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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 1 DE AGOSTO DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

Aróstegui planta la semilla del odio
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Conviene recordar que la UDCE fue bien pronto un partido ganador. Ya que tras su creación en 2002, meses más tarde obtenía tres concejales. Con la respetable cantidad de 3.589 votos. Un éxito monumental. Que les proporcionaba estímulos más que suficientes para emprender una labor acorde con la confianza de sus electores.

En 2007, coaligada con Izquierda Unida, la UDCE sumó un escaño más. Consiguieron, pues, cuatro concejales (5.659 votos), de los que uno correspondía a IU. A partir de entonces, los dirigentes de la UDCE se dejaron querer ya por parte del PP, ya por el lado de los socialistas. Y, de haber habido otro partido importante, seguramente que Mohamed Alí tampoco hubiera desaprovechado la ocasión de ponerse al habla con él.

Cierto es que el éxito de aquellas elecciones les llegó demasiado pronto a los de Alí. Así que, de la noche a la mañana, se encontraron con un bagaje político superior a la experiencia. Y no supieron hacer uso de él. Lo cual llevó a sus dirigentes a dar camballadas. Hoy me parece que debo acercarme al PP, y mañana me voy detrás de los socialistas. Sin ningún tipo de reflexión.

Durante todo ese tiempo al cual me refiero, no pocas veces le pregunté a Alí por qué era tan proclive a dar bandazos. Y no tuvo el menor inconveniente en responderme que, además de ser hombre de izquierda, quería a todo trance darse a conocer en todas las instituciones. Porque tenía la sensación de sentirse tan ninguneado cual menospreciado.

Los dirigentes de la UDCE estuvieron ocho años confundidos. Y llegaron a la conclusión de que nadie les quería. Que eran despreciados a pesar de haber obtenido tres y cuatro concejales en dos elecciones. Así que la susceptibilidad les pudo. Y se aferraron a hacer una política alejada de los dos partidos principales.

De modo que a medida que iba pasando el tiempo, y deseoso de mandar al garete a IU, Mohamed Alí puso los ojos en el hombre que ellos creían el apropiado para que les sacara del anonimato en que, según él, estaba sumida la UDCE y que hacía imposible su disfrute de una popularidad acorde con los votos obtenidos en las urnas.

De hecho, en conversación mantenida con Alí, en la sala de estar del Hotel Tryp, no tuvo el menor inconveniente en declararme que si se unía a Juan Luis Aróstegui era porque los populares le habían obligado a tomar semejante decisión. Una decisión que no era de su agrado, pero que le iba a reportar estar todos los días en el candelero que otorga la publicidad en los medios. Unos medios que estaban casi todos al servicio del secretario general de Comisiones Obreras.

Cuando ha transcurrido poco más de un año de las últimas elecciones de Ceuta, no tengo el menor inconveniente en reconocer que Mohamed Alí acertó al echarse en los brazos de Aróstegui, es decir, en pactar con el PSPC, para ser protagonista de la ciudad: mañana, tarde, noche y madrugada.

Ahora bien, debido a que tanto puede lo mucho como lo poco, en este caso, las diarias denuncias de Caballas están consiguiendo que las gentes crean, a pies juntillas, que Aróstegui es quien impone las normas y éstas parecen ser que están encaminadas a dividir a la población. Bajo el beneplácito de quien hace más de un año que ya no parte el bacalao en su partido. Mala cosa.
 

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