Anecdótico, amable, más que entrañable, el que el grupo 3º
de la Unidad de Seguridad Ciudadana de la Policía Local se
viera abocado hace un par de fechas a atender dos partos en
poco más de una hora. Algo que demuestra y evidencia que
nuestra Policía Local (y los de la UIR más todavía) están
“para un roto y para un descosido” y que se curran a fondo
su formación profesional, sin dejar de prepararse ante
nuevas eventualidades y emergencias.
Si ya en su día no cupieron en las páginas de este diario
más elogios y expresiones de gratitud hacia el curso
organizado por los intelectualmente inquietos miembros de la
UFP sobre actuaciones con mujeres gestantes, oportunidad que
muchos miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del
Estado aprovecharon y que les vino cómo “agüita de mayo”.
También en esa ocasión en el curso de la Unión Federal de
Policía (que a pesar de todo vale su peso en monedillas)
faltaron plazas porque quería asistir más alumnado. Y digo
“también” porque en el curso anterior sobre adiestramiento
canino se quedó gente en la calle. Eso hace deducir que la
UFP siempre triunfa en el interés y la utilidad de sus
convocatorias pero falla estrepitosamente a la hora de
ampliar las plazas o hacer los cursos por turnos, porque al
momento de adquirir conocimientos no se puede excluir a
nadie, ni dejar a los interesados con el caramelo en la
boca.
La verdad es que al policía local que había tenido la suerte
de asistir al curso o seminario,le aprovechó bien lo
aprendido y salió alumno aventajado, al igual que la policía
enfermera (tener a una profesional así en la Policía es un
lujazo) pero encontrarse con dos alumbramientos casi
simultáneos y ser capaces de acudir y actuar demuestra que
la confianza que la ciudadanía tiene depositada en “su”
Policía está más que justificada, porque no podemos negar
que son operativos (los de la UIR que son mis “niños
bonitos” superoperativos) y responden plenamente a la
confianza que en ellos depositamos. Encima “dan
tranquilidad” que es una aseveración algo subjetiva pero una
realidad que significa que cuando llegan a cualquier
servicio, sea cual sea la situación, por mucha emergencia
que exista, por peor que se la tesitura, la sensación es que
“se hacen cargo de la situación” y saben siempre cómo tienen
que funcionar y qué se espera de ellos. Si estuviéramos en
Andalucía podríamos decir que “a la Policía Local la gente
le tiene mucha fe” y no es para menos. Hace un par de días
de improvisadas comadronas controlando el recibimiento de
dos nuevos y diminutos ciudadanos que siempre formarán parte
de sus recuerdos más queridos, porque traer a niños al mundo
o colaborar en la tarea es mucho más que un privilegio para
cualquier ser humano y representa una experiencia que todos
mereceríamos vivir al menos una vez en la vida. “Suertudos”
policías cuyos méritos supongo que serán reconocidos
públicamente con algún homenaje, sencillo pero emotivo y
dentro del protocolo institucional. Será que la grandeza del
ser humano y más la de quienes rigen nuestros destinos
ciudadanos, no está tan sólo en reconocer una buena acción
cuando acontece, sino “saber expresarlo” a eso se le llama
“asertividad” y si hay un clamor social de reconocimiento y
cariño hacia esos policías-matronas ese sentimiento debe
materializarse expresamente. Los buenos sentimientos son
elogiables, pero materializar esos buenos sentimientos es
infinitamente más digno de elogio, sobre todo si andan por
medio los Ángeles Custodios.
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