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OPINIÓN - SÁBADO, 21 DE JULIO DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

Manifestaciones necesarias
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Me parece más que bien que la gente se tire a la calle para protestar ruidosamente contra la corrupción y el clientelismo de la clase política. Es necesario que los ciudadanos se manifiesten contra las imposiciones de Bruselas y Berlín. Pues no cabe la menor duda de que España –como antes Irlanda, Portugal y Grecia- se asfixia bajo la bota de austeridad germana.

La señora Merkel sigue siendo inflexible en sus planteamientos. Lo cual augura que los gobernantes españoles seguirán apretándoles las clavijas a quienes menos tienen: haciéndoles pagar más impuestos, tener menos y peores servicios públicos, perder subsidios y reducir la protección social. Indudablemente, ante semejante panorama, se impone mostrar la indignación en las calles de todas las ciudades. Cada dos por tres.

Los gobernantes populares han mentido en todos los sentidos. Han incumplido todas sus promesas electorales y se han echado en los brazos de la soberanía financiera. Si los mercados están por encima de la ciudadanía y los Gobiernos se pliegan a sus exigencias no hay democracia. Así que los gobiernos están para restringir esas exigencias. Dado que el gobierno presidido por Mariano Rajoy se muestra impotente para parar semejante atropello, la protesta pública masiva debe ser cada vez más mayor.

Está más que comprobado el fracaso del Gobierno actual. Un fracaso rotundo que se ha hecho realidad apenas cumplidos los seis meses de estar gobernando. Fracaso obtenido porque no está sabiendo defendernos de los acosos de los más poderosos. Es más, lo peor es que han decidido doblar la rodilla ante quienes con sus especulaciones están poniendo en peligro nuestro sistema democrático. Circunstancia que exige, cómo no, que los españoles sigan clamando en las calles contra lo que viene ocurriendo.

La pregunta es: ¿cómo es posible salir de esta espiral tan destructiva para la democracia? Los miembros del Gobierno y los periodistas afines a su causa, dicen que lo conveniente es aceptar los descomunales recortes con entereza por el bien de España. Sin quejarse. Sin escándalos callejeros. Para no asustar a los mercados. No vaya a ser que éstos digan ya mismo que no compran nuestras deudas a ningún precio. Nanay de la China. Pues si los ciudadanos dejan de gritar que no están obligados a ser ellos los sacrificados por mor de lo mangado por individuos de cuello blanco -cobijados en sitios parecidos a Bankia-, los gobernantes no cejarán en su empeño de hacer posible que los españoles sepamos desenvolvernos en la cultura de la miseria.

Los españoles se han dado cuenta de que Rajoy es ya un hombre dirigido no sólo por la señora Merkel sino que, además, vive bajo el influjo de las ideas que se generan en el laboratorio de la FAES: centro en el cual José María Aznar medita en silencio lo que más le conviene a España. Y así va Rajoy, y así vamos todos. A la deriva y rezando a todos los santos para no quedarnos en el camino. Insisto: hay que denunciar en la calle todo lo denunciable.

Pero -ay, ya me salió el pero adversativo- hacerlo tras las pancartas de unos líderes sindicalistas que reciben subvenciones cuantiosas y que no están obligados a decir en qué se las gastan, por lo cual no están fiscalizados por el Tribunal de Cuentas, me parece un contradiós. Porque es la mejor manera de darles motivos a quienes están en contra de los más necesitados, por sistema, para que luzcan su fobia. Verbigracia: Intereconomía TV.
 

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