"Yo estuve aquí” es el lema que
Naciones Unidas, coincidiendo con el Día Mundial de la
Asistencia Humanitaria (19 de agosto), viene difundiendo a
los cuatro vientos. Lo que se pretende con ello, es que cada
uno de nosotros deje su huella haciendo algo bueno por otra
persona. No importa el lugar, lo que interesa es difundir la
acción de “hacer” y la opción “por los demás”. Al fin y al
cabo, la manera de donarse vale más que lo que se da. Desde
luego, uno tiene que dar siempre. Lo que tenga debe
compartirlo. La manera de llevarlo a buen fin es haciendo
realidad nuestro más hondo espíritu humanitario de ayuda a
las personas vulnerables, a los excluidos del sistema,
poniendo nuestra voz en los que no tienen voz y nuestro
corazón en aquellos que lo tienen roto, porque han perdido
la ilusión por vivir.
Aquí estuve yo, y lo estaré siempre, ante situaciones
desastrosas. Esto debería ser lenguaje permanente en
nuestras vidas. Cumplamos con nuestro imperativo humano de
“hacer” lo que se debe. No olvidemos que el sufrimiento de
una persona conlleva una responsabilidad colectiva, teniendo
presente que nadie puede hacer por ti lo que tú mismo debes
hacer, pero sí podemos ayudar a recomponer vidas que se han
quedado, sin familia, sin trabajo, sin nada. No se debe
consentir que los necesitados aumenten y no les socorramos.
Todos estamos obligados a prestar asistencia humanitaria, a
donarnos para aliviar el dolor ajeno y a llevar una sonrisa
de esperanza a las personas que lo estén pasando mal.
En cualquier caso, la opción por los demás es una opción
generosa que hemos de avivar en estos tiempos de tanto dolor
para muchas vidas humanas. Está visto que nos hacemos más
personas, en la medida que nos ponemos a examinar nuestras
propias andanzas y determinamos qué más podemos hacer por
los que sufren, seguramente mucho más de lo que venimos
haciendo. Cualquier acción, por pequeña que nos parezca, es
precisa y necesaria. Cada uno da lo que puede. A veces sólo
es necesaria una palabra para elevar el ánimo de una
persona.
Por eso, la importancia de donarse sin condiciones, ni
condicionamientos interesados, de hacer el bien por el bien
de cada ciudadano, sin esperar recompensa alguna, porque las
cosas que se entregan de corazón no entienden de
materialidades. Sería bueno, por tanto, hacer de este Día
Mundial de la Asistencia Humanitaria, un referente con las
muchas personas que hay entregadas a los demás, y una
referencia para los que socorrer nada les dice. Asimilemos
la lección del testimonio de los cooperantes. Evidentemente,
es un gran ejemplo ver a un ser humano luchando contra la
adversidad, pero aún hay otra conducta más ejemplarizante,
ver a otro ser humano lanzarse en su ayuda.
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