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OPINIÓN - DOMINGO, 15 DE JULIO DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

Márquez: mensajero del Gobierno Central
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Fechas atrás, contaba yo que me había tropezado con Francisco Márquez en la calle. Y que nos pusimos a charlar sin apenas introducción. Le prometí callarme lo primero que se le ocurrió decirme. Porque me lo dijo tan airado como de manera indirecta. Aunque, desde entonces, he aprovechado algunos momentos para meditar sobre las palabras del diputado, hasta llegar a la siguiente conclusión: es posible que el alcalde de esta ciudad haya perdido gran parte del predicamento que gozaba en la calle Génova.

Digo que es posible, puesto que se trata de una interpretación, y no querría yo que se le adjudicara a Márquez algo que él no ha dicho taxativamente. Ni por asomo. Quede claro, pues, la cuestión. Pero como a uno le gusta pensar, por más que esté convencido de que hacerlo no añade fruición al vivir -si bien para mí es mejor actividad que sentarme ante el televisor porque sí-, tardé poco tiempo en deducir que la forma de ser y de actuar de Vivas ha dejado de despertar interés entre los suyos, a escala nacional.

Lo cual es algo normal. Sobre todo cuando se trata de una persona que ha estado ganando elecciones tras elecciones y por mayorías absolutas. Ocurre en todas las facetas de la vida: la gente acaba por aburrirse de ver a los ganadores disfrutando de éxitos ininterrumpidos. Y es entonces cuando principian a ver de qué manera se le puede ir menoscabando sus acciones para que su continuidad en el machito se haga insoportable.

La llegada de la crisis, esa que se ha convertido en pandemia económica, ha sido la excusa para que en Madrid se esté mirando con lupa la tarea hasta ahora realizada por un alcalde otrora tildado de lumbrera. Un alcalde del cual no me cansaré de decir que ha vivido sus mejores años bajo el paraguas del Gobierno socialista. Y esa manera de proceder, de la noche a la mañana, por parte de sus compañeros tan principales, debe haber influido negativamente en el ánimo de un político acostumbrado a vivir entre halagos, lisonjas y loas que le han permitido hacer acopio de estima hasta creerse a pies juntillas que era el no va más. Es decir, la caraba. El colmo de los buenos políticos. O sea…

Lo que piensa Madrid, sin duda alguna, lo ha expresado muy bien Francisco Márquez: que ha llegado como mensajero del Gobierno para decirnos que las autonomías han dilapidado todos lo dineros habidos y por haber. Y ha hecho hincapié en que se va a perseguir a los responsables de los desmanes para que den explicaciones. Porque es tiempo de pedir responsabilidades a los expoliadores. Y no ha tenido ningún inconveniente en entonar sus culpas. Las que procedan. Luego, ha cogido, como hacen siempre los políticos cuando vienen mal dadas, por la calle de en medio del patriotismo y otras añagazas sensibleras. Que son tan admirables como incapaces de llenar estómagos.

En cambio, ha dejado una duda en el aire: ¿será verdad que el alcalde está deseando que le abran una puerta de acceso a la comodidad para darse el piro? ¿Será verdad que el alcalde está lampando por salir de naja? Aunque esas interrogantes se podrían rebatir así: los ceutíes, aunque hayan ido perdiendo la fe en su alcalde, siempre llevado bajo palio, son conscientes de que no hay nadie que puede vestir el cargo como él. Por ahora. A no ser, dicen los más entendidos en comportamientos humanos, que Márquez diera el paso adelante y se pusiera a Ceuta por montera.
 

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