LUNES 30.
Desde hace un tiempo, vamos desde que preside el Gobierno de
España Mariano Rajoy, sentarse ante el televisor se
ha convertido en un martirio chino. A cualquier hora que lo
enchufe, con el fin de regatear los problemas diarios, tiene
uno que tragarse los males que nos aquejan y que, según nos
dicen los locutores del medio, serán los que nos lleven a
vivir como trogloditas. Da la impresión de que existe un
concurso diario entre cadenas a ver cuál de ellas es capaz
de meternos más el miedo en el cuerpo. Parece mentira que
una gran mayoría de españoles nos sepamos de memoria los
nombres de quienes están al frente de las instituciones
monetarias europeas. La crisis económica nos ha obligado a
hablar de Merkel como si fuera nuestra vecina del
quinto. Y qué decir de Mario Draghi; personaje que se
ha convertido en motivo de todas nuestras conversaciones y
desdichas. Tampoco se queda atrás Christine Lagarde:
directora gerente del Fondo Monetario Internacional. Menos
mal que hay un personaje del cual se dice que simpatiza con
lo español y que siempre esperamos de él una noticia
agradable. Se trata de Wolfgang Schaeuble: el
ministro de Finanzas de Alemania que nos recuerda al mejor
Ironside. Con semejante panorama por delante, siempre
pendiente de la prima de riesgo, lo extraño sería que no
hubiera una especial ternura por las emisiones deportivas.
Único terreno en el que, de vez en cuando, las gentes tienen
un aire satisfecho. Porque si siempre existe un perdedor,
forzosamente tiene que haber un ganador.
Martes. 31
Salgo de la redacción de este periódico a las dos y media de
la tarde, tras haber hablado con el gerente durante un buen
rato. Y encamino mis pasos por la calle Jáudenes hacía
Pedr’os (establecimiento que sigue manteniendo el ambiente
que merecen sus productos y su servicio), cuando me cruzo
con un señor que me para y me pide por favor si le puedo
atender unos minutos. Le digo que sí y el hombre entra
pronto en acción. “Mire, De la Torre, le leo todos
los días y nunca ha dicho usted ni pío sobre el sueldo que
viene cobrando Jesús Fortes por estar al frente de
eso que han dado en llamar Fundación Ceuta Crisol de
Culturas 2015. Un sueldo de cinco cifras que hace hablar
hasta los muertos en los tiempos que corren. No hay derecho
a que usted silencie algo así. Y, dado que hacía ya tiempo
que quería decírselo, en cuanto lo he visto, créame, me he
dicho: Anselmo, te ha llegado el momento”. Mire,
Anselmo, yo creo haber escrito algo al respecto. Aunque fue
al principio del nombramiento. Pero, a pesar de mi buena
memoria, no lo podría asegurar. Ahora bien, lleva usted
razón en contarme que no es de recibo sacarse de la manga
semejante cargo, gratificado con 5.000 euros, si nos
atenemos a los tiempos de crisis económica que se están
viviendo. Por lo cual, entiendo que usted califique ese
nombramiento de nepotismo: racanería utilizada en la
antigüedad para enchufar amigos y parientes.
Miércoles.1
Cada vez que paso por delante del edificio donde vive parte
de la familia Gallardo, sito en la calle Jáudenes, me
acuerdo de don Eduardo Gallardo. Con quien tantas
conversaciones mantuve hasta que su padecimiento de
Alzheimer lo recluyó en su domicilio. Pero mentiría si no
dijera que el afecto que le profesaba, y le sigo profesando,
a don Eduardo, pasó íntegramente a Alberto; uno de
sus hijos. Alberto me comunicó un día que estaba pachucho y
me puso, como a todos los que le queremos, un nudo en la
garganta. Confieso que mis oraciones a mis santos
predilectos fueron todas para él, durante el tiempo que
anduvo sometido a los cuidados médicos. Hoy, cuando le tengo
frente a mí, le he visto que está hecho un roble. Y así se
lo he dicho. Alberto, que es persona muy activa, más bien
hiperactiva, está metido en tareas de ayudar al prójimo. Los
prójimos de Alberto son las personas que sufren de Alzheimer.
Y le he preguntado al respecto. Y me ha puesto al día de
cómo está la Fundación. En principio, rebosa alegría por la
finca que, a mediados de este mes, le cedió el Ministerio de
Defensa para que la Fundación Eduardo Gallardo pueda poner
en marcha un centro de día para tratar a quienes padecen de
esa enfermedad. Cierto es que ahora viene lo más complicado:
la Fundación necesita dinero para acometer las obras en el
edificio. De momento, parece ser que los empresarios de la
ciudad están respondiendo a su llamada: la de Alberto. El
cual está, además, muy satisfecho con el número de personas
que se están apuntando a la Fundación, aportando dos o tres
euros mensualmente. Alberto espera que la Ciudad colabore en
la tarea. Una tarea tan necesaria como necesitada de mucha
ayuda. Ah, la parcela cedida por el Ministerio de Defensa se
encuentra a la vera del antiguo Hospital de la Cruz Roja.
Jueves. 2
Decido pasear por el recinto ferial. Lo hago con parsimonia.
