Será el cambio de actitud entre el
Partido Popular y Caballas fruto de una reflexión y de un
acuerdo tácito de convivencia política para no continuar con
la línea habitual de malos modos y de crispación que era
poco menos que el “santo y seña” de Aróstegui? Si es así
bienvenido sea el imperio de la razón.
Pero también existe la callada sospecha de que pueden
haberse llevado a cabo una serie de pactos y de acuerdos
“sotto voce” al margen de la voluntad y de los deseos del
electorado que ha venido castigando duramente a Caballas en
las urnas y semejante tesitura no contaría en modo alguno
con las bendiciones de los votantes del Partido Popular.
Porque no es voluntad ni ha sido voluntad de los electores
el llevar a cabo compadreos ni compinchamientos con aquellos
a quienes ha rechazado taxativamente en las urnas y ese es
el término clave “taxativamente” lo que implica no dar lugar
a dudas ni a segundas interpretaciones.
Así los “malpensantes” no ven nada claro el que el PP haya
aceptado la estrambótica propuesta de Caballas de “bonificar
por barrios” porque constituye un claro agravio comparativo,
al contrario de la idea de bonificar por niveles de rentas e
ingresos que es lo normal y lo que se ajusta a Derecho. ¿Una
de cal y otra de arena? La simbólica minoría de Caballas se
abstiene de rasgarse las vestiduras por las nuevas medidas
sobre la subida de impuestos del Gobierno de Vivas y “a
cambio” éste le permite sacar adelante algunas propuestas y
quedar bien ante su escaso electorado. Ayer, sin ir más
lejos, el Gobierno del Partido Popular votó a favor de tres
de las cuatro propuestas que presentó Caballas.
Si existe algún pacto o acuerdo con la Coalición Caballas no
es para fiarse, ni tampoco se ganan unas lecciones para
estar “tratando de conformar” a las minorías derrotadas a
fuerza de que prevalezcan sus criterios e iniciativas, eso
no es la democracia real que consagra nuestro Sistema. Pero
algo ha de haber y no son necios quienes desconfían de esta
especie de repentino apaciguamiento y variación en los modos
y las modas de Coalición Caballas. ¿Será por el contrario
esta nueva actitud la consecuencia lógica del desgaste
experimentado por los dirigentes de Caballas a lo largo de
esta legislatura? Porque los desencuentros han sido
memorables y la frustración es un claro factor de desgaste.
¿O tal vez será una especie de común cautela vista la
gravedad de la crisis para ir alternando síes y nóes
respectivamente en cada Pleno de la Asamblea?
Lo curioso es que “ahora” el que parece “el malo de la
película” es el siempre moderado Carracao que ha sido un
político proclive al acuerdo y al entendimiento.
¿Por qué este cambio sustancial de actitud de Aróstegui? Se
admiten opiniones al respecto.
|