Los empresarios del edificio Ceuta Center se vieron
sorprendidos por una nueva inundación durante la noche del
jueves pasado. Aunque los daños no han ido a mayores,
reclaman al Ejecutivo que cumpla con su promesa de que “se
iba a hacer cargo de las bocas de incendios” de donde partió
el problema por cuarta vez en un año.
Hace apenas un mes que Esperanza Sánchez, empresaria desde
hace catorce años y dueña de la franquicia de ‘Pronovias’ en
el edificio Ceuta Center, había conseguido reabrir su
negocio, tras las complicaciones surgidas después de la
inundación que el complejo sufrió el pasado mes de
diciembre, por la rotura de una boca de incendios. Apenas
tiempo para confiar en el nuevo despegue del negocio cuando
la madrugada del jueves al viernes una nueva inundación
avivó en la empresaria sus apenas olvidadas preocupaciones.
De nuevo una boca de incendios había empezado a soltar agua,
afectando a los negocios de la planta baja del edificio, si
bien no de manera tan grave como a finales de 2011, cuando
algunos, como su propio negocio, quedaron en situación de
“siniestro total”.
Y hasta aquí ha llegado su paciencia. La suya y la de muchos
otros empresarios, a quienes representa como portavoz, ya
que no entienden por qué la Ciudad Autónoma, dueña del 52%
de la comunidad, no se hace cargo de los problemas derivados
de estas inundaciones, cuatro ya, desde junio de 2011.
“Tuvimos una reunión con el presidente Juan Vivas y el
consejero de Economía Guillermo Martínez en enero, y
acordaron hacerse cargo de las 12 bocas que hay en el local,
pero no han hecho nada”, lamenta Sánchez.
“Es un problema de dejadez”, añade, “no creo que les cueste
más de 2.000 euros cambiar las tuberías, que es lo que está
causando el problema”. El último remiendo efectuado ante la
salida de agua el jueves todavía se podía ver en la tarde de
ayer a la entrada del edificio. La tubería averiada estaba
cerrada con un tapón de madera. Junto a ella, los restos de
la operación noctura, todavía sin despejar. “Estamos
desesperados”, dice en nombre de sus compañeros la
empresaria, que tras la última inundación puso un sumidero
en su almacén, gracias al cual cree haber salvado la
mercancía en este último percance.
“Todavía me estoy peleando con la administración porque no
quieren hacerse cargo de los costes de la última
inundación”, afirma.
Una fregona en una esquina y sacos apilados en otra, en el
interior del edificio, son por ahora las herramientas de que
disponen los empresarios en caso de una nueva salida de
agua.
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