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OPINIÓN - JUEVES, 19 DE JULIO DE 2012

 
OPINIÓN / CARTAS AL DIRECTOR

Sindicatos: ¿Ahora y no antes?

Por Victoria Chacón González


Ahora los sindicatos llaman a la movilización. No lo hicieron antes. Es ahora y no antes cuando los que se dicen llamar representantes de los trabajadores sienten que las medidas adoptadas por el Gobierno son ahora impopulares. Antes no lo parecían tanto. Quizá la ‘compra’ desde el anterior Ejecutivo, vía subvenciones, mantenía en un interesado silencio a la supuesta voz de esos trabajadores.

Es ahora y no antes en que la tasa de paro se elevaba por encima del 20% y los sindicatos no sentían la necesidad de protestar, cuando quieren salir a las calles.

Es ahora y no antes que en 2010 se superaba la cifra de 4,6 millones de parado, cuando llaman a la revuelta ciudadana.

Y es que es ahora y no antes que las euromillonarias subvenciones a estas organizaciones han sufrido un ‘recortazo’ histórico.

Es ahora y no antes cuando el Gobierno obliga a volver a sus puestos de trabajo a 6.000 liberados sindicales. Eso escuece.

Resulta destacable que los sindicatos mantuvieran su perfil reivindicativo bajo cuando en 2010 el anterior gobierno socialista recortara por primera vez en la historia el sueldo a los funcionarios, un 5%. Y que se congelaran las pensiones en un golpe por el que se resintió el Pacto de Toledo. Es ahora y no antes.

Los sindicatos, que en las corporaciones locales en las administraciones autonómicas han participado activamente en el engrosamiento del personal tanto de la función pública como de los entes orbitantes a la Administración, y que provocan de hecho un costo de exageradas dimensiones, protestan ahora y no antes porque, en definitiva, realmente les están viendo las orejas al lobo. No seré yo quien diga que buena parte de los nuevos trabajadores públicos adscritos a las administraciones autonómicas y locales tienen algún tipo de ascendencia con representantes sindicales, no seré yo quien lo diga.

Pero es curioso que es ahora y no antes cuando a los sindicatos se les dispara la vena reivindicativa. Ellos que han sido con su interesado silencio verdaderos cómplices de la errática política económica socialista durante los anteriores ocho años. Cómplices sí. Cómplices por acción u omisión, y permitir la dilapidación sostenida pero vertiginosa de los recursos públicos que engrosaban la famosa caja del bienestar social. Esa que está agotada debido a que jamás en esos ocho años, de silencio sindical, se adoptaran políticas tendentes a suavizar la crisis que no se quería ver en el Gobierno de Zapatero y Rubalcaba.

Jamás antes, tan pocos y en tan poco tiempo, hicieron tanto daño a España. Pero es ahora y no antes cuando los sindicatos quieren tomar la calle después de ocho años de callada. No les vale arrimar el hombro para sacar al país hacia delante ante el acoso exterior.

Anclados en el marxismo del siglo XIX –lo sacan a relucir a conveniencia-, no terminan de percatarse que en este siglo XXI las reglas del juego han cambiado, la economía ha avanzado. La sociedad evoluciona –aunque con sus contradicciones-, pero los sindicatos, al contrario, involucionan.

Los sindicatos son capaces de manifestarse, simultáneamente, para pedir que el Gobierno no suba impuestos y para pedir que sigan las subvenciones a la minería. Resulta paradójico. Tanto como el comportamiento de estas organizaciones. Ver a líderes sindicales vociferar llamando a la revuelta recuerda otros tiempos, y no precisamente en los que había que defender la libertad.

¿Qué van a decir los sindicatos cuando los derechos de los trabajadores continúen bien defendidos, pero con 6.000 liberados menos?. En el fondo no había tanto interés por la defensa de esos trabajadores, y sí la dilapidación de los recursos.

El español debería reflexionar y preguntarse, ¿por qué es ahora y no antes que los sindicatos tocan a rebato?.

Dicen los sindicatos que “sólo saliendo a la calle se evitará que el PP arruine al país”. ¡No señores, cuando el PP ha llegado, ustedes –entre otros- ya lo habían arruinado!
 

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