Pasa por ser, con diferencia, la
más bonita de las plazas de nuestro país, tanto en invierno
como en verano.
A la Plaza Mayor se ha recurrido para montar espectáculos de
Ballet o para montar, en cierta ocasión, una Corrida de
Toros, que se televisó “urbi et orbi”.
A diario, especialmente en verano, hay una gran parte de
esta plaza en la que están asentadas docenas de terrazas,
ahora por eso de la crisis, con menos clientela de la
deseada.
Siempre, con frío o con calor, son imprescindibles una serie
de paseos bajo sus soportales, especialmente cuando uno es
estudiante y no tiene dos euros para tomarse un par de vinos
en alguno de los bares típicos de los alrededores.
Esto y mucho más es la Plaza Mayor de Salamanca y el pasado
jueves fue el “mucho más” cuando un salmantino auténtico,
aunque residente en Madrid, Vicente del Bosque, vino a su
tierra a ofrecer a sus paisanos la Copa de Europa, recién
conquistada.
En esta ocasión, la Plaza Mayor estuvo “totalmente abarrotá”,
como dirían los payasos de la tele, podemos decir, muy en
serio que no cabía una persona más para homenajear a su
paisano que, desde el balcón del Ayuntamiento, ofrecía el
trofeo a todos los que estábamos allí y él recibía el más
cariñoso de los homenajes, como jamás se han dado en la
plaza charra.
Una vez más, también en democracia, el fútbol y sus
resultados han servido para olvidar momentáneamente los
problemas que estamos soportando.
Y aquí los resultados, contrariamente a lo que sucede donde
intervienen los políticos, han llegado a lo más que se podía
lograr, por lo que el homenaje era totalmente merecido,
aunque nos moleste que los toros, el circo o el fútbol
sirvan para esconder otras cosas más necesarias.
El jueves en Salamanca, si hubiera habido unas elecciones,
para lo que fuera, con una mayoría aplastante las habría
ganado Vicente del Bosque, como en Móstoles, por ejemplo,
cualquier día y a cualquier hora las ganaría Casillas.
Es el mundo que tenemos, es lo que se está protegiendo y es
lo que da resultados con los que poder presumir y poder
decir que somos los mejores.
Y en fútbol lo seremos hasta que algún político, un día,
decida que tienen que ser ellos los que manejen los equipos
como han manejado las Cajas de Ahorros, llevándolas a la
ruina.
Ah, y es más, ahí, mientras se jugaban los encuentros de la
Eurocopa, todos metían el hombro, nadie se escondía o se
dedicaba a sus trapicheos, no es como hace pocos días en el
Pleno Extraordinario, en el Congreso de los diputados, donde
sus señorías estaban al 50% o menos, lo que indica que esa
pandilla de vagos, no se puede llamar de otra forma a los
que no van a cumplir con su obligación, están sobrando. Un
recorte más al que no tendrá narices, por no decir otra
cosa, de hacer Mariano Rajoy.
Los que faltaron a ese pleno, muchos del PP y del PSOE,
están sobrando en el Congreso, y con la mitad de los que hay
ahora tendríamos suficiente, total para lo que hacen, ir a
apretar el botón, en alguna ocasión, dormitar otras veces y
hacer “la cabra” la mayor parte de los días.
Y si no, díganme cuantas intervenciones, desde la tribuna,
ha tenido cualquier diputado de Ávila o de Ceuta, en lo que
llevamos de legislatura.
Por eso, precisamente, cuando pasa cualquier diputado nadie
lo conoce, a Vicente del Bosque, que ni es diputado, ni lo
quiere ser, le conocen todos los suyos, aunque no vayan al
fútbol.
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