Así dijo el profeta en el siglo XXI d. C. (lectura
obligatoria de los gobernantes del siglo XXIII): “En
aquellos tiempos, algunos Gobiernos autonómicos de España
decidieron desobedecer. Dijeron: ‘Librémonos de las ataduras
del Ministerio de Economía. Votemos en contra de sus
recomendaciones. Somos poderosos, nuestras cuentas no deben
dar pleitesía a nadie’. ‘Arrepentíos’, gritaba el secretario
de Estado señor Beteta. ‘Vestid de sayal y utilizad la
tijera presupuestaria.
La ira de la Unión Europea nos amenaza. Antes de que acabe
el año vendrá el gran auditor de Bruselas. Convertíos a la
ortodoxia fiscal’. Algunas autonomías respondieron a la
llamada usando el hacha de dos filos. Los llantos por los
ERE se oyeron en los desiertos de sus televisiones. Nadie
les hizo caso; ya no quedaban ciudadanos para solidarizarse,
sus cajas también estaban exhaustas. Otras se rebelaron. Al
cabo de unos meses, sus arcas estaban vacías y necesitaban
ayuda. Utilizando el victimismo la exigieron al Estado. El
Gobierno español respondió: no aplicó con rigor la Ley de
Estabilidad; las cuentas de la Nación se cerraron con mayor
déficit del previsto.
La cólera europea se desató. Ángeles en forma de
funcionarios de negro descendieron desde el norte. Sacando
sus libretas, enarbolando sus tabletas y ordenadores cayeron
sobre las cuentas de los insumisos. ¡Ay de los ciudadanos!
Los copagos y las tasas crecieron por doquier. Mientras, sus
gobernantes gritaban y se mesaban el cabello. Echaban las
culpas a todo menos a su gestión.
‘No’, dijeron los funcionarios de negro, ‘la culpa es de los
que gestionan, aunque la paguen los gestionados. Seréis
intervenidos e iréis al destierro presupuestario. Vuestros
poderes caerán, vuestros llantos son los de los
dilapidadores. Tuvisteis vuestros tiempos de gloria, ahora
tocan los de sacrificios’. Oráculo de Europa. Ésta es la
profecía de las autonomías. Arrepentíos y volved al camino
del equilibrio presupuestario”.
*Profesor del IESE.
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