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OPINIÓN - VIERNES, 24 DE AGOSTO DE 2012

 
OPINIÓN / ANALISIS

Incalificable actitud del INGESA

Por Nuria de Madariaga


El drama de la empresaria ceutí víctima de una sucesión de errores y negligencias que la llevaron a tener que ser operada de urgencia en un hospital de Estepona con una gangrena en la nalga, ya mereció en su día atención informativa en este periódico, atención informativa y gráfica en la que se podía comprobar las graves lesiones derivadas de una inyección mal puesta y subsiguientes errores en el diagnóstico por parte de tres médicas.

Media nalga necrosada, una primera intervención quirúrgica especialmente traumática y una segunda intervención que aún no ha podido llevarse a cabo después de cinco meses de curas, medicación y padecimiento porque la herida presenta focos de infección purulenta que impiden que pueda entrar en el quirófano. Pero el drama personal de esta empresaria que ha dado lugar a la incoación de unas Diligencias Previas en el Juzgado de Instrucción nº 5 de esta ciudad, se ha visto acrecentado por la actitud despiadada de los responsables del Ingesa para con ella y para con su familia. Ningún representante del Ingesa ha contactado con la enferma para interesarse por su estado de salud y menos aún para ofrecer los servicios de la Sanidad Pública para tratar de paliar el daño causado. Silencio total.

La única suerte de esta empresaria es que su familia tiene medios económicos para estar pagando curas diarias durante cinco meses realizadas por un ATS, que puede mantener los gastos de frecuentes y periódicos viajes a Estepona para seguimiento por parte del cirujano que la tiene que intervenir y que puede sufragar las pruebas a las que está siendo sometida, la última un antibiograma con un cultivo realizada en un laboratorio de Barcelona para determinar las causas de la persistencia de las infecciones. ¿Y qué hubiera pasado si esta familia, en lugar de poder pagar tan cuantiosos gastos hubiera sido una familia pobre, sin medios económicos y es más de las que por no tener no tienen ni un herpes? Pues que la señora ceutí se hubiera muerto gangrenada o de una septicemia. Y todo por culpa de una concatenación de errores y de disparates que se iniciaron en el centro de salud de Otero, pero que no han merecido ni la mínima atención ni preocupación por la dirección del Ingesa que ha permanecido impasible y sin dar la menor muestra de humanidad.

Con el escarnio añadido de que “nadie” ha ido a pedirle perdón a esta señora ni a proporcionarle apoyo moral ya que se encuentra en tratamiento por una depresión mayor asociada a un trastorno generalizado de ansiedad, siendo su médico un prestigioso neuropsiquiatra de Málaga especializado en enfermedades de este tipo y en situaciones graves de estrés postraumático. Ni que decir tiene que el especialista también atiende a la paciente a título particular, nada de sanidad pública.

¿Y cuanto supondrá para la familia el coste económico de este calvario si consideramos que, tras la siguiente operación, cuando pueda llevarse a cabo por remisión de la infección, ha de comenzar el nuevo calvario de la reconstrucción y los injertos de piel y los cultivos de células madre en el Hospital Universitario de Navarra? ¿Cual será el plazo de recuperación y hasta cuando la baja de sus actividades laborales? Según los doctores no se puede determinar. Pero lo más sangrante dentro de la tragedia ha sido y está siendo la incalificable actitud del Ingesa ¿Qué piensan? ¿Que no dándose por enterados es que “no” ha pasado? ¡Qué verguenza!
 

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