España ha sido, es y será si no se pone remedio, un paraíso
al servicio del compadreo. No es descabellado, dada la
situación que el país atraviesa, el cada vez más arraigado
sistema de utilizar los favores de quién te resulta conocido
para solucionar algún que otro problema de carácter
doméstico.A esto se ofrecen muchos de los profesionales que
se han visto obligados a dejar sus empresas, autónomos que
no han tenido más remedio que darse de baja por no poder
hacer frente a las cuotas de la Seguridad Social cerrando
sus pequeñas empresas y negocios por la asfixia fiscal, en
muchas ocasiones, debiendo despedir a trabajadores que
llevaban varios años en su nómina.
De todos esos factores, sobresale por añadidura, el de
mantener sus hogares y sus familias con los escasos medios
de que disponen. No han tenido más remedio que incremento de
servicios irregulares ha hecho aumentar la economía
sumergida, La ha dotado de los requisitos indispensables que
la alimentan. Por un lado, la necesidad del particular ante
la falta de recursos económicos de buscar quien pueda
ayudarle a solucionar el imprevisto que le surja en el
ámbito del hogar (televisión, lavadora, pintura o fontanería
figuran como los más requeridos); por otro lado, el
ofrecimiento de algún profesional para repararlo, a cambio
de liquidez para a su vez hacer frente a sus propias
necesidades. Estas dos variables nos muestran la manera de
ajustar un precio razonable que satisfaga a las dos partes,
No es mi intención que estas definiciones alienten a la
rebeldía, tan solo pretendo dotar al ciudadano de su derecho
a ser informado de forma conveniente. Que todos estos
supuestos reales no se deberían llevar a cabo todos lo
sabemos; el primero, el profesional que realiza el trabajo y
tiene plena conciencia de que otros muchos, se mantienen a
duras penas en el mercado a pesar de las condiciones
impuestas por el Gobierno, un trabajador que sigue pagando
diligentemente sus impuestos aunque tenga que desglosar el
IVA de su factura para acceder a la oferta, perdiendo
notablemente un porcentaje de su beneficio. A todo este
embrollo hemos llegado sin esperarlo, ni tampoco merecerlo,
con los ajustes y reformas a los que han sometido a toda la
sociedad española, menospreciando el sistema de trabajo de
nuestro país y de sus ciudadanos.
Cuando nadie entendía porque se sacaban de la manga una
amnistía fiscal, para salvaguardar de la justicia a
defraudadores millonarios a cambio de una leve aportación a
las arcas del Estado, vinieron a pedir a la pequeña empresa
que alertará sobre cualquier posible acto de negligencia
consentida a la Ley Tributaria creada. No es que este bien
hecho, que no lo está, que una prestación de servicios
efectuada por profesionales no esté gravada con el IVA
correspondiente en cada caso; pero si está mal hecho querer
que sea el propio ciudadano, el demandante de la infracción.
Eso no está bien mire usted, es simplemente absurdo y
descabellado para un Gobierno que se precie, intentar medir
con el mismo rasero a un necesitado del sistema de
protección, que a un defraudador redomado y acaudalado; y
todo esto con el beneplácito popular haciendo la labor de un
inspector de la Administración, que bastante tienen con
mantener su empleo tras años de preparación y el dinero
invertido.
No es la economía sumergida la que estamos criticando en
casos apremiantes, para ella no hay remedio de momento, es
la aptitud del Gobierno con sus recortes lo que ha venido a
traer su proliferación constante. Mientras el desempleo vaya
sumando números, tendremos que ver como los profesionales y
los usuarios seguirán llevando a cabo tales ilegalidades,
que por justicia si se mide son a todas luces legalmente
aprobadas por la sociedad necesitada. Habrá que agarrarse al
flotador de la economía irregular para no ahogarnos en el
fondo de un inmenso océano de austeridad, en el que estamos
inmersos sin solución aparente.
*Formación política El Centro
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