No se tiene credibilidad cuando se promete algo y se hace lo
contrario. Una situación en la que no puede ni debe caer el
Gobierno de Juan Vivas que está dando lugar a una espiral de
morosidad que no se debería corresponder con lo que el
propio Gobierno había plasmado en los Planes económicos que
aprobó.
Tanto Caballas como el PSOE han salido a la palestra con
toda la carga de la prueba, como diría un jurista, y han
criticado el incumplimiento de su compromiso de pago a
proveedores fijado, por el propio Ejecutivo en 40 días y, lo
peor del caso es que esos 40 días que siempre serían
asumibles, se han convertido en 194 en muchos casos. Quiere
decirse que no es de recibo perder la credibilidad a las
primeras de cambio, porque como diría un castizo “eso son
excusas de mal pagador”. La acumulación de meses de demora
en los pagos/cobros genera una dinámica encadenada de
perjuicios: deudas a las Pymes que tanto dice proteger el
Partido Popular o negocios familiares con poco margen de
mantener un “inmobilizado” que les lleva a
esperar/desesperar el cobro algún buen día.
No ha de ser ésta la dinámica de un Gobierno serio y
responsable. Acabamos de asistir a un espactáculo
esperpéntico de facturas surgidas como setas y cuantías
económicas desorbitadas con un pasado de todos los colores y
ya estamos en otro panorama tan desolador, como si la mala
experiencia vivida no hubiera provocado el lógico sonrojo en
instancias superiores, donde a buen seguro, no le ha tenido
que hacer ninguna gracia la deuda de la Ciudad Autónoma de
Ceuta.
De manera que salimos de Málaga y parece que nos queremos
meter en Malagón, otra vez. Este Gobierno es que parece
resistirse a aprender de los errores, contradiciendo a
Goethe, cuando decía: “Mis errores son mis experiencias”.
Aquí, en Ceuta, en el Ejecutivo de Juan Vivas, las promesas
parecen que se hacen -como los programas electorales-, para
incumplirlos. Un aserto que, aunque parezca que es de
Mariano Rajoy lo era del viejo profesor, Enrique Tierno
Galván.
Los incumplimientos reiterados del Gobierno en el abono de
sus servicios, puede originar serios perjuicios a las
pequeñas empresas locales que podrían verse obligadas a
despedir empleados si el montante económico acumulado no se
satisface en los plazos previstos y comprometidos. Lo último
en lo que puede incurrir un Gobierno es en la falta de
credibilidad y de responsabilidad para afrontar sus
compromisos como cualquier particular. Si emprendemos la
vorágine del desatino, la frivolidad, el pasotismo y el
desprecio a las empresas locales, a lo nuestro, mala
dinámica conduce al Gobierno de la Ciudad que no podrá
desmentir el estigma de mentiroso con el que le “bautiza” la
oposición.
En una reciente rueda de prensa, Juan Luis Aróstegui,
diputado de la coalición Caballas, dijo que el Gobierno de
Juan Vivas adeuda unos 10 millones de euros a proveedores en
lo que va de año. Los mismos 10 millones que ya comienzan a
acumularse con el paso de los días y los meses y que cada
vez harán la bola de “nieve” más voluminosa. ¿Habrán de
esperar a otro Plan de Ajuste los proveedores para volver a
cobrar?
Insistimos en la falta de seriedad porque no caben excusas
en este caso, recurriendo a coartadas para justificar estos
retrasos: la carga de trabajo que ha supuesto el Plan de
Pago a Proveedores de deudas anteriores al 31 de diciembre
de 2011.
Para la oposición esta Administración “hace aguas por todos
lados” y los hechos, lejos de hacernos intuir cualquier
matiz demagógico en la crítica política, no hacen mas que
reafirmar esa versión a la luz de los acontecimientos.El
Gobierno que dice preocuparse tanto por los índices de paro
en la ciudad, habría de relacionar su propia morosidad en
los pagos con las consecuencias que pudieran derivarse de la
“asfixia” económica que podrían provocar en las empresas
ceutíes con ese desdén que viene demostrando como si el
compromiso asumido no fuera con el propio Gobierno que
incumple los plazos que él mismo se fija.
Si a través de los tiempos la palabra empeñada ha sido el
bien más preciado de los hombres de honor, si en otra época
con estrecharse unas manos se daba por sellado y
comprometido el honor, parece que este Gobierno ni entiende
ni quiere entender de compromisos de ningún género y, desde
luego, muchísimo menos de honor de ninguna clase.
Lo cierto es que “se ha comprometido en público y en los
planes económicos aprobados por él mismo” y está dejando en
la estacada a las pequeñas empresas ceutíes. O este Gobierno
se pone las pilas y cumple o le van a llover críticas de
todos los colores, además de perder credibilidad.
Los empresarios, los trabajadores, las familias que están
pendientes de esos pagos, bien merecen un trato digno,
serio, formal, ajustado a lo que se espera de un Gobierno
con la suficiente responsabilidad como para hacerse de
respetar y merecedor de la confianza de quienes les han
votado y de los que no. Este comportamiento merece reflexión
antes de que sea repudiado.
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