el signo del partido que gobierna, cada día es más importante que cuente con gestores que estén a la altura de las circunstancias.

El denostado político tiene que profesionalizarse, tiene que ser capaz de entender el mundo que le rodea y para ello debe contar con una formación adecuada, con un nivel retributivo acorde a sus responsabilidades y con un sentido de Estado que evite posicionamientos que nos abocan a todos a sufrir sus consecuencias.

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