Las compañías navieras aún tienen una asignatura pendiente
que han de resolver y se llama “política de precios”, que
han de tratar que sea atractiva y competitiva, más allá de
disparar los precios en época de crisis, con la recesión
generalizada y los continuos “recortes” en los sueldos de
quienes tienen un empleo fijo: los funcionarios. Por ello,
han de acometer una política efectiva de rentabilidad, sin
disparar los precios y hacer viables su costes con la
rentabilidad y el reclamo de la clientela para incentivar un
consumo que se les va a pique.
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