Si a mi me propusieran viajar a Ceuta, a trabajar en una
excavación de estas características frente al mar, no me lo
pensaría dos veces”, afirma convencido el arqueólogo
municipal Fernando Villada, conocedor del paraje donde hoy
excavan unos 30 jóvenes dentro del campo de trabajo
‘Arqueología frente al mar’. Villada fue una de las personas
a quienes se consultó hace ya más de un año sobre el
emplazamiento ideal para llevar a cabo este proyecto, entre
los múltiples yacimientos que Ceuta atesora. El arqueólogo
no tardó mucho en decidir cuál era, desde su punto de vista,
la mejor apuesta. “En primer lugar está la logística. Es un
yacimiento urbano y situado muy cerca de la Casa de la
Juventud, así como el laboratorio de arqueología, situado en
las Murallas Reales. Además de esto están las vistas, que,
si puedes tenerlas, ¿por qué rechazarlas?” Villada explica
además que el yacimiento tiene una cubierta de sedimentos
estériles acumulados hasta nuestros días bastante pequeña,
lo que permite que los jóvenes, casi desde el primer día
podrán estar investigando “sobre niveles arqueológicos”.
“Por la cantidad de piezas arqueológicas que tiene el
yacimiento es considerable. Así los jóvenes podrán ver muros
y piezas de cerámica casi desde el primer día”, y es que la
motivación es algo importante según explica. Además, desde
el punto de vista científico, el yacimiento ha sido ya
estudiado y se tiene una idea clara de lo que puede
aparecer, “siempre dentro de la incertidumbre que ofrece
cualquier yacimiento arqueológico”.
¿Qué esconde entonces el Llano de las Damas? Villada relata
que fue Emilio Fernández Sotelo quien empezó a trabajar
sobre el yacimiento a finales de los años 80. “Él contaba en
una de sus publicaciones que encontró un alfar musulmán del
siglo XIV, y el Museo alberga hoy en día cajas con el
material que se extrajo entonces confirmando esta
apreciación”. Entre las piezas había “defectos de cocción”,
es decir las piezas que se descartan por presentar fallos de
cocción. Más adelante, ya entre finales de los 90 y el año
2000, Darío Bernal y José Manuel Pérez Rivera volvieron a
excavar otro horno en el mismo emplazamiento, junto a unas
dependencias cercanas. Según explica Villada, este segundo
horno, conocido por un tipo de construcción denominada “de
barras” está sepultado por capas de tierra sobre las que
descansaba una moneda de Alfonso XIII. “Esto es
relativamente importante porque nos dice que este horno ha
estado sellado hasta el siglo XX. Es algo fantástico, porque
la última hornada sigue estando en el lugar,tal y como
estaba entonces, lo que nos permite tener un flash hacia esa
época completo. Todo lo que estaba allí entonces, sigue
estando”. Las piezas de aquella excavación se estudiaron,
con un resultado publicado en la revista ‘Transfretana nº4’,
que presentó las cerámicas en su contexto histórico.
Al saber que existía la posibilidad de poner en marcha un
Campo de trabajo de este tipo, la consejería de Educación
encargó un estudio del perfil y limpieza de la zona cercana
a estos hornos. Sobre la base elaborada por José María
Tomasetti y Cibeles Fernández trabajan ahora los 30 jóvenes
aprendices, para quienes Villada espera que, más allá de lo
que puedan encontrar, entiendan en qué consiste realmente el
progresivo trabajo de un arqueólogo.
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