Recreándome en cuanto pueda aportarme datos de la diferencia
que pueda existir entre esta Feria y otras ya sumidas en el
túnel del tiempo. Y, a pesar de que yo sigo manteniendo que
tiempos pasados nunca fueron mejores, acabé reconociendo que
las actuales fiestas agosteñas de esta ciudad hacen que uno
sienta nostalgia de todas las anteriormente vividas. No se
trata de un problema generacional. En absoluto. Se trata de
comparar lo presente con lo pasado. Y lo presente es que la
Feria no deja de ser una verbena de barrio residenciada en
sitio céntrico. La Feria de Ceuta, tan celebrada por propios
y extraños no ha mucho, ha ido decayendo en todos los
sentidos. Sí, reconozco que la crisis económica ha obligado
a quien proceda a suprimir gastos; pero ello no es óbice
para que la imaginación, esa loca de la casa, salga al quite
con ideas capaces de seguir manteniendo lo ideal en
cualquier feria que se precie. Desgraciadamente, las fiestas
agosteñas de la tierra han caído en picado. Menos mal que
siempre nos quedará recordar que en esta Feria la
protagonista fue la Manzanilla La Guita. La suministrada por
José Antonio Rodríguez (éste sí que sabe). Una
manzanilla que ha sido capaz de hacerle decir a Juan
Vivas que él no traicionará nunca a los suyos. Ante la
mirada complaciente de Pedro Gordillo. El vino tiene
esas cosas…
Viernes. 3
Necesito despejarme un poco. Salir a la calle con el fin de
olvidarme del paseo que di ayer por la noche por el recinto
de una Feria que me produjo una pobre impresión. Es mi
impresión, y por ello estoy en mi perfecto derecho de
expresarla. Así que me sitúo en mi esquina predilecta de un
establecimiento céntrico. Y, mientras le estoy dando coba a
una cerveza, no me percato de la llegada sigilosa de alguien
que tiene una imaginación que para mí la quisiera yo. Tiene
la persona a la que me refiero, además de imaginación, mucha
gracia. Y, transcurridos unos minutos, va y me dice: “¿A ver
si eres capaz de acertar a quién de la ciudad se parece
Mario Draghi, director del BCE?”. Y, tras responderle,
varias veces, que tenía el nombre en la punta de la lengua,
decido contestarle que es la viva estampa de Juan José
León Molina. León Molina, por si ustedes no lo saben, se
hizo socialista en los años ochenta. Y ocupó varios cargos
en el partido. Por cierto, hace ya un mundo que no se me ha
presentado la oportunidad de cruzar palabra alguna con él.
Primer acierto. “Dame una definición de cohete”, dice mi
interlocutor. “Cohete, cohete, cohete… Cohete es un cilindro
con pólvora y un palito que se usa para joder al prójimo. En
las manifestaciones contra el alcalde se ha puesto de moda
hacer uso de ellos. Porque es sabido que Vivas siente
horror por los petardos desde que era pequeñito”. Bien, dice
quien poco menos que me está sometiendo a un examen
sicológico. La siguiente prueba se trata de que digas algo
sobre el lenguaje político al uso. A mí, que entiendo poco
de sutilezas, eufemismos y neologismos cursis, dicho
lenguaje me recuerda al de Cantinflas. De
Guillermo Martínez no he dicho yo ni pío, que conste,
¿eh? Mi conocido busca mi fallo y me hace la pregunta más
fácil, según él. Si yo digo pensamiento de Descartes
tú que eres capaz de responderme: “Me bajan el sueldo, luego
existo”. Mi conocido va arrugando el entrecejo ante mis
contestaciones, y decide someterme a otra prueba. Remedio
para no sobresaltarse: “Tratar por todos los medios de no
saber nada acerca de la prima de riesgo y, mucho menos, oír
lo que diga los viernes Mariano Rajoy”. La sesión
termina con la clásica expresión de no hay más preguntas.
Continuará.
Sábado. 4
Saturnino Martínez del Olmo me llama para
decirme que ya está en Ceuta. Es un madrileño que se deja
ver por Ceuta cada verano. Y allá que acudo a reunirme con
él para charlar un buen rato. Lo hacemos en el Hotel Parador
La Muralla. A nuestra conversación se une Carlos Chocrón.
Que pasaba por allí. Carlos está con ganas de hablar y se le
nota. Así que me dice que le ha gustado mi columna de hoy.
Lo cual es muy raro. Puesto que Carlos es muy especial.
Llegado el momento me despido de Saturnino y me encamino
hacia ‘El Mentidero’. Allí me encuentro con varios conocidos
que tienen a bien presentarme a Juan Luis Conejo:
urólogo nacido en Cádiz y que reside en esta ciudad. Juan
Luis y yo nos ponemos a pegar la hebra. Y nos lo pasamos en
grande. Recordando cosas de la bahía gaditana. Sale a
relucir el ‘Habla de Cádiz’. Que así se titula ese libro de
Pedro M. Payán Sotomayor. Que lleva ya muchas
ediciones. Debido a que yo he hecho uso en uno de mis
escritos de la palabra Buyatón (Órgano sexual femenino). Que
se emplea corrientemente entre los letristas del carnaval
como eficaz eufemismo en sustitución del término tabú. Con
Juan Luis Conejo he quedado citado para continuar nuestra
conversación sobre temas variados.
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