Hace no demasiadas fechas publiqué
un pequeño estudio sobre las futuras posibilidades de Benzú
en su perspectiva de foco de atracción para un turismo
selecto, que es el que da dinero y el que gasta en consumo,
lo que repercute en prosperidad para la ciudad.
Lo que les garantizo sin pestañear es que hoy Marbella no
sería Marbella ni Saint Tropez sería Saint Tropez ni Mónaco
sería Mónaco si a la hora de ordenar sus litorales hubieran
partido de virtudes lacrimosas como la compasión y la
caridad y ¡muchas viviendas sociales!. Realmente es otro
concepto de ciudad, porque se opta por embellecer y
enriquecer la zona costera de cara al poder ofertar al
turismo “algo” que no sean langostinos y el paseo en barco
por el foso, más comprar en el Eroski o construir “la
vivienda social”. Les digo yo que el turismo de categoría
que es el que relanza una ciudad y genera cientos de empleos
fijos no viene “precisamente” en busca de visitar y
disfrutar de “viviendas sociales” que luego acaban
convertidas en puro y duro “chabolismo vertical” como esos
“bloques de diseño” que ustedes y yo nos sabemos.
Hay dos opciones: hacer de Ceuta una especie de espacio-asistencialista-onegetista
o hacer un emporio de billetes para que vengan los guiris a
turistear. O una cosa o la otra. Advirtiendo que el turisteo
genera dinero y el dinero espanta al asistencialismo baboso
porque la gente prefiere trabajar y ganarse dignamente el
pan con el sudor de su frente que subsistir a base de
subvenciones y pasando más fatigas que un lagarto detrás de
una pita.
Y la gente prefiere también trabajar en hostelería y en el
sector servicios antes que ese parcheo del empleo público
que consiste a veces en estar a pie de cuneta, asándose y
con un escardillo. ¿Les pongo un ejemplo? Pues ni más ni
menos que Torremolinos. Un boom en los sesenta y una
cochambre de cemento y pobretonerío en los ochenta. Difícil
que levantara cabeza. Hasta que a un listo se le ocurrió
relanzarla con el sello de “meta para el turismo gay”
pusieron una playa gay y locales, chiringuitos y tiendas
todo para atraer a un tipo de turismo exigente y de
excelente nivel económico, extremadamente educado y correcto
(nada de hooligans de botellón cómo en la plaza de Bonanza
de Benalmádena) y muy exquisito en sus gustos. Y eso no es
plan de Europan sino más bien de empresarios ambiciosos y
del propio Briatore que alucinaría viendo las posibilidades
de ese litoral magnífico e incontaminado con espacio para un
“Nikki Beach” cómo el de Marbella o Saint Tropez, con metros
cuadrados para chiringuitos de lujo con ambiente “chill out”
que es lo que vende, es decir, caribeño-chic, buena música y
fiestas de Moët Chandon o de Dom Perignon, aparthoteles de
cuatro y cinco estrellas con spá un buen hotel de alguna
cadena importante y en la isla Perejil una discoteca
Billionaire cómo la de Marbella. ¿No es el Perejil español?
Pues vamos a rentabilizarlo que parece que estamos
“apollardáos” y solo se nos ocurren cateterías como el
Europan con “la vivienda social” y “el equipamiento” todo
cutrecillo y de medio pelo, cuando hay un distinguido
turismo gay deseoso de descubrir nuevos destinos donde
gastarse el dinero, haciendo de paso ganar dinero a los del
“destino”. Ahora bien, hay gustos para todo, para la
riqueza, la prosperidad, los buenos locales y el Billonaire
y para “la vivienda social” “el equipamiento” y “el plan de
empleo con el escardillo”. De la inteligencia de los
Gobernantes depende la opción.
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