En plena canícula, uno se levanta
cada mañana como si hubiera estado echando una peonada en
Marinaleda, por poner un ejemplo de donde el calor reina por
encima de todas las cosas y quien ordena y manda es el
hombre más mencionado de este verano y figura indiscutible
del mes de agosto: Juan Manuel Sánchez Gordillo;
alcalde del pueblo sevillano y diputado autonómico de
Izquierda Unida.
Nadie ha despertado más interés que un Sánchez Gordillo que
no para de echarle bemoles a cuantos están en contra de sus
actuaciones y piden para él que sea juzgado por sus
lamentables hechos; como ha sido dirigir el asalto a dos
supermercados. Está tan crecido el alcalde de Marinaleda,
que hasta ha propalado estar dispuesto a renunciar a su
condición de aforado y que si lo quieren meter en la cárcel,
para él “será un honor”. He aquí, más que un grano, todo un
furúnculo en el trasero de Jorge Fernández Díaz y de
Alberto Ruiz-Gallardón: ministro del Interior y de
Justicia.
En plena canícula, soportando temperaturas desacostumbradas
en Ceuta, paseo por sus calles y compruebo cómo la gente ya
no camina con aire telendo –es decir, tranquilo e
inmutable-, sino que se aprecia un lenguaje corporal de
cabreo propenso a saltar a media vuelta de manivela. No me
extraña, pues, que nuestro alcalde decidiera hace meses
suprimir sus garbeos correspondientes por la ciudad. No vaya
a ser que en cualquier momento le digan cuatro cosas que
nunca resultan agradables.
En pleno agosto, mientras uno suda la gota gorda y no sabe
ya qué postura adoptar para poder dormir aunque sea un par
de horas a pierna suelta, lo que más preocupa en la ciudad
son las medidas tomadas por la consejería de Sanidad en lo
tocante a los perros. Aclaro: nos preocupa a todos los que
somos propietarios de canes. ¿Quién le iba a decir al
consejero de Sanidad, Aldelhakim Abdeselam, siempre
tan reacio a figurar, que su nombre iba a estar en boca de
tantísimas personas y en todos los medios? Él, que siempre
ha dicho, y si no es así, yo se lo adjudico, “que es mucho
más fácil evitar los primeros planos que conseguirlos”.
Pues bien, el consejero de Sanidad, respaldadas sus
decisiones por el último comunicado del Ilustre Colegio
Oficial de Veterinarios de Ceuta, se habrá sentido con más
ganas, si cabe, de tratar de ponerle un bozal a José
Antonio Carracao. Por cierto, que el socialista lo que
quiso decir, en su momento, es que las medidas antirrábicas
no sirvan como treta para condenar a muerte a un montón de
animales. Otra cosa es que, como político, se haya extendido
en sus comentarios. Quizá, cómo no, influido por saber la
tirria que despierta en ciertas personas los animales. Y
sobre todo los perros. Algo que no conviene echar en saco
roto.
En este verano, tórrido donde los haya, existe una calma
chicha que no impide que se nos quite de la cabeza la que
puede liarse de aquí a nada. Vamos, en cuanto los
gobernantes que están sesteando por verdes praderas y mares
idílicos se dignen volver a su trabajo y sigan agobiando
económicamente a las personas que menos tienen.
Menos mal que nuestro alcalde, Juan Vivas, me decía
un señor con prosopopeya ritual, es lo más parecido a un
japonés: porque es capaz, sin advertirlo, de adoptar las
posturas, venias y ademanes de los orientales, como un
verdadero camaleón. Y, con semejante estilo, puede que se
libre de muchas broncas. Que así sea.
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