Cuando ya parecía que no iba a decir nada, hace un gesto y
suplica: “Por favor, llevamos demasiado tiempo en el CETI”.
En concreto, son nueve meses los que hace que entró en
España procedente de Camerún. Sus compañeros de ‘estancia’
llevan algo más, en torno a un año y dos meses. Son cuatro
chicos, -todos del mismo país aunque se conocieron una vez
llegados a Ceuta-, que comparten un deseo por encima de
cualquier otra cosa: llegar a la península.
Francis es quien habla con EL PUEBLO, el que enseña las
‘habitaciones’ de su casa en el monte. Tiene 24 años y atrás
dejó a su madre -su padre murió-, a su hermano y a sus tres
hermanas para ir en busca de una ‘tierra prometida’. Una
tierra que se ha converido en una chabola en un monte,
cuatro chapas amarradas con troncos y cuerdas, un techo
cubierto de plásticos, unos colchones sobre unas tablas de
madera, una tarrina de mantequilla vacía, una nevera y
varios bidones, ollas, ninguna condición de salubridad, unas
mantas -”las cogí del CETI”, confiesa- tendidas en una
cuerda que va de árbol a árbol.
“Hay demasiada gente en el CETI, somos muchos”, apunta en un
mal inglés como motivo de su deserción del Centro de
Estancia Temporal de Inmigrantes. Dice que hace unos días la
Guardia Civil estuvo inspeccionando la zona y reconoce que
vivir en el monte no es, por motivos de higiene, la mejor
opción. Sin embargo, asegura que lo prefiere a compartir
espacio en el centro, a pesar de que allí disponga de comida
y cama confortable, de servicio médico, de cursos y
actividades, de un futuro.
Francis saca del bolsillo un móvil y recuerda a su familia,
a la que -asegura- apenas le llega el dinero para llamar.
“Llevamos demasiado tiempo en Ceuta”, repite.
Los chicos que construyeron la chabola en la viven estos
cuatro inmigrantes subsaharianos ya “están en la península”,
según explica este chico, que asegura que ya se encontró con
el ‘refugio’ montado.
Este espacio se encuentra en la parte superior de la Hípica,
junto al pantano, en el monte de García Aldave, cerca de la
Protectora de animales. Toda esta zona, además de por los
habitáculos de madera y metal, está repleta de basura
-colchones, plásticos, maderas- y es la zona en la que hace
dos meses se produjo un incendio forestal.
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