Se trata de ‘Los intereses geopolíticos de España: panorama
de riesgos y amenazas’, y es un reciente estudio realizado
por el Centro de Estudios de la Defensa Nacional, fechado a
final del año pasado, por lo que es el último en este
sentido que se ha encargado de analizar la situación de
Ceuta y Melilla, en el contexto anteriormente reseñado.
El estudio, por supuesto, está avalado por el Ministerio de
Defensa y prologado por el vicealmirante Enrique Pérez
Ramírez. Uno de los capítulos que se refieren a Ceuta y
Melilla ha sido realizado por María Dolores Algora Weber y
se titula “Intereses nacionales de España en su entorno
geopolítico’. Maria Dolores Algora Weber es doctora en
Historia Contemporánea por la Universidad Complutense de
Madrid y profesora de Relaciones Internacionales y de
Historia Contemporánea en la Universidad CEU-San Pablo
(Madrid). Es especialista en mundo árabe e islámico y en
seguridad y defensa. Pertenece al Grupo de Expertos de la
“Iniciativa 5+5” Defensa y es vocal de la Comisión de
Geopolítica y Geoestrategia del CESEDEN. Es miembro de la
Asociación de Historia de las Relaciones Internacionales, de
la Asociación de Altos Estudios de la Defensa (CESEDEN), de
la Commissione di Storia della Relazioni Internationali
(Italia) y de la Assiciation Internationale d’Histoire
Contemporaine de l’Europe (Francia).
Desde su perspectiva, los intereses estratégicos españoles
más inmediatos resultan orientados a lo marcado por el
ámbito territorial. En primer lugar, con carácter
estrictamente nacional, las islas Canarias o las ciudades
autónomas de Ceuta y Melilla constituyen ámbitos de especial
importancia a la hora de definir cuáles son los intereses
españoles, enfocados al desarrollo de una Estrategia de
Seguridad Nacional. Constituyen elementos de especial
sensibilidad y consideración en la defensa de los intereses
vitales como la soberanía, independencia e integridad
territorial del Estado. Por otra parte, en el entorno más
próximo, las relaciones con: Portugal, Francia y Reino
Unido, a través de Gibraltar, representan puntos igualmente
centrales en los intereses estratégicos españoles.
Sin embargo, una visión de los intereses nacionales
perfilada únicamente por el factor geopolítico resulta
limitada en la actualidad. En ningún caso, pierde peso la
condición geográfica, pero en el presente ese «determinismo
» está superado por la nueva realidad española en el entorno
internacional, notablemente distinta desde los años noventa
respecto a épocas anteriores.
La doctora habla de que existen carencias de políticas de
exterior y de defensa de Estado. Según María Dolores Algora
Weber, la primera dificultad, referente a la falta de
«sentido de Estado», se manifiesta en la carencia de una
verdadera política nacional o de Estado que defina la
política de defensa de nuestros intereses. Dicho de otra
forma, los intereses estratégicos españoles están sometidos
a los objetivos concretos del Gobierno correspondiente en
cada legislatura, quedando definidos por el perfil político
del partido gobernante. Esta circunstancia expone los
intereses nacionales de seguridad a movimientos pendulares,
que tienen sus consecuencias para la sociedad en conjunto.
Eso nos explica en parte, la falta de conexión de los
ciudadanos con la defensa de dichos intereses, por su
percepción estrechamente vinculada a la alternancia
partidista.
Otro factor que actúa en este mismo sentido, es el modelo
autonómico del Estado español. Aunque la Constitución recoge
la responsabilidad del Gobierno en la política exterior del
Estado, el debate sobre las competencias de las comunidades
autónomas en dicha materia, así como la actuación de hecho
de algunas de ellas, invita a la distorsión de los intereses
nacionales. Este hecho tiene especial relevancia en lo
referente a Ceuta. Según la doctora, “nuevamente, aparece
como un elemento favorecedor de la falta de identificación
de los ciudadanos con su defensa, pero además, confunde en
la percepción del Estado español en la comunidad
internacional, lo que puede contribuir a su debilidad y
pérdida de credibilidad como actor en ella. No ocultamos que
no faltan voces que apuntan a lo contrario, es decir, que
ven en esta administración estatal una ventaja añadida, pero
si fuese así, habría que articular y definir correctamente
este funcionamiento para que resultase eficaz al conjunto
español.
El informe también contiene trabajos extraordinariamente
interesantes elaforados por expertos, como Gonzalo de
Salazar Serantes y Emilio de Rojas Díaz.Por su parte, el
vicealmirante Enrique Pérez Ramírez, entiende, en su
introducción al informe que “La política nacional debe
contener medidas positivas que faciliten su consecución, al
tiempo que se evitan o minimizan los riesgos de fallar en
este propósito. Cuando los riesgos derivan de amenazas, sean
explícitas o implícitas, hay que disuadir al que amenaza y
si la disuasión falla, tomar medidas en respuesta a las
acciones lesivas realizadas, que reviertan a la situación
anterior. En esto consiste la defensa de los intereses
nacionales”. explica el militar de la Armada.
