Cuando se hace un juego, no se trata de engañar al
espectador, según comenta Carlos Bermejo, a quien le viene
la afición de antiguo, sino de “cómo lo presentas y lo has
trabajado. Yo hice un juego de agua y aceite, cartas que se
intercambiaban de color rojo y negro, das un pase y al
final, el resultado del truco es que se han separado: en una
parte están todas las rojas juntas y en la otra, las negras.
Se suele repetir la fase y sorprendes al espectador”.
No te desvela el truco, dice que eso forma parte de su arte
de ilusionar al público. Cada cierto tiempo, se renueva el
repertorio “mágico” y por ello acuden a los Congresos de
Magia donde se suelen reunir unos 75 magos de todas las
procedencias. allí intercambian sus trucos, aprenden otros
nuevos y, en definitiva, se enriquecen mutuamente.
En estos congresos se conocen a los “grandes de la magia”.
Para Carlos Bermejo, el más destacado de los españoles en su
opinión es Juan Tamarit y a nivel mundial, René Laband, un
mago manco, cuya habilidad con las cartas es extraordinaria
y como el mismo René afirma. “No es que me falte un brazo,
es que me sobra”. También destaca entre los magos españoles
a la joven andaluza que cada fin de semana muestra sus
habilidades en el programa de María Teresa Campos, “Qué
tiempo tan feliz”: Inés, la maga.
Según la experiencia de este mago ceutí, Carlos Bermejo que
estuvo un buen tiempo en Barcelona donde se relacionó con
los grandes artistas de esta modalidad, para “dedicarse a
esto hay que nacer, ya que pùedes estar cuarenta años
tocando el piano y no acabas de dominarlo. En la magia
sucede algo parecido: se requieren ciertas condiciones para
desarrollar una habilidad que es innata y para la que se
requiere cierta pericia”.
En Comuniones y cenas de empresa suelen ser requeridos estos
magos que hacen de sus habilidades un motivo de
entretenimiento y diversión. Cada sçabado, hacia las 19
horas en el Bar 75 de Plaza de los Reyes, los cuatro magos
de Ceuta se reúnen para intercambiar opiniones y siempre
surge alguien que les dice: “Haced algo”. Y allí, cara al
público, de cerca, en un pequeño grupo, demuestran sus
habilidades ilusionando al personal que celebra sus trucos y
se deja sorprender.
La Asociación de Magos de Ceuta se reúne cada 31 de enero en
una cena, para celebrar la festividad de su Patrón, San Juan
Bosco. “Se trata de una cena mágica con actuaciones” nos
dice Carlos Bermejo. Allí participan sus compañeros Antonio
Domínguez, vicepresidente de la Asociación, el secretario
Diego Fernández y el tesorero, Duas. Y como queda dicho,
cada semana, renuevan su repertorio, porque algo se les
ocurre. Su objetivo es ilusionar al público, hacerle reir y
distraerlo.
El mentalismo, especialidad dentro de otras facetas de la
magia
Carlos Bermejo destaca el gran número de facetas que
aglutina la magia: cartomagia, grandes ilusiones con
aparatos, la micromagia, la magia de cerca, la magia sobre
un escenario o el mentalismo, su especialidad, en la que
demuestra su habilidad con la transmisión de pensamiento a
través de la telepatía y que desata la admiración de la
concurrencia. Una habilidad en la que dice, no hay truco.
En Japón y China se encuentran, en opinión de Carlos
Bermejo, los mejores magos de hoy. Su filosofía es distinta
a los magos del resto del mundo, porque suelen protagonizar
actuaciones grandiosas, ideas diferentes, muy
espectaculares: uno saca loros de gran tamaño y palomas de
todas clases.
En la vida de Carlos Bermejo hay un hecho trágico que
siempre recordará: tuvo en los años 70 un gran admirador:
Santiago Calvo, un joven conocido en Ceuta como “el mago
Lanoix” quien tras un período fuera de nuestra ciudad,
volvió a Ceuta e hizo lo indecible por localizar a Carlos
Bermejo y con quien tuvo mucha relación. En este mundo de
los magos, las localizaciones se hacen a través de las Casas
de Magia, que ponen en contacto a unos con otros.
El conocido “mago Lanoix” padeció un tumor cerebral y Carlos
Bermejo junto a otras muchas personas, realizó una serie de
actuaciones para recaudar dinero para el costosísimo
tratamiento de transplante de médula en Navarra para su
amigo “el mago Lanoix”, quien luchó lo indecible por superar
su enfermedad, pero no pudo lograrlo, falleciendo con una
veintena de años, lo que ocasionó una gran conmoción en la
ciudad.
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