Lógico el salvaguardar en el PGOU
los auténticos pulmones verdes de Ceuta como son García
Aldave y el Monte Hacho, aunque el proyecto de construcción
de “600 viviendas” tiene que realizarse de manera muy
meditada ya que si la ciudad quiere aunarse al calificativo
de “destino turístico” lo que van a hacer falta son
apartoteles, apartamentos de alquiler e infraestructuras
capaces de satisfacer a los visitantes y hacer de este lugar
un enclave atractivo para vacacionar. De hecho la
espectacular e inexplotada zona de Benzú, para mí
personalmente la más hermosa de Ceuta, podría convertirse de
la mano de inversores extranjeros en una franja costera de
auténtica categoría con algún hotel, construcciones
singulares al estilo meridional de la griega Santorini,
mucho chiringuito chill out de gran lujo a pie de playa ¿Y
por qué no? Hasta un “Billionaire” como el que Flavio
Briatore acaba de inaugurar en Marbella encargando la
gestión al joven Giancarlo Cultrera, hijo de mi maestro de
literatura desde hace un cuarto de siglo,el aristócrata
siciliano, coleccionista de arte y escritor Felice Cultrera.
El gran lujo atrae a un turismo elitista y no a muertos de
hambre con la sandalia y el calcetín blanco y que no se
gastan ni en comprar un segundo botellín de agua porque se
compran el primero y luego se pasan la estancia en España
rellenándolo en los grifos de los lavabos. Para turismo de
botellón, fiestones y meadas en las calles mejor nos
quedamos cómo estamos. Pero sería una lástima porque
precisamente la mágica zona de Benzú donde la energía
vigorizante y telúrica de “la mujer muerta” se palpa en el
salobre aire atlántico, bien urbanizada con el concurso de
paisajistas podría competir con la propia Costa Esmeralda y
convertirse por su belleza en un imán para el turismo con
mayor capacidad adquisitiva del mundo, que es el turismo
gay.
¿Recuerdan ustedes la cochambre que era Torremolinos? Pues
vayan a verla ahora, reflotada gracias al exquisito turismo
gay, al igual que Sitges. ¿Problemas? Que es un tipo de
visitantes muy exigente, no miran los precios pero van
buscando lo mejor a nivel servicios de playas, hostelería,
alojamiento y shopping. En Sitges han convertido al pueblo
en un emporio de riqueza, con el aliciente de que no hay
riesgo ni de fiestones, ni de salidas de tono tipo “turismo
inglés de borracheras” ni de alteración del orden por las
juergas, muy por el contrario priman el buen ambiente y el
mejor tono. La costa de Benzú y el aliciente de “nuestro
Perejil” que es un punto delicioso de la geografía española
e ideal para un “Nikki Beach” absolutamente idílico y muy
superior al de Marbella. ¿Y que problema hay? La costa y las
playas están, metros cuadrados hay, la contaminación no
existe y las aguas son cristalinas, se cumplen los
requisitos con el plus de que se van a respetar las
preciosas zonas verdes y boscosas de esta ciudad y encima
Carlos Chocrón, el joyero renacentista, sigue con su
proyecto de lograr el gran jardín botánico del sur de Europa
(con un parque de mariposas y una estatua en bronce del
Principito y del zorro Renard). Tan solo hay que sentarse a
reflexionar sobre lo que queremos que sea la Ceuta del
futuro, si un cutrerío y un pobretonerío, o un polo del
turismo de lujo con la consiguiente creación de cientos de
puestos de trabajo en el sector servicios y de paso una
escuela de Hostelería de alto nivel en convenio con alguna
alta escuela suiza para formar a directores, maitres,
sommeliers, camareros de alto standing, chefs de cocina. ¿Y
por qué no un Billonaire? De hecho no es tan, tan caro,
entrar de pie a tomar una copa son 20 euros por coca cola,
ahora si te sientas la mesa son 1000 euros más una botella
de whisky a repartir, luego lo que se tome de más es aparte.
Lo cierto es que parece más factible el conseguir algún
inversor extranjero de categoría que tratar de montar aquí
fábricas para hacer coches eléctricos, porque en eso los
chinos nos comen.
Aunque lo importante es que el PGOU no parece conllevar
riesgos de benidormizar la ciudad, llenarla de cemento y que
aquí no venga ni el que se pierde.
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