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OPINIÓN - JUEVES, 16 DE AGOSTO DE 2012

 
OPINIÓN / ANALISIS

Los 40º no nos han tocado

Por Nuria de Madariaga


Somos realmente conscientes de que nos sonríen por igual la fortuna y la meteorología? Sólo hay que haber seguido, aunque sea a pies juntillas, las vicisitudes de los calores veraniegos en la Península, donde se han alcanzado muy mucho los 40º en diferentes regiones y se han sucedido las alertas de distintos colorines, pero todas malas para la salud.

Suerte de vivir en la España atlántica y tirando para arriba Finisterre y un poco menos arriba el Algarve portugués que tiene un clima calcado al ceutí en plan reminiscencia histórica del glorioso 1415. Así llegaron los portugueses, que voy que vengo, trajeron su Virgencita templaria portada en andas por los templarios camuflados de Caballeros Negros y de paso implantaron la luz de Occidente y el clima, para que nos vamos a engañar. Porque los lusos son atlánticos y para llegar a nuestro Finisterre mágico y telúrico hay que bordear el perfil de la Iberia Vieja. ¿Y qué tiene el Algarve con sus playas que no tengamos en Ceuta con las nuestras? Pues se lo voy a confiar y es una especie de secreto de Estado de alta geopolítica del que me enteré en un taxi: tienen que allí la tradición es que se vendan una especie de buñuelos aceitosos en las playas, los hay con y sin crema y los llevan bien en una neverita bien en una cesta. Pero legalmente, quiero decir que en Portugal permiten vender comida sin control sanitario en las playas mientras que en Hispania, perdón en España (se me ha escapado el nombre con el que nos bautizaron los invasores romanos de quienes dice la Historia que eran recibidos por los celtíberos con la admonición de “Me cago en los romanos, que nos están jodiendo y nos quitan el grano” ¡No tenían malaje los centuriones!) En una palabra, aquí no está permitido por más que existan escaramuzas, sobre todo de pasteleros argentinos (con los dos apellidos españoles y descendientes directos de bisabuelos con ADN Atapuerca) rectificaré, venden dulces hijos o nietos, o biznietos retornados a la Madre Patria que tienen unas manos para la repostería que es la gloria de Dios y más ganas de trabajar que los propios chinos, que miren que son trabajadores y laboriosos. Pues nuestros retornados ponen en una bandeja un paño blanco como la nácar y sobre el paño esos croissants que saben a dulce de leche y pastelillos que saben a dulce de leche que es sabor de la leche condensada “la lechera”. Los bañistas les compran porque saben que los dulces aún guardan el calor del horno, pero llegan los guardias y les confiscan los bizcochos y se los llevan porque está prohibido por el tema de las intoxicaciones y mis fuentes me chivan que en la comisaría se comen los dulces para ver si son tóxicos y les pueden imputar a los pasteleros un delito contra la salud pública si un guardia resulta envenenado.

¿Han visto que conducta tan altruista? ¡Para que luego digan!. Pero el caso es que en Ceuta no se venden buñuelos azucarados en las playas y aparte de ese detalle las mismas aguas atlantes y quiméricas nos bañan. Sólo que los portugueses han sabido atraer a mucho turismo de guiris porque tienen cabeza mientras que aquí la única vía de expansión turística que es Benzú ya la están pretendiendo joder con el Europan y construir “la vivienda social” y les garantizo que el turismo de categoría no busca la vivienda social sino buenas infraestructuras, muchos chiringuitos donde se baile salsa, locales de ambiente, islitas artificiales rodeando el Perejil dentro de nuestras aguas territoriales ceutíes, mucho yogurín haciendo surf, mucho tanga y nada de 40º porque con esos calores no se puede salir a la calle y si se turistea es precisamente para estar todo el día en la hamaca, en la terracita sorbiendo caipirinha o mojitos granizados de ron y con algún pinchadiscos que no esté muy colgado para animar el cotarro por las noches. Noches que aquí piden muchas veces “una manguita” cuando sopla el poniente ¡Un frescor! ¿Y nos vamos a quejar de los calores? ¡No tenemos perdón!
 

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