Salim, Zinedin y Abdelaziz juegan como cualquier tarde en la
barriada del Ferrocarril. Algo de fúbtol, bromas entre ellos
y poco más, una jornada de verano a la sombra en este
caluroso mes de julio sazonado por una pegajosa brisa de
Levante. Desde hace algo más de diez días, el verano es algo
diferente para ellos.
A sus once, trece y diez años, estos chicos están
aprendiendo lo que significa el Ramadán en la vida de un
musulmán. Uno de tres se ha iniciado en el ayuno por primera
vez, aunque todos hablan de esta festividad como algo
conocido, interiorizado, al que no se le pone pegas ni
admite mucha discusión.
“Yo lo hago un día sí y un día no”, dice Salim, a quien ha
introducido en la tradición su madre y que afirma entender
el significado de este mes sagrado, aunque dice no saber
explicarlo con palabras.
Así es como se inician en el Ramadán muchos de los
musulmanes más jóvenes, según explican ellos mismos,
haciendo pequeñas ‘pruebas de un día o dos’, hasta que con
unos trece o catorce años ya practican el mes del ayuno por
completo, y de manera independiente.
En cualquier caso, estos pequeños conocen la tradición
“desde chicos”, y saben que el mes de Ramadán significa algo
más que no comer o no beber durante el día. “No insultar, ni
pelear”, dice Zinedin, que ya cumple con el Ramadán por
completo desde hace tres años, “ni gritar”, añade otro a su
espalda. Mientras explican lo que significa aparece Abubake,
que con 11 años lleva tres días completos de ayuno este
Ramadán y todavía lo encuentra “un poco difícil”.
Abdelaziz, el más pequeño de los tres, sabe perfectamente
que “tampoco se puede comer aunque no te vea nadie”.
¿Qué hacen con sus instintos estos pequeños cuando el calor
aprieta o el hambre atenaza? “Lo peor es la sed”, asienten
todos. “Sobre todo después de jugar al fútbol, pero me
aguanto y ya está”, cuenta uno de ellos con naturalidad.
“¿Sabes qué hago cuanto tengo mucha habre o mucha sed y no
me aguanto? Pues me duermo y se me pasa todo”, explica.
“El ayuno hace así al musulmán disciplinado y tenaz. Le
enseña a ser flexible y adaptable en sus hábitos, a ser
capaz de soportar las dificultades y a saber apreciar los
dones que Dios le otorga y de los que disfruta normalmente”,
explica sobre el significado del Ramadán un artículo
divulgativo de ‘Webislam’, el portal islámico de referencia
en lengua española, fundado a través del Centro de
Dociumentación y Publicaciones de la Junta Islámica de
España, y cuya argumentación sirve para dar valor al coraje
con que los más pequeños afrontan el ayuno.
Ya durante la tarde o la noche llega “lo bueno”, un buen
banquete y poder salir por la noche “sin hora”. Eso es lo
que, por el momento, más les gusta a estos jóvenes del
Ferrocarril, a quienes el Ramadán no cambia la sonrisa ni
las ganas de jugar.
|