Dice el tango que veinte años no
es nada, y debe ser así, porque a mí se me han pasado diez
más volando. Hace treinta años, era sábado, día 24, julio
de1982. Y en mi diario, en el cual dispongo de cierto
material acumulado, aparecen apuntamientos de aquel día.
Antonio Moreno ha descendido de categoría como
árbitro de fútbol. Jaramillo continúa en Primera
División y asciende Chicón a Segunda División B. Lo de AM es
una pena, pues me consta que reúne condiciones para ser
árbitro de máxima categoría. Pero debería reconocer la mucha
culpa que tiene por lo sucedido. Ha confiado ciegamente en
sus dotes técnicas, a la par que despilfarraba personalidad
fuera del campo. De cualquier manera, no es merecedor del
castigo que le ha impuesto Plaza; presidente del Colegio
Nacional de Árbitros.
Hoy he conocido a Francisco Arrillaga, vicesecretario
del PSCE-PSOE. Arrillaga pide, con vehemencia, al Consejo
General del Poder Judicial la destitución del juez Álvaro
Espinosa. Arrillaga es alto y bigotudo; pero no se
emboza la cara con barba enmarañada, como muchos otros de
sus compañeros de partido.
Eduardo Hernández me invita a almorzar. Cierto es que la
invitación no evita que tenga que pagar a escote la comida.
Acepto sin dudar. Porque me agrada sobremanera formar parte
de una reunión ambientada alrededor de Eduardo. Conozco a
Marián –hija del dueño de la Joyería la Esmeralda-:
Marián debe de ser el hipocorístico de Mariana. Es el
vivo retrato de su padre, atemperado, claro está, por los
rasgos femeninos. Es morena, de melena lisa y ojos
almendrados. Dada la levedad de su cintura, destacan sus
caderas poderosamente. Y sus pechos, constreñidos por una
blusa veraniega, pugnan por recobrar su libertad. Marián es
desenvuelta y de conversación agradable. Está casada con un
militar a quien aún no conozco.
De pronto suena un rumor alarmante que se va convirtiendo en
trágica realidad: el fuego, desde muy de mañana, es azote de
los árboles en la zona de El Renegado. Es un incendio del
cual los bomberos fueron apercibidos y que ha ido a más,
incluso con la ayuda que están prestando soldados de
Regulares y de la Legión. Se dice que los coches se dirigen
hacia el paraje que se halla debajo del mirador de la
Tortuga. Eduardo Hernández opina que el fuerte viento de
poniente, que está soplando, complicará más las labores de
extinción.
La cafetería del Hotel La Muralla está repleta de tiradores
que vienen a competir, desde todos los puntos de Andalucía,
a las instalaciones del Tiro de Pichón. Tirada que es
suspendida. Falta lo peor, y lo peor recorre la ciudad con
celeridad: el fuego se ha cobrado ya la vida de un soldado y
ha dejado a otros malheridos. El accidente, según voz
informada, se ha producido por el vuelco de un camión
cisterna. El muerto se llama Antonio Güeto Ramos. Y
ha sido nacido en Onteniente (Valencia). Y a todos nos
conmueve su desgracia. Veo llorar al comandante general.
Asisto, en su momento, al enorme dolor de los padres del
infortunado muchacho.
El martes pasado, cumplidos 30 años del accidente, se le ha
rendido, una vez más, homenaje a Antonio Güeto. Ante la
presencia de sus familiares; sobre todo de una madre a la
que recuerdo, en su día, transida de dolor. Ceuta ha
cambiado en todos los sentidos. Pero sigue sin olvidar al
soldado nacido en tierras levantinas. Como debe ser.
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