Los musulmanes más jóvenes también viven con intensidad el
mes de Ramadán. Y afirman que no les cuesta trabajo, sino
que lo hacen con alegría, con el sentido de implicarse aún
más en la celebración de un mes sagrado, dedicado al ayuno y
a la instrospección. Sulaiman es un joven que, tras acabar
con la lectura del Corán en la Escuela Coránica de Muley el
Mehdi, asiste al rezo del mediodía.
En torno a las dos de la tarde, Sulaiman ha terminado su
lectura del libro sagrado en la Escuela Coránica de la
mezquita de Muley el Mehdi.
Tiene catorce años y desde que tenía nueve cumple con el
cuarto precepto fundamental del Islám, el Ramadán.
“Me costó el primer día”, explica con sencillez el chico,
sentado a la puerta de la mezquita mientras aguarda a que
llegue la hora del rezo de las 14.30 horas, al cual no
quiere faltar. Es evidente que después de estar leyendo el
Corán, entiende que su obligación no sólo es con el
cumplimiento del mes de Ramadán, sino que ya como un
adolescente que es, más alto de lo normal para su edad,
quiere participar como un hombre más en el rezo, como es
preceptivo.
Después se ha ido habituando al cumplimiento del mes de
Ramadán, como lo hace toda su familia, explica.
“Es un mes distinto, pero yo me noto normal”, responde
cuando se le pregunta si percibe algún cambio en su
organismo cuando cumplimenta el Ramadán, un tanto extrañado
de la pregunta.
Sulaiman va todos los días a la mezquita, no sólo en el caso
de que esté en el mes de Ramadán. Es un joven muy
comprometido con su religión y eso le hace más fuerte. Un
chico que, con sus enormes ojos verdes, siente la religión
musulmana como una parte fundamental de su vida.
El caso de Lubna es distinto. Es una joven dicharachera, muy
risueña, amable y gentil. Está un poco preocupada porque no
puede cumplir con el precepto islámico del Ramadán, pero
como explica con sencillez, el problema no es tal:
simplemente está menstruando, con lo cual no puede cumplir
con el precepto islámnico hasta pasados ocho días.
Ya los recuperará poco a poco, puesto que el Islám pone de
manifiesto que en el caso de que una persona, por el motivo
que fuere, no pudiera cumplir con el precepto, puede hacerlo
más tarde.
En definitiva, los jmuslmanes de Ceuta viven cada uno el día
a día del Ramadán bajo sus diferentes circunstancias,
teniendo en cuenta el hecho de que todos, los casi 35.000
musulmanes que comparten la vida diaria en la ciudad, tienen
sus propias circunstancias personales.
Como se ve, todos, de alguna u otra manera, cumplen con el
cuarto precepto fundamental del Islám
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