La óptica optometrista María Valdivia lo tiene claro:
“Llevar unas gafas de sol de mala calidad es peor que no
llevarlas porque al no tener filtros adecuados, la pupila se
dilata y entra mayor cantidad de luz”. Sin embargo, la
óptica considera que la gente, en su mayoría, “no está
concienciada de este problema y se guían demasiado por
factores de estética”. Valdivia incide en el caso de los
niños. “En ellos es especialmente importante que utilicen
gafas de sol adecuadas porque aún no están completamente
desarrollados y les afecta más”. “Muchos padres compran sus
gafas en la óptica, pero dicen ‘bueno, ya las del niño las
compro en otro sitio’ y no son conscientes de lo grave que
puede ser para ellos”, explica la oculista.
La radiación que llega procedente del sol es el resultado de
una serie de procesos. Desde su emisión hasta llegar a los
ojos sufre procesos de cambios por absorción, difusión y
reflexión que la modifican. Cada uno de estos cambios
depende de magnitudes variables; por ejemplo, un campo de
hierba refleja un 3% de la radiación que llega, la playa, un
30% y la nieve, un 80%. De todas las radiaciones que el sol
emite, las más nocivas para la salud del ser humano son las
más energéticas: las ultravioletas, que no provocan ninguna
reacción inmediata que avise del daño que están produciendo
en los ojos y en la piel. De este modo, desde el Colegio
Nacional de Ópticos-Optometristas de España recuerdan cómo
afectan los rayos de sol a la salud y recomiendan utilizar
gafas de sol compradas en establecimientos sanitarios que
cumplan con la normativa de la Unión Europea.
Filtros
Las gafas de sol pueden tener cinco filtros diferentes. Un
filtro cero se usa en días de poca luminosidad o nublados,
ya que su porcentaje de absorción es del 20%. Son unas
lentes muy claras. Los días de luminosidad media se
recomienda un filtro uno, que absorbe entre el 20 y el 57% y
las lentes son ligeramente coloreadas. Del 57 al 82% de
absorción son las gafas de sol con filtro dos, recomendadas
paras días soleados de final de otoño, invierno y principio
de primavera. Un filtro tres es el que absorbe entre el 82 y
el 92%. Recomendado para días muy soleados, actividades al
aire libre, como playa o montaña. Es la más habitual. Por
último, las de filtro cuatro y una absorción de entre el 92
y el 97% son las recomendadas para nieve y altitudes
superiores a 3.000 metros. No se recomiendan para la
conducción, puesto que tienen unas lentes muy oscuras.
En Ceuta, explica Valdivia, se suelen recomendar gafas de
sol de filtro cuatro durante todo el año, al ser una ciudad
muy soleada. “La gente no debería dejar de usar gafas de sol
en invierno, puesto que también hay mucha incidencia”,
destaca la óptica, quien explica que suelen recomendar gafas
con unas u otras características en base al tipo de vida de
cada comprador y actividades que realiza habitualmente.
También el color de la lente es una cuestión a tener en
cuenta. La óptica recuerda que tonos como los azules o
violetas no tienen ningún beneficio y son puramente
estéticos.
Para usos generales, desde la óptica recomiendan el verde,
gris o, sobre todo, marrón. Estos minimizan distorsiones del
color que serían peligrosas en ciertas actividades como la
conducción de un coche. Las lentes grises se consideran
neutras ya que no alteran ni el contraste ni los colores.
Las lentes verdes o marrones pueden causar una mínima
distorsión del color y aumentan el contraste. Son
especialmente recomendadas para deportes al aire libre. En
cuanto a las lentes rojas, son buenas para condiciones de
media o poca iluminación, ya que aumentan el contraste.
Por otro lado, están las lentes polarizadas. Cuando la luz
se refleja en una superficie lisa como agua, nieve, asfalto
mojado o cristal, queda parcialmente polarizada de modo que
la componente que oscila en un plano normal tiene mayor
amplitud que la que oscila en el plano de incidencia. Las
lentes polarizadas buscan minimizar estos reflejos
eliminando la mayor de estas componentes.
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Conjuntivitis, lagrimeo o enrojecimiento del ojo, problemas
asociados a unas malas lentes
Enfermedades oculares como la
conjuntivitis, que provoca fotofobia, lagrimeo o
enrojecimiento del ojo son algunos de los problemas
asociados al uso de unas malas lentes. En personas
particularmente sensibles, la falta de filtro ultravioleta
puede provocar, a largo plazo, la aceleración de la
aparición de cataratas. La mala calidad de las lentes puede
derivar en mareos, visión doble, cefaleas y otros síntomas
que generalmente desaparecen después de quitárselas. Una
lente oscura no garantiza un mayor grado de protección, ya
que hay que tener en cuenta las circunstancias del uso
(ciudad, mar, deportes, etcétera). Nadie es inmune a
lesiones oculares.
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