14 de Agosto de 1415, Enrique el Navegante, acompañado de
sus hermanos, por encargo de su padre el rey Juan I, se
embarcó en la conquista de uno de los más importantes
emporios comerciales del Norte de África.
Podría afirmarse que supone el inicio de la expansión
atlántica ibérica, que se consolidaría con el descubrimiento
de América para España, y la ampliación y consolidación de
sus bases a lo largo de la costa africana para Portugal.
Hasta aquí una muy breve pincelada de la historia.
Pero no se trata de recontar una historia a los que ya la
saben de sobra, se trata de saber, seiscientos años después,
cómo debemos entender la trascendencia de esta efemérides.
¿Cómo una oportunidad?
¿Cómo un gasto superfluo?
De la respuesta que demos dependerá el resultado que se
obtenga.
Salvando las distancias, ¿tomaremos como ejemplo las
olimpiadas de Atenas? algo que resultó totalmente ruinoso
para las arcas del país, que quiso demostrar al mundo su
compromiso con la modernidad.
O por el contrario, las actuales de Londres, donde se espera
que incremente el PIB del país en un 0,4%.
No creo que sea necesario explicar nada.
Para este evento no podemos ni debemos quedarnos al margen,
como ciudadanos no cabe eso de que la culpa es de los
políticos, no es esa nuestra misión, aquí está la
oportunidad para demostrarnos a nosotros mismos, que somos
capaces.
Para ello es necesario, imprescindible, huir de la
confrontación, de las inquinas, de la ineptitud y de la
desidia.
¿Cómo? Pues planteando desde el principio una organización
eficaz, eligiendo personas capaces que, a su vez, sean
responsables ante la ciudadanía de sus decisiones, con
conocimiento y transparencia.
Quedan tres años, muy poco tiempo, pero suficiente si se
planifica con detalle.
Aquí no se trata de buscar fuera lo que tenemos dentro, es
necesaria la colaboración de las empresas privadas, de los
sindicatos, de los diferentes partidos políticos y de la
ciudadanía en general.
Nuestras empresas privadas porque ellas deben ser el motor
que impulse el desarrollo sostenible de estructuras
productivas que permanezcan más allá de la propia
celebración. Concretar qué responsabilidad les toca, qué
campos abarcan, que inversión proponen, es vital para el
éxito.
La organización del evento debe hacerlo una empresa capaz,
hay muchas, pero que a la vez conozcan el terreno, que tenga
implantación y experiencia, ya no hay tantas.
El comercio posee una amplia experiencia y es piedra angular
del entramado.
La producción de elementos conmemorativos hay que emplazarla
aquí, no todo puede ni debe ser importado.
El puerto como vertebrador de comunicaciones, aportando su
experiencia en el tráfico de cruceros, en el intrincado
mundo de la navegación.
Los sindicatos, otra pieza clave, se trata de formar a las
personas que han de actuar en las áreas específicas.
Los partidos políticos, aunando esfuerzos, firmando acuerdos
que superen la tradicional palabrería hueca, aportando
soluciones, aceptando responsabilidades y compromisos,
controlando, exigiendo responsabilidades.
La ciudadanía, evitando la crítica fácil y partidista,
exigiendo a los responsables veracidad, transparencia,
información sobre los objetivos y su cumplimiento.
¿Fácil?
En absoluto. Se trata de todo un reto, ante el podemos
quedar expectantes y a posteriori, criticar sin mesura lo
que se ha hecho y pregonar lo que se debía hacer, o tomarlo
como algo vital, como un trampolín para nuestro futuro, para
ello es necesaria la crítica constructiva, aceptar las
opiniones de todo el mundo y empujar en la misma dirección.
¿Y la Administración Local?
Planificar, consensuar, modular, flexibilizar, apoyar,
aunar, dirigir.
De lo que hay que salir es de la subvención, de cargarlo
todo a los presupuestos de la Ciudad.
Para ello es preciso que se planifique no solo en términos
temporales, sino también en términos económicos, buscando
rentabilizar las inversiones, optimizar los recursos,
minimizar los costes. Todo ello apoyado en planes de etapas
que verifiquen de forma veraz e independiente el
cumplimiento de las previsiones, corrigiendo errores en
tiempo real.
En resumen, sin pretender dar lecciones a nadie, parece
necesario que todos ahondemos en nuestra capacidad de
compromiso, parece preciso que una persona de probada
capacidad, independencia y de consenso se ocupe de liderar
lo que puede y debe ser un gran proyecto.
Alguien que no esté supeditado a intereses partidistas,
alguien que sea capaz de ilusionar, pero también de
gestionar.
Esa persona tiene que ser elegida cuidadosamente por una
Fundación en la que estemos todos representados.
Superar miedos, apostar por el futuro, apoyarnos unos a
otros, dejar de lado las diferencias, buscar el interés
común, no caer en el desánimo, creer en nosotros mismos y
sobre todo trabajar con ahínco.
¿Difícil?
¿Por qué cree que es el título?
¿Por la historia?
Que cada cual juzgue.
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