Por su parte, Gonzalo de Salazar Serantes, diplomático,
doctor en Ciencias Políticas y Ciencias de la Información,
explica en su informe titulado ‘Los interesese españoles en
la era de la globalización’, que “Francia es la salida
natural de España hacia Europa, lo que obliga a un
entendimiento diplomático que permita garantizar las rutas
comerciales terrestres en las exportaciones e importaciones
españolas. Pero algo similar le ocurre a Francia con España,
que es paso obligado no sólo para el intercambio de
mercancías con el norte de África al ser el principal socio
de Marruecos, sino además, para la población marroquí
nacionalizada o residente en Francia que anualmente se
dirigen hacia el Sur por la ruta del Estrecho. A lo que se
suma nuestra mutua dependencia económica en general”.
Fuera del contexto de la Unión Europe, escribe Gonzálo de
Salazar Serantes, “los intereses nacionales españoles
adquieren un cariz completamente distinto en las relaciones
con Marruecos.
Para ambos Estados, las relaciones hispano-marroquíes ocupan
un lugar central en la defensa y consecución de sus
intereses nacionales, tanto vitales como estratégicos.
El máximo exponente de lo comentado es la situación de Ceuta
y Melilla”.
Para el diplomatico y profesor, “mientras que la soberanía
española sobre las ciudades autónomas ha estado fuera de
todo cuestionamiento para cualquier Gobierno español,
por el lado marroquí no han cesado las reivindicaciones
territoriales sobre éstas, ni sobre las islas (Perejil y
Chafarinas) y los peñones (Alhucemas y Vélez de la Gomera).
Es evidente la amenaza que ambos Estados perciben en esta
circunstancia respecto a sus intereses nacionales, pero hay
una diferencia sustancial que no debe ser obviada: el nivel
de riesgos que supone para cada país”
“Para España, no hay ningún interés vital que implique un
riesgo más elevado que el que representan sus posesiones en
el norte de África. Esta percepción está por encima de los
intereses estratégicos que pueda comportar la situación, que
no son pocos. Por ejemplo, las infraestructuras que
proporcionan dichos puertos para el tráfico comercial
marítimo o el apoyo que prestan estas Plazas al sistema de
vigilancia por radar de las costas españolas No obstante,
aun siendo ello importante, la defensa de la soberanía
española sobre esos territorios anula cualquier otro
planteamiento hasta el presente”.
Añade Gonzálo de Salazar Serantes, que “en este sentido,
ningún Gobierno ha puesto en cuestión la protección de la
voluntad soberana de ceutíes y melillenses en su aspiración
nacional de pertenencia al Estado español. Por otra parte,
ni el pasado histórico, ni los tratados bilaterales, ni el
Derecho Internacional permite establecer similitudes con la
cuestión de Gibraltar, a lo que se recurre con frecuencia.
Mucho menos, el nivel de riesgos que implica el rechazo de
las fronteras”
“El riesgo sobre Ceuta y Melilla no sólo es permanente, sino
que además, si no se gestiona adecuadamente desde el plano
político, es susceptible de degenerar en un conflicto
bélico. Esto sería prácticamente impensable con la colonia
gibraltareña. En este aspecto, por conveniencia británica y
por coherencia política, el Reino Unido respalda el
posicionamiento español en lo tocante a nuestros territorios
en el norte de África. Ahora bien, es trascendental para los
intereses de España no confundir las situaciones”. Desde el
punto de vista de este experto, “para Marruecos el enfoque
puede resultar distinto, pues para ellos, Ceuta y Melilla
están más vinculadas a sus intereses estratégicos que a los
vitales. El factor territorial no deja de ser importante por
la ubicación de las dos ciudades y el prestigio interno de
la Monarquía, pero los argumentos que puedan justificar la
soberanía marroquí son extremadamente débiles por motivos
históricos e internacionales, como se ha expuesto
anteriormente”.
Estas ciudades, opina el diplomático y profesor, “sí afectan
a otros asuntos de peso respecto a sus intereses económicos
y sus vías de conexión con el gran socio europeo. De hecho,
son frecuentes las tensiones diplomáticas que suscita la
apropiación marroquí de las aguas territoriales españolas,
atribuyéndose derechos que no le corresponden en la
concesión de licencias a empresas extranjeras. El Acuerdo de
Asociación Comercial firmado entre la Unión Europea y
Marruecos contribuirá a contrarrestar los perjuicios que se
puedan derivar de la protección arancelaria de los productos
españoles para las finanzas marroquíes, con lo cual perderá
peso este argumento en sus reivindicaciones”.
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