Si de algo que sufrí y puedo
contar, es porque lo he vivido, si le pone un toque de
ironía, y lo quisiera comprobar con el Asalto de la
Comisaria 13, de John Carpenter, lo tomaría por ese punto,
pero el grado de angustia, malestar y que eso no es vida, he
decidido comentar lo que leí en titulares, la noticia era :
Un grupo de menores, intenta robar , de nuevo en el EDIFICIO
GUIL, es la zona que baja el Recinto Sur, y que da esquina
con la calle Espino, y es un atractivo inmenso , para todos
los inmigrantes, maleantes, y menores asociados, que pululan
por toda esa caminata, que desemboca a Fuente Caballo.
”No aguantan mas” es la frase que comparte el vecindario, ya
han acudido en bloque a la Jefatura de Policia, a denunciar,
y van a desplazar mas coches policiales por la zona, hablan
del “efecto llamada”, hablan de la ultima protagonizada por
menores, entre un grupo formado por unos cinco angelitos, la
vecina al pillarlos, dió el grito para que los ladrones
huyeran.
Se hizo el grito de que todos los hombres del edificio,
salieran unidos para capturar a alguno de los malhechores,
ya habla de por si, de una situacion de stress que se mete
en la salud, y hablo con conocimiento de causa, cuando algo
atormenta la morada de una familia, la comida ya no entra y
el grado de tensión es palpable...
Imaginemos, una persecución, un ladrón acorralado, puede
esgrimir un arma, un ciudadano normal, caerse y golpearse,
sufrir un atropello, y luego , de quien será la
responsabilidad de algo que suceda...
Los bloques están unidos, y aqui los ladrones, como el
hombre araña, campan a sus anchas de un piso a oto, . Yo
hace mas de una década lo sufrí en mis carnes, en la Calle
Espino, aquello era una bendición de calle, una paz y
tranquilidad, preciosa, donde conocía a los mayores de sus
calles aledañas, donde mis hijas tuvieron esa tranquilidad
para vivir, sin sustos ni amenazas, pero al tiempo, llegaron
los robos, los asaltos al garaje, el coche, forzado una
noche si y otra también, ver las casas colindantes, con las
puertas forzadas, los inmigrantes, subidos en los tejados, y
hasta llegar al robo, a vecinos, que en su grado de histeria
y ansiedad, hasta nos culpaban a nosotros, como si uno
fuera, el Comisario Macmilan, o el detective Colombo... lo
que era una estancia de relax, de tranquilidad, ya no sabía
que ponerle al coche, quitaba el forro del maletero, para
que vieran, que había una garrafa de agua, y otra de aceite,
tan burros, tan becerros, que seguian abriendo el coche...
El postre tuvo su guinda, aquella madrugada que abrieron el
garaje, de la familia, se llevaron enseres y una bicicleta
motoreta que era mi debilidad, bajamos de madrugada a la
playa de la peña, entonces estaban colaborando los
auxiliares de la Policia Local, que demostraron un valor y
un arrojo impresionantes, bajaron a oscuras hasta la misma
orilla de la playa.
Fuimos a la frontera, y nos pegamos toda una noche en vela,
a los pocos dias, un conocido, me dijo, Javier tu bicicleta,
la tiene un JAE, y se pasea que no veas por Castillejos...
La solución no está en poner patrullas por la zona, la
solución está en la playa de la Peña, las cuevas, los
rincones de Fuente Caballo, y la piara que se esconde por
alli, de todas formas, en la denuncia, se pone HICHAN y
apellido X, como se le puso al que trincó la Policia, y que
se hacía el longui , al preguntarle por la bicicleta, a los
pocos dias, ya estaba por el barrio, atiborrandose de ropa,
que habría birlado pr algun sitio...
Asi pues solidaridad con los vecinos del EDIFICIO GUIL.
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