El portavoz del Gobierno de la Ciudad no ha estado acertado
al aludir a un presunto proceso de investigación para
desvelar la autoría de quien el Ejecutivo califica de
“filtración” al aludir a una noticia publicada ayer sobre el
Plan General de Ordenación Urbana. Un documento que,
obviamente es transparente, claro y diáfano para que la
ciudadanía compruebe que no hay nada que ocultar, que
responde a los intereses generales de la sociedad ceutí
-algo a lo que siempre alude el presidente Vivas como
paradigma de su acción de gobierno-, y que, si descendemos a
los niveles de Sherlock Holmes, caeremos en una dinámica
perversa en la que habría que plantearse si, la desconfianza
por conocer con anticipación un documento es motivo de
contrariedad porque no lo ha protagonizado el medio que
otras veces sí aprovecha las filtraciones para apuntarse
tantos periodísticos, si molesta porque había algo que no
debiera saberse o, simplemente, es la rabieta de quien o
quienes, están acostumnbrados, -diríase mal acostumbrados-,
de tener vocación de “distribuidores de información
preelaborada”.
No parece lógico que haya que demonizar -término muy
utilizado últimamente por los políticos-, a quien anticipa
una información por sagacidad periodística, por contar con
buenas fuentes de información o, simplemente, por sentido
profesional. La iniciativa de un medio de comunicación hay
que respetarla y, los mismos que, en otras ocasiones, son
los mayores filtradores del reino, no pueden escandalizarse
cuando ellos no participan de estas actuaciones y les mueven
los celos para aseverar con tanta solemnidad que se
investigará la filtración, como si se tratara no del PGOU
sino de un documento clasificado de alto secreto de Estado.
Vamos a dejarnos de zarandajas y vamos a afrontar con
seriedad y decoro los comportamientos políticos en vez que
afanarnos en pronunciamientos gradilocuentes que a nada
conducen. Darle tanto énfasis a una situación tan nimia no
deja de ser un desatino cuando lo que en realidad importa a
los ciudadanos es cómo va a ser su ciudad del futuro, qué
diseño se proyecta, cuáles son las variables en r elación al
PGOU de 1.992 y en qué vamos a mejorar, despues de veinte
años en nuestro planeamiento urbanístico.
No puede ni debe escandalizarse el Gobierno de la ciudad que
un medio acceda con anticipación a una información que, en
definitiva va a ser pública y se va a exponer a la sociedad.
¿Que se ha sabido antes de tiempo? Pues felicitese al medio
y a la periodista que ha tenido el acierto profesional y el
olfato periodístico para darnos a conocer aspectos que son
de interés público sobre el Plan General de Ordenación
Urbana que tantas expectativas despierta, que va a ser
-según el propio Presidente-, un instrumento importante para
el desarrollo económico y urbanístico de la ciudad, que
tanto interés despierta entre constructores y usuarios, y
que en suma, bien merece conocerse en todos sus extremos.
El sagrado derecho a informar con veracidad también comporta
una obligación y un derecho constitucional reconocido. No
cabe por ello, que nadie se sorprenda de que se conozca algo
que no ha de ocultarse y que tampoco merece esconderse.
Llama la atención que, precisamente el portavoz del
Gobierno, el comunicador del Ejecutivo, la voz de quienes
nos rigen, trate de coartar precisamente la libertad de
expresión, el derecho a informar, el divulgar algo que es de
interés público y publicable. No es el mejor exponente
Guillermo Martínez para hablar en los términos en los que lo
ha hecho en la rueda de Prensa tras el Consejo de Gobierno.
Y no es porque quien está llamado a las tareas de la
comunicación no puede, cuando le interesa, incomunicar o
tratar de que otros incomuniquen por el simple hecho de que
él o su Gobierno, no han dado el visto bueno a la
información sobre el momento concreto de cuándo o no debe
ser publicada.
Si mal está que, en algún momento ellos sí “filtren”
preguntas a periodistas amigos para satisfacción del miembro
del Gobierno que se trate, peor queda que se permitan el
lujo de advertir que se va a investigar por dónde ha llegado
la filtración de una noticia a un medio. Mejor sería que
investigarán a determinados miembros de ese Ejecutivo o
alguno en concreto que parece el mayor filtrador al
facilitar siempre en la misma dirección, noticias en las que
él participa, son de su competencia o de sus propios
compañeros, sin ningún recato y sin ser portavoz. A partir
de ahora no cabe que se preocupe Guillermo Martínez de
ninguna averiguación cuando quien más y quien menos, ha
tenido que comprobar cómo hay cuestiones que salen del
interior del Ejecutivo o de proyectos en ciernes con todo
lujo de detalles y jamás se ha insinuado investigación
alguna, pese a que algún miembro del Gobierno ha recibido
las quejas de rigor y se han limitado a decir: “Yo no he
sido”.
Cualquier Gobierno que se precie como defensor de la
libertad de expresión no puede soliviantarse de noticias
veraces que le afecten y menos, tratar de censurar (vaya
palabrita, ¿eh?) la actividad profesional que busca la
máxima transparencia y la mejor información para quienes
tienen derecho a saber qué proyectos hay sobre el futuro
urbanístico de esta ciudad, despues de veinte años (parece
casi una condena) de que fuera aprobado un PGOU, que bien
merece renovarse, desarrollarse lo máximo y responder a las
necesidades reales de una ciudad moderna con visión de
futuro y que trata de continuar avanzando, pese a la actual
crisis económica, por unos cauces de renovado espíritu de
progreso y en sintonía con un siglo XXI en el que no debemos
renunciar a la proyección que las potencialidades de Ceuta
conforman en un mundo competitivo.
Esta debería ser la auténtica preocupación y ocupación de un
Gobierno que ha de salir de las cavernas de los dimes y
diretes, de la anécdota, de lo inocuo, para adentrarse en la
verdadera esencia de lo que supone un PGOU para toda una
ciudad. Un documento de planeamiento que afecta a muchos
intereses qué duda cabe, pero también que requiere un
trabajo concienzudo, serio, riguroso y, sobre todo,
transparente. Ahí radica la verdadera esencia de su
credibilidad. No nos perdamos, señor Martínez, en los
vericuetos insulsos o en las nimiedades inconsistentes para
justificar la frustración de alguien.
Desde este periódico hace tiempo que dejamos de
sorprendernos de las filtraciones porque son una parte
importante de la propia esencia del Periodismo, de hecho nos
hemos acostumbrados a sufrirlas siempre en la misma
dirección.
El PGOU de Ceuta al que hemos de aferrarnos en los próximos
años ha de conmocerse en toda su dimensión y sin tapujos; el
hecho de que el Gobierno quiera marcar los tiempos sobre su
contenido no deja de ser una nimiedad inconsistente. Hay que
ir al fondo y no a la forma.
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