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OPINIÓN - DOMINGO, 12 DE AGOSTO DE 2012

 
OPINIÓN / ANALISIS

Parodia social veraniega de lo que hay que ver...

Por Nuria de Madariaga


Que la gente es muy mala y hay mucha envidia en el mundo, trasciende su inconsistente significado de “dicho” para alcanzar cotas de evidencia irrebatible. Víctima me declaro de malos sentimientos ajenos cuando hace un par de fechas decidí explorar los prolegómenos de la insulsa crónica social, contando por consiguiente con quién me voy encontrando por la calle y quién me saluda y se para a halagarme y quién no lo hace, evidenciando que es mala persona y de pérfidos instintos.

Lógico el recelo, porque para hacer crónica no vale referirse a uno mismo en tercera persona y menos aún utilizar el plural mayestático sino hay que repetir denodadamente el “Yo” que es una especie de constante vital para quien se siente especialmente satisfecho de su propio y estúpido ego. Pues bien, yo y nadie más que yo y en primera persona, me dirigí al Parador a la hora del brunch para coincidir con el “quien es quien” e intercambiar los saludos de rigor, lo que me daría la conveniente entrada para relatar a quién he saludado. ¡Puta desdicha! Allí se encontraban unos señores, pero no intercambiamos protocolarios saludos porque ni yo les conocía a ellos ni ellos a mí y no era cosa de presentarme espontáneamente para luego tener la excusa de contarlo.

Regurgité amargura por el duro trance ¿Y si alguno de esos tipos era un ciudadanos ilustre de abolengosa trayectoria y yo me estaba perdiendo la ocasión de departir con él? Fracaso absoluto. Ni pedí un café en la barra porque no iba a gastarme los dineros “a cambio de nada” así que guardé el euro veinte y me fui al Tryp a ver si tenía más suerte. Allí al menos había asistido a los actos del PP y a la presentación de la Fundación Chocrón-Macías y lo mismo sonaba la flauta y me encontraba con algún conocido o lo que es más reseñable, lo mismo recibía una llamada de teléfono de un fan de Churriana para felicitarme por la agudeza de mis artículos y el amplio despliegue terminológico que me dispensan mis muchos años de aulas universitarias y diplomaturas varias (ya se sabe que a la hora de alabar el personal mira con lupa el curriculum por el tema de la titulitis y encima te preguntan cuál ha sido tu Colegio Mayor, por cierto yo estuve en el Jesús María de Granada y la directora era una Ibarra de Sevilla y también en el pamplonica Goimendi en los cursos de francés y la directora era una Gil de Santibáñez). Pero recibí una poca mierda, porque he de confesar que por unos artículos ramplones no hay quien descuelgue un carajo de teléfono para llamar a nadie. Y encima en el Tryp no conocía ni a la señora de la limpieza así que no pude saludar y por lo tanto me abstuve de gastar mi moneda. A quien vi por la acera de enfrente fue a Luz Elena Sanín, pero no me saludó porque no me vio. Así que tiré por el Revellín decidiendo que, a falta de saludos y parabienes, bien podía meterme con algún político y “decir que me han dicho” ya saben, su miajita de maledicencia, puedo decir que me he encontrado con Jesús Fortes y que me enterado que el Crisol de Culturas lo financian la CIA, el FBI y el MI5, pero no me iban a creer y encima acababa de almorzar con el comisario (de menú) y no hablamos de servicios secretos sino de las perspectivas de ese Crisol que nos reafirma en nuestra alma ibérica, hispanolusa. ¡Ruina! Un día entero por las calles dando más vueltas que una vendedora de cupones y no me he cruzado con nadie que conozca para así poder enjaretar una mísera crónica dando nombres. Amargamiento. Esto no es lo mío.
 

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