Desde las páginas de este diario
hemos venido relatando de manera pormenorizada los vaivenes
sindicales. Si en su día los sindicatos de la Policía Local
que venían a representar a una minoría de trabajadores,
echaron un pulso a la Ciudad consiguiendo la destitución del
jefe Sorroche (lo mejor que le ha pasado a la Policía en
muchos años) porque ni claudicaba ni doblaba la rodilla ante
ellos, lo que motivó una desbandada de afiliados, el
desmoronamiento del sindicalismo ceutí sigue gozando de muy
buena salud.
Y a la vista está. Desde aquí hemos repetido que los
sindicalistas se defienden a sí mismo y a sus intereses, la
única lástima es que los independientes de USO, que habían
permanecido impermeables a los trajines de los sindicatos
mayoritarios, vayan a salir salpicados por estos
desencuentros. Ya advertimos la escasa representatividad de
las centrales sindicales cuyos representantes adoptan
decisiones de manera arbitraria. A la vista está la famosa
“Asamblea general” de la Policía Local que ni fue general ni
fue asamblea y evidente es que los trabajadores,
concretamente los funcionarios, se encuentran absolutamente
concienciados del momento económico que vivimos y están
dispuestos a sumir el espíritu de solidaridad y de
sacrificio que España espera de todos los ciudadanos.
Remontar España y cargarnos el déficit está en manos de los
españoles, de todos y sin exclusión.
Y este espíritu solidario ha recogido su testimonio en la
manifestación silenciosa y correcta de un más de un centenar
de funcionarios ante el Palacio de la Asamblea con una
pancarta “contra” la UGT, por lo que este sindicato queda
automáticamente deslegitimado para sentarse en una mesa de
negociaciones, como mucho se puede sentar en la mesa de un
bar para tomarse el aperitivo o en la mesa de su casa
agarrado al mando de la televisión. Y era algo que se venía
venir. Porque el sindicalismo es algo serio, demasiado cómo
para estar en manos de representantes sin representatividad
y ajenos a los sentimientos y a los auténticos intereses no
ya tan solo de sus propios afiliados, sino del espectro
social al completo. Mala cosa cuando en las redes los
internautas reclaman a gritos información sobre el montante
de las subvenciones recibidas por las centrales sindicales
en la época zapateril y exigen conocer el destino exacto de
esos buenos dineros. Y los internautas que calientan la red
no son más que el pico del iceberg de una ciudadanía a la
que la pésima experiencia de haber estado sometida a malos
gobernantes, ha vuelto inquisitiva, desconfiada, vocinglera
y rauda a la hora de querer echar las cuentas y meterle un
buen foco de luz a los agujeros negros.Lógico que ante la
postura de los funcionarios “contra” las torpes decisiones
de la UGT que perjudican gravemente sus intereses, el
Gobierno de la Ciudad Autónoma deje en stand bay cualquier
reunión con los sindicatos hasta que no demuestren, con las
fichas de los afiliados actualizadas a día de hoy en la mano
si gozan o no gozan de legitimidad para negociar en nombre
de quienes “dicen” hacerlo. Porque el Gobierno de Juan Vivas
no puede permitirse el lujo de sentarse con unos tipos que
puede que hablen en nombre de una minoría,mientras en la
calle se agrupa una mayoría que no desea ser representada
por “esos” sindicatos. En primer lugar y antes de dar la
oportunidad de opinar y de proponer a los sindicalistas,
estos han de probar de manera fehaciente a “quienes”
representan visto que las bajas crecen y se multiplican como
los panes y los peces de la parábola.¡Lástima de oportunidad
perdida por los independientes de USO que podrían haber
capitalizado, por su probada rectitud, la huida masiva de
afiliados de los sindicatos subvencionados! Mala estrategia
tras una trayectoria impecable y transparente, pero de
sabios es errar y de necios insistir en el error y bien
harían los USOS en rectificar posturas, acercarse y
acercarse a los funcionarios disidentes.
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