Del pasado articulo de la tercera
entrega, “la silueta del navío”, el “Virgen de AFrica”, ¡
paren máquinas !, a mi no me salía el habla. Me quedé
bloqueado, aquello era la muerte, y cuando iba a articular
las palabras..., el “llámalo tu” era entre don Ignacio
“India Lima” y un barco de la organización de la travesía a
nado. Entonces el delegado de la misma, fue quien dijo, por
el canal 16 VHF, “paren máquinas”. Suspiré hondamente y por
la ventana de la sala de radio Cecomar Ceuta, se veía el
pedazo de barco de Trasmediterránea, “el correo”, echando el
ancla en medio del puerto.
Por delante se veían los jóvenes dando brazadas, para hacer
la travesía a nado del puerto, en pleno 5 de agosto. Era una
imagen surrealista, pero eran las cosas de hace 27 años...
Una vez pasado el susto, la guardia fue un coser y cantar.
En otro momento veo que viene un voluntario, y le pido un
bocadillo y un refresco. Siempre pensé que era más barato
comprarme un traje que invitarme a comer, por eso de las
locuras que me entran cuando tengo hambre, hoy dia paradojas
del destino, he perdido el apetito, y aunque voy cogiendo
poco a poco, la sintonía de comer, he estado comiendo hasta
hace poco , las comidas de un niño de cuatro años...
Ni el revolcón de Calamocarro, me hacía mella, y supongo
serían los 18 años que iba a cumplir, lo que me hacían esa
fortaleza que tenía entre pecho y espalda... y era el
hambre, que volvía a tener, y me cargué la mar de a gusto,
ese bocadillo en la guardia. Sólo recuerdo que no apareció
nadie más. Claro era resca de feria y recuerdo a las cuatro
de la tarde a don Ignacio decirle al personal Militar, “
apuntale a este muchacho una guardia”. Luego me enteré que
ese año se pagaban a 1.000 pesetas.
Conforme fui apareciendo más por las instalaciones de Cruz
Roja del Mar, los oficiales y jefes me tomaron interés. Un
dia me dieron el uniforme de marinero. Era la primera vez en
mi vida que sentía algo como mío. Me tenían en consideración
y me preguntaron por aptitudes profesionales, y sobre todo
marineras. Había que pensar que, ante todo, era una base
naval y se valoraban los conocimientos “náuticos”. Me dieron
un escudo identificativo, que era siempre la palabra
socorrista y delante una especialidad, en este caso “señalero”,
una especialidad de señales marítimas.
Había muchas , tales como “maniobra”, que era las que
llevaban los del grupo naval, “radiotelefono” los aplicados
en radio, “radaristas”, y “administrativo”.
Me dieron una camisa, unos zapatos, un pantalón y una boina,
también unos galones y el escudo de la camisa, y por
supuesto, un jersey de lana, mi típico de la Armada y de la
Policia.
Llegué a casa la mar de contento, mis padres y hermanos
observaban con expectación, y tanta que me interpretaron mal
la especialidad. Les dije, pegando salto, “ me han metido en
el cuerpo de señales”, mi madre entendió al revés, “señales
en el cuerpo” y exclamó “ ay eso no, eso como va a ser, que
te vas a hacer tatuajes y dibujos de la Legión o la Marina,
cuando la guerra”...
Hoy dia la gente se hace los tatuajes que les da la gana,
como cuando y donde, los piercings, y demás parafernalia,
hay que imaginarse una madre, de hace casi 30 años, ....
Me quedé atónito, hay que ver que ya entonces no me entendía
lo que quería explicar, que era una especialidad, Señalero..
Por casa he escchado siempre eso de “mecanico naval”, una
especialidad que también pasa por motorista naval. Mi madre
, con cariño y esmero, le dió sus arreglos y “puntaitas” a
los escudos y pantalones.
Me asignaron una guardia, en la que luego me di cuenta que
tenía su trampa, y como “pelón” me di por elegido. Era la
guardia del domingo de cuatro a doce de la noche. Esa era la
hora sagrada de la movida caballa, porque con 18 años,
estaba de moda la discoteca el “Candelero”,. La que está
ahora, donde están recuperando el Patrimonio del Foso, a la
altura del Puente del Cristo. Por fin el viento iba llegando
a mis olas, porque la altura, que me iba a dar, eran por
algo eterno y hermoso, que me viera el abuelo Bernardo.
CONTINUARA...
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