Es que acaso un “volaor” reseco y sazonado puede hacer las
veces de bandera, banderín o banderola? A mi entender no por
tres motivos: 1ºResulta inapropiado 2º ¿Que harán las
gaviotas con los volaores tras agitarlos prendidos de sus
picos tras la procesión? ¿Comérselos? 3º Puede ser una
situación de riesgo porque si a un ave la falla el pico, el
pescado le puede caer a algún fiel sobre la cabeza y
lastimarle. Pero, razonamientos aparte, esta tarde noche,
apuntando la fresquita, saldrán de cientos de iglesias a lo
largo de las costas españolas, los pescadores que llevan
sobre los hombros a la Virgen del Carmen y a su Hijo. camino
de la barca que será santuario, capilla y ermita desde la
que la Señora bendecirá las aguas atlánticas y
mediterráneas, a los hombres y mujeres que han nacido
mirando a los mares y a las gaviotas, que son las aves
predilectas de la Virgen marinera, al igual que las
golondrinas lo son del Hijo porque fueron ellas quienes
trataron de arrancar las espinas de la corona cuando Jesús
agonizaba clavadito en la cruz.
Así esta noche se rozan y engarbullan costumbres y
tradiciones, rituales llenos de espiritualidad y la seria
advertencia de que no hay que razonar siguiendo secuencias
lineales sino a los embates de las alegoría, los sueños
culturales y ese Dios vernáculo que siempre repito que late
en los repliegues del corazón. Más las inevitables
emociones, difíciles de expresar en mi caso habida cuenta
que nací y crecí en una tierra que no era cristiana y supe
de nuestro numen por relatos, que no por la experiencia
vivida. Mi primera procesión del Carmen lleva el nombre de
1º de Derecho, de mis 19 años y de las playitas de
Pedregalejo con los malagueños ataviados con el calzón y el
chaleco negros, la camisa blanca y la faja roja del
pescador, el marengo con la Madre a bordo de la barcaza de
reminiscencias fenicias, la jábega con los ojos de Isis en
la proa. Las olas meciendo los claveles y las rosas rojas y
blancas, la banda de música tocando con vigor el himno
marinero y las Sagradas imágenes que van navegando desde las
playas paleñas, de Pdregalejo, del Rincón de la Victoria y
de todos los pueblos del litoral seguidas por docenas de
embarcaciones (hoy, a siglo XXI van también las motos de
agua engalanadas). No es fácil nacer y crecer en una tierra
extraña, porque luego si se quieren recuperar las raíces hay
que escarbar mucho hasta encontrarlas y volver a ellas y el
acto de escarbar no te lo regalan sino que tienes que
quererlo y que buscarlo desde el camino del corazón. Ya se
sabe que el tradicionalismo a los bestia sirve para
preservar la identidad y lo contrario es desarraigo, es
estar en lugares que no te pertenecen y en culturas que no
te laten en las sienes que es el tipo de latir que heredamos
de nuestros ancestros.
Lo importante es que, esta noche, miles de cristianos
seremos uno en el sentimiento, peregrinando sobre las olas
en una noche henchida de resonancias arquetípicas,
acompañando a nuestra Señora, ad majorem gloria del culto a
la Virgen del Carmen que siempre tiene sones de rompeolas y
de gritos de gaviotas y doy un “nihil obstat” a que acudan
las aves con “volaores” amojamados prendidos en los picos,
ni tampoco se excluirá a las palomas que se apuntan a un
bombardeo. Son imágenes para retratar y no se describen con
palabras sino con tonalidades, impresionistas si se levanta
la bruma del levante, figurativas si el poniente convierte
el aire en cristal, todo será según amanezca el Estrecho y
depende del talante de los vientos. Pero aún con fuerza 6 la
Estrella de los Mares paseará las costas de Ceuta,
derramando sus bendiciones sobre los hombres y mujeres que
aman a Dios ¿Y es que mira la Madre las razas, las creencias
o los colores? Para Ella todos somos hijos y a todos nos
alcanza su gracia por igual y a nadie se hurta el asistir a
la procesión marinera y disfrutar con el cromatismo alegre y
luminoso de este atardecer del 16 de julio.
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