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OPINIÓN - VIERNES, 10 DE AGOSTO DE 2012

 
OPINIÓN / CARTAS AL DIRECTOR

La batalla de Ceuta

Por JAUMA


14 de Agosto de 1415, Enrique el Navegante, acompañado de sus hermanos, por encargo de su padre el rey Juan I, se embarcó en la conquista de uno de los más importantes emporios comerciales del Norte de África.

Podría afirmarse que supone el inicio de la expansión atlántica ibérica, que se consolidaría con el descubrimiento de América para España, y la ampliación y consolidación de sus bases a lo largo de la costa africana para Portugal.

Hasta aquí una muy breve pincelada de la historia.

Pero no se trata de recontar una historia a los que ya la saben de sobra, se trata de saber, seiscientos años después, cómo debemos entender la trascendencia de esta efemérides.

¿Cómo una oportunidad?

¿Cómo un gasto superfluo?

De la respuesta que demos dependerá el resultado que se obtenga.

Salvando las distancias, ¿tomaremos como ejemplo las olimpiadas de Atenas? algo que resultó totalmente ruinoso para las arcas del país, que quiso demostrar al mundo su compromiso con la modernidad.

O por el contrario, las actuales de Londres, donde se espera que incremente el PIB del país en un 0,4%.

No creo que sea necesario explicar nada.

Para este evento no podemos ni debemos quedarnos al margen, como ciudadanos no cabe eso de que la culpa es de los políticos, no es esa nuestra misión, aquí está la oportunidad para demostrarnos a nosotros mismos, que somos capaces.

Para ello es necesario, imprescindible, huir de la confrontación, de las inquinas, de la ineptitud y de la desidia.

¿Cómo? Pues planteando desde el principio una organización eficaz, eligiendo personas capaces que, a su vez, sean responsables ante la ciudadanía de sus decisiones, con conocimiento y transparencia.

Quedan tres años, muy poco tiempo, pero suficiente si se planifica con detalle.

Aquí no se trata de buscar fuera lo que tenemos dentro, es necesaria la colaboración de las empresas privadas, de los sindicatos, de los diferentes partidos políticos y de la ciudadanía en general.

Nuestras empresas privadas porque ellas deben ser el motor que impulse el desarrollo sostenible de estructuras productivas que permanezcan más allá de la propia celebración. Concretar qué responsabilidad les toca, qué campos abarcan, que inversión proponen, es vital para el éxito.

La organización del evento debe hacerlo una empresa capaz, hay muchas, pero que a la vez conozcan el terreno, que tenga implantación y experiencia, ya no hay tantas.

El comercio posee una amplia experiencia y es piedra angular del entramado.

La producción de elementos conmemorativos hay que emplazarla aquí, no todo puede ni debe ser importado.

El puerto como vertebrador de comunicaciones, aportando su experiencia en el tráfico de cruceros, en el intrincado mundo de la navegación.

Los sindicatos, otra pieza clave, se trata de formar a las personas que han de actuar en las áreas específicas.

Los partidos políticos, aunando esfuerzos, firmando acuerdos que superen la tradicional palabrería hueca, aportando soluciones, aceptando responsabilidades y compromisos, controlando, exigiendo responsabilidades.

La ciudadanía, evitando la crítica fácil y partidista, exigiendo a los responsables veracidad, transparencia, información sobre los objetivos y su cumplimiento.

¿Fácil?

En absoluto. Se trata de todo un reto, ante el podemos quedar expectantes y a posteriori, criticar sin mesura lo que se ha hecho y pregonar lo que se debía hacer, o tomarlo como algo vital, como un trampolín para nuestro futuro, para ello es necesaria la crítica constructiva, aceptar las opiniones de todo el mundo y empujar en la misma dirección.

¿Y la Administración Local?

Planificar, consensuar, modular, flexibilizar, apoyar, aunar, dirigir.

De lo que hay que salir es de la subvención, de cargarlo todo a los presupuestos de la Ciudad.

Para ello es preciso que se planifique no solo en términos temporales, sino también en términos económicos, buscando rentabilizar las inversiones, optimizar los recursos, minimizar los costes. Todo ello apoyado en planes de etapas que verifiquen de forma veraz e independiente el cumplimiento de las previsiones, corrigiendo errores en tiempo real.

En resumen, sin pretender dar lecciones a nadie, parece necesario que todos ahondemos en nuestra capacidad de compromiso, parece preciso que una persona de probada capacidad, independencia y de consenso se ocupe de liderar lo que puede y debe ser un gran proyecto.

Alguien que no esté supeditado a intereses partidistas, alguien que sea capaz de ilusionar, pero también de gestionar.

Esa persona tiene que ser elegida cuidadosamente por una Fundación en la que estemos todos representados.

Superar miedos, apostar por el futuro, apoyarnos unos a otros, dejar de lado las diferencias, buscar el interés común, no caer en el desánimo, creer en nosotros mismos y sobre todo trabajar con ahínco.

¿Difícil?

¿Por qué cree que es el título?

¿Por la historia?

Que cada cual juzgue.
 